Dos poemas de Ricardo Castillo en voz alta y también leídos. Escuchar, pero sobre todo ver decir a este poeta de Jalisco, México, sus poemas es una experiencia de la oralidad cercana al Noh.
RICARDO CASTILLO (Guadalajara, México, 1954)
Ricardo Castillo en su propia voz (3.89 MB)
Diferentes textos han sido incluidos en más de 20 antologías, la mayoría publicadas en México, pero algunas en Estados Unidos, Colombia, Perú y Paraguay.
Una de las orientaciones de su labor poética (la exploración oral de los poemas) lo ha llevado a realizar numerosas lecturas de memoria en teatros, bares o festivales de poesía hablada, así como a interactuar con músicos, coreógrafos y bailarines. También esta tendencia ha determinado que dos montajes escénicos realizados en co-autoría con el músico Gerardo Enciso, se trasladaran a medios audiovisuales: Es la calle, honda… un disco compacto de audio (1992), en tanto que Borrados, trama escénica interdisciplinaria (poesía, música y danza), fue realizado en video (1998). Su más reciente trabajo, Il re lámpago, de próxima aparición, incluye dos cd´s de audio que vinculan estrechamente el texto de los poemas a su expresión oral.
Trabaja en el Departamento de Estudios Literarios de la Universidad de Guadalajara.
DOS POEMAS DE IL RE LÁMPAGO / RICARDO CASTILLO
Porta en las gambas el acariciado
rizo de la carne
nido neto de diana
lengua y bestia la negra floración
acumulada
en los bordes risueños
de la nervadura y el aire
neto de liana i diana
hoy como ayer con dos pies
la acaudalada oquedad de la carne
lleva en la nota obstinada
el antiguo estrépito consignado
por andrógina par labra
Gardenta de sodio y rotor de orquídeo
labial de tinte oscuro y adictivo
antídoto que mata y resucita
bendición envenenada
de un veneno bendecido.
Desde el blanco asiento de un silencio involuntario
viene la coda alebrumando frondas y espejismos más dietros
que el suave velo concavado
Escarpe siempre la duana en cada mañesta
brinde la dársena la pupila tornada en arcado toldo bendelciero
La ruta en cuerpo rina da luna que rei
daca que toma la pulcra sombra de sus tersos dedos aparecidos
para romper toda frágala
toda barca
todo bruñido paisaje en los costillares del neblo davino.
Nervo dador de estera
escultura de viernas y baleares caricias y tersos innominados
sobre la cristalda se enrula y pronuncia
la costa que entona sin rema
la bruma que pilla la clave
la sustra que emulse su rastro
y la garza que supo la lengua de brelos causeros del mar.
Adarno del vano lenguaje trajo sus perlas narientes
sobre la carsa blúmea de santas señas en desembarco
do grida la núnsia moldando la grana en un kilómero de sul.
Desde el blanco asiento de un silencio involuntario
Nai sabe la cuerda que funde la cobla con el gajado iris de la voz.
A Mario Santiago
Para iluminar de un tajo su revés,
La China Hilaria,
la prieta,
pone a aullar a un cisne hecho llaga
a causa de su propio resplandor.
Cisne que resiste,
pero no se aguanta
y revienta como esfínter
que cantara cántaros de leche agria
Piraña solitaria
ante la infinita nalga
de la prieta deidad:
Señora de los ornitorrincos,
acepte mi beso amazónico,
chupe hasta lo precioso el cáliz de ser el mejor
sin parecerlo,
pula el diente de tiburón
resurgido de su propia caries.
Porque yo soy el mamífero rapaz
que pone huevos que revientan con la tempestad.
Rey de los treponemas
señalando con las patas la nube
por donde habrán de venirse de hocico las ninfas.
«Ángel en su ovulo»
empecinado en probar sus alas
en los fondos lodosos.
Llega y llaga sin avisar
y planta el poema como una ampolla en el culo del deleite
Llega y llaga
y el cisne aúlla
y el perro canta
y esa soledad
es legión.
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