Puede ser una sorpresa para algunos, pero el poeta brasileño más leído, más editado y probablemente más entrañable también, no pertenece al siempre revisitado parnaso de los “modernistas” locales. No será ni Manuel Bandeira, ni Carlos Drummond de Andrade ni João Cabral de Melo Neto. Ni siquiera Vinicius de Moraes.
POESÍA DE AUGUSTO DOS ANJOS (1884-1914)
EL HIJO DEL CARBONO Y EL AMONÍACO
Alfredo Fressia
Puede ser una sorpresa para algunos, pero el poeta brasileño más leído, más editado y probablemente más entrañable también, no pertenece al siempre revisitado parnaso de los “modernistas” locales. No será ni Manuel Bandeira, ni Carlos Drummond de Andrade ni João Cabral de Melo Neto. Ni siquiera Vinicius de Moraes,
con tanta penetración en los medios, tuvo ese destino unánime. El poeta más editado y unánime fue más bien “del 900” y publicó un único libro. Su nombre fue Augusto dos Anjos. Vivió entre 1884 y 1914.
Ese único libro, de 1912, se llamó Eu. Luego de su muerte, su amigo Órris Soares juntó algunos poemas dispersos y dio a conocer en 1920 el libro de poesía más reeditado de la literatura brasileña: Eu e Outras Poesias. Como suele ocurrir, el libro de Dos Anjos, con su estética insólita, demoró algunos años para ser totalmente aceptado, y en esto sí los poetas modernistas fueron sus mejores mentores. Este comentarista tiene frente a sí una edición de 1982 que dice ser la trigésima-cuarta, un dato que hoy, con internet, quedó casi vaciado de significados.
En efecto, llamando por el nombre del poeta, los buscadores reportan cientos de miles de entradas, gran cantidad de ellas con sus poemas. Por otro lado, el Ministerio de Cultura de Brasil puso desde 2004 a disposición del público el sitio Dominio Público (www.dominiopublico.gov.br) donde se puede bajar en sistema PDF un número importante de obras nacionales que se encuentran justamente en dominio público (el número exacto, siempre cambiante, puede ser verificado en el sitio y obviamente crece regularmente). También se bajan allí algunos autores portugueses y otros clásicos “universales” en traducción portuguesa. Los poemas de Augusto dos Anjos se encuentran en cuatro versiones PDF, de modo que a esta altura el número de sus lectores ha pasado a ser incontable (el poeta diría inefable).
EL DESVENTURADO
Los motivos de esa adhesión del público por la poesía atormentada y a veces difícil de Dos Anjos podrían radicar en la triste y breve biografía del poeta, o en su figura. Nacido en un ingenio de azúcar de Paraíba, llega a recibirse de abogado en Recife, y nunca ejercerá. Dará clases de literatura en la capital de su estado, pero la familia pierde las tierras, y el poeta, ya casado, se instala desde 1910 en Río de Janeiro, donde sobrevivirá como profesor. La pobreza lo perseguirá, con saña, se diría. Se instalará finalmente en la pequeña ciudad de Leopoldina, en Minas Gerais, para ser director de escuela, pero morirá de una pulmonía (y no de tuberculosis, una enfermedad que sin embargo inspirará algunos de sus versos más estremecidos). Su vida fue objeto de biografías diversas. Una de ellas, novelada, fue A última quimera, de Ana Miranda, en 1995.
Ciertamente el poeta no tuvo suerte en su vida y su aspecto físico tampoco parece haber sido fuente de aliento, al menos, si creemos la descripción de su amigo Órris: “Fue flaco mi desventurado amigo, de flacura escuálida, rasgos hundidos, ojos profundos, ojeras violáceas, frente con entradas. (…) El pelo, negro y liso, se emparentaba en lo sombrío con la epidermis trigueña. La clavícula, arqueada. En el omóplato, el cuerpo estrecho se rompía como en una curva hacia adelante. Esa fisonomía, por donde erraban tonos de catástrofe, le traicionaba su psiquis”.
Las fotos que quedaron de Dos Anjos no lo muestran tan feo, pero se percibe en cambio su fragilidad. En todo caso es claro que ni la patética biografía ni el aspecto físico del poeta podrían explicar el largo éxito póstumo de su poesía. Ocurre que esa obra poética incorporó, en el Brasil periférico del 900, y de un modo radical, la modernidad, y en particular los descubrimientos científicos. El lenguaje de Dos Anjos innovó al incluir en su poesía nociones biofisiológicas y teorías científicas que él tomaba sobre todo de Los enigmas del Universo de Ernest Haeckel. Se trataba entonces de neologismos y de hecho algunos siguen exigiendo conocimientos teóricos del lector.
Pero Dos Anjos fue más lejos. Usando la forma soneto o el poema extenso casi siempre en endecasílabos, el poeta duda de la existencia de un Dios trascendente. El Dios de Dos Anjos se acerca más al de Spinoza, a saber, un Dios que es, Él mismo, todo lo que existe y que por lo tanto no creó nada, ya que todo lo existente ya era divino. Por eso mismo tampoco se debería pedir nada a esa divinidad silenciosa, incapaz de trascenderse.
Con esa idea de Dios y con los descubrimientos de la naturaleza química de la vida, el poeta recrea esos cuerpos que se descomponen, esas ciudades –principalmente Recife y Río de Janeiro- consumidas por la peste, los virus, un universo siempre sujeto a la degradación de la materia. Uno de sus grandes poemas se llama justamente “Los enfermos” y va abordando el paisaje urbano nocturno, los tuberculosos, la Angustia, las prostitutas, los borrachos, el cementerio. En el soneto “Psicología de un vencido” el poeta se define así: “Yo, hijo del carbono y el amoníaco,/ Monstruo de oscuridad y rutilancia,/ Sufro desde la epigénesis de la infancia,/ La mala influencia de los signos del zodíaco”.
La vida es un enigma frente al silencio de Dios: “¿Qué poder embriológico fatal/ Destruyó, con la sinergia de un gigante,/ En tu morfogénesis de infante,/ Mi morfogénesis ancestral?”, pregunta a su hijo nacido muerto en 1911. Y el poeta trabaja ese enigma con alusiones literarias tanto de la época como de los clásicos universales (Dante, por ejemplo, y sobre todo el del Infierno), sin excluir menciones urbanas de la época, superlativos y neologismos, todo lo cual recomienda que se lo lea en ediciones anotadas (y ese es un reproche que se puede hacer a los PDF de la obra de Dos Anjos en el sitio web del Mec brasileño).
EL CASO SINGULAR
Sin duda, Dos Anjos fue un poeta muchas veces excesivo, implacable en el lenguaje, obsesionado (ciertamente se lo puede leer como un caso psicoanalítico), de una estética a veces monocorde. Pero esa estética, “dark”, tan próxima a los “góticos”, estaba como destinada a tener la mejor recepción sobre todo entre los jóvenes, que parecen compartir con el poeta la perplejidad por el mundo material. Un siglo después, la actualidad de Dos Anjos se renueva, para todos, en un mundo signado por el virus, el átomo, los grandes síndromes casi incomprensibles.
El impacto de su lectura lo resumió mejor Carlos Drummond de Andrade en 1984: “Leí Eu en mi adolescencia y fue como si me dieran un puñetazo en la cara. Jamás había visto antes, engarzadas en endecasílabos, palabras extrañas como simbiosis, mónada, metafisicismo, fenoménica, quimiotaxia. Zooplasma, intracefálica… ¡Y funcionaban bien en sus versos! Al espanto siguió una intensa curiosidad. Quise leer más ese poeta diferente de los clásicos, de los románticos, de los parnasianos, de los simbolistas, de todos los poetas que conocía. La lectura de Eu fue para mí una aventura riquísima. Enriqueció mi noción de la poesía. Vi cómo se puede hacer lirismo con dramaticidad permanente, que se graba para siempre en la memoria del lector. Augusto dos Anjos continúa siendo el gran caso singular de la poesía brasileña.”
AUGUSTO DOS ANJOS (1884-1914) POEMAS
(Trad. de Alfredo Fressia)
LA IDEA
¡¿De dónde viene?! ¡¿De qué materia bruta
Viene esa luz que sobre las nebulosas
Cae de inorgánicas criptas misteriosas
Como las estalactitas de una gruta?!
¡Viene de la psicogenética y alta lucha
Del haz de moléculas nerviosas,
Que, en desintegraciones maravillosas,
Delibera, y después, quiere y ejecuta!
¡Viene del encéfalo oculto que la ciñe,
Llega en seguida a las cuerdas de la laringe,
Tísica, tenue, mínima, raquítica…
Rompe la fuerza centrípeta que la amarra,
Mas de repente, casi muerta, se depara
Con el harapo de la lengua paralítica!
PSICOLGÍA DE UN VENCIDO
Yo, hijo del carbono y del amoníaco,
Monstruo de oscuridad y rutilancia,
Sufro, desde la epigénesis de la infancia,
la mala influencia de los signos del zodíaco.
Profundísimamente hipocondríaco,
Este ambiente me causa repugnancia…
Sube a mi boca un ansia como el ansia
Que escapa de la boca de un cardíaco.
Ya el gusano – ese obrero de las ruinas –
Que la sangre podrida de las matanzas
Come, y a la vida en general declara guerra,
Va acechando mis ojos por roerlos,
Y ha de dejarme sólo los cabellos,
¡En la frialdad inorgánica de la tierra!
SOLITARIO
¡Como un fantasma que se refugia
En la soledad de la naturaleza muerta,
Por tras de los yermos túmulos, un día,
Fui a refugiarme a tu puerta!
Hacía frío y el frío que hacía
No era el que la carne nos conforta…
¡Cortaba así como en la masacre
Del cuchillo incisivo el acero corta!
¡Pero tú no viniste a ver mi Desgracia!
¡Y yo salí, como quien todo repele,
-Viejo cajón cargando destrozos-
Llevando sólo en el despojo/casco tumulario
El pergamino singular de la piel
Y el sonajero fatídico de los huesos!
ALA DE CUERVO
Ala de cuervos sanguinarios, ala
De mal agüero que, en los doce meses,
Cubre a veces el espacio y cubre a veces
El tejado de nuestra propia casa…
¡Perseguido por todos los reveses,
Es mi destino vivir junto a esa ala,
Como la ceniza que vive con la brasa,
Como los Goncourt, como hermanos siameses!
Es con esa ala que hago este soneto
Y la industria humana hace el paño prieto
Que a las familias de luto martiriza…
Es aun con esa ala extraordinaria
Que la Muerte –la costurera funeraria-
Le cose al hombre la última camisa!
A MI PADRE MUERTO III
¡Pobre mi Padre! La mirada la Muerte le vidria.
En sus labios que mis labios besan
Microorganismos fúnebres pululan
En una fermentación gorda de cidra.
¡Duras leyes las que los hombres y la hórrida hidra
A una sola ley biológica vinculan,
¡Y la marcha de moléculas regulan,
Con la invariabilidad de la clepsidra!…
¡Pobre mi padre! Y la mano que llené de besos
Toda roída de insectos, como los quesos
Sobre la mesa de orgiásticos festines!…
¡Amo a mi Padre en el atómico desorden
Entre las bocas necrófagas que lo muerden
Y la tierra infecta que le cubre los riñones!
VERSOS ÍNTIMOS
¡¿Ves?! Nadie asistió al formidable
Entierro de tu última quimera.
¡Sólo la Ingratitud –esa pantera-
Fue tu compañera inseparable!
¡Acostúmbrate al fango que te espera!
El Hombre, que en esta tierra miserable,
Vive, entre fieras, siente inevitable
Necesidad de también ser una fiera.
Toma un fósforo. ¡Enciende tu cigarro!
El beso, amigo, es la víspera del escupitajo,
La mano que acaricia es la misma que apedrea.
Si a alguien tu llaga causa pena,
¡Apedrea esa mano vil que te acaricia,
Escupe en esa boca que te besa!
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