Circo romano de Guillermo Meléndez

Jonathan Gutiérrez nos habla de las bondades de este libro y de su autor regiomontano.

 

 

El poeta lúdico y su Circo Romano

Escrito por Jonathan Gutiérrez

Conocí a Guillermo Meléndez* en dos ocasiones distintas, aunque esto parezca un relato más de nuestra naturaleza deforme en Latinoamérica. La primera fue en busca de un poeta regiomontano para la quinta semana de la literatura, organizada por la Sociedad de Alumnos en Letras Españolas del Tecnológico de Monterrey, en el año dos mil seis.

Figuraban nombres como los de Guillermo Velázquez, Saúl Ibargoyen y Benjamín Valdivia, y su servidor estaba comprometido a encontrar a alguien con el nivel y carisma deseado para el tema "México y el mexicano". Para mi prematura noción literaria, yo sólo conocía poetas balines y Heine como el nombre de una cerveza. Soy un mozalbete garapiñado en pedantería, dije y me vi acorralado con las palabras en el hocico.
Mi misión era complicada, también confusa y desorganizada. Un maestro mío, a quien estimo tanto, mencionó el nombre de Meléndez y de inmediato me dirigí a la librería más cercana de CONARTE. Era casi el inicio de Pedro Páramo: Vine a CONARTE porque me dijeron que aquí vivía mi padre, un tal Guillermo Meléndez. Claro…él no era ni es mi padre, pero admito que ha sido algo paterno en mis lecturas e incluso en el mismo proceso de escritura. Yo llevaba una nieve de limón y, para mi sorpresa, el primer libro suyo que leí ese día fue "El cuaderno de la nieve". La segunda ocasión que lo conocí fue en el bar Reforma, sentado en la parte media, cerca de la pared, como si fuera a hacer un salto mortal hacia la barra del lugar. "No hay duda…sí es de Galeana", dije y, al acercarme, lo demás fue ficción.

No sería hasta Octubre del 2007 que daría a luz una de sus obras más importantes y, me atrevo a decir, una de las más logradas en la ciudad de Monterrey. Estoy hablando de "CIRCO ROMANO", publicado por Ediciones El árbol y La Secretaria de Cultura del Estado de Michoacán. Dicho poemario había permanecido inédito por muchos años, quizá una cantidad mayor a mi edad, entre baúles, polvo, viajes y oportunidades para su publicación.
¿Qué mayor crueldad que la del espectáculo? ¿Qué mayor crueldad para las palabras que la poesía y hombres enanos? Mujeres barbudas, payasos sin maquillaje, matachines distintos a los saltimbanquis de Apollinaire, o siameses burócratas con rojos estigmas artísticos: esto es solo un pequeño sabor de los espectadores dándose la espalda con el entretenimiento. Más que evasión, el circo de Guillermo Meléndez es confrontación y humor fino, cortando cabezas desconocidas hasta robarles risas ignorantes.

CIRCO ROMANO se divide en cuatro secciones: I, II, III y Espectadores. Cada uno de ellos, posee en el inicio epígrafes que connotarán unidad al poemario, como si todas fueran contestaciones o cartas a los poetas en la condición humana del circo que, como la vida y lo cotidiano, es el exilio más deforme o esperpéntico por excelencia (David Toscana, también lo usa en Santa María del Circo, modesto homenaje a Onetti). Ramón López Velarde, Vladimir Holan, Eliseo Diego y Alberto Caeiro forman los cuatro puntos cardinales que introducen a la lectura del escrito y, en consecuencia, los versos como cartas a viejos poetas. ¿Cuántas veces, como el payaso, no hemos visto la luz del parto luego del exceso y el carnaval?:

Mi piel no es la de Dyonisios

Pero amo mi doble nacimiento

-el primero del dolor de mi madre,

El otro en la banca de un parque

Cuando el sol callejero me despierta,

Crudo, entre sauces y álamos

Payaso, vagabundo, robachicos…la carpa es otra extensión más del cuerpo para los habitantes de las sombras y el estrellato popular, mejor dicho, del estrellato humano. El espectáculo es la cruda ajena, mis idas al baño, las bragas de la secretaria (yo pensé en una) o la muerte de un hombre en el periódico:

Murió decapitado por el tren

Dejando como única pista

La carta del adiós y un soneto inconcluso.

Su cabeza estalló como ciruela y su sangre

Ennegrecida por el sol tiñe de luto los durmientes

[…]

Se emboba con ríos de oro, con pianolas,

Con gatilleros que disparan sin fallar a las moscas,

Y descuida su falda hasta mostrar

El triángulo que forman el pubis y sus muslos.

"Función Gratis" es el poema, como gratis es la función que uno de los editorialistas de esta revista le da a los lectores, no sólo en lo que dice, sino, posiblemente, en la hilarante ignorancia que muestra por momentos luego del amargo empate de los rayos del Necaxa contra los gladiadores de San Luis.
Varios comentarios se han dicho en torno a Guillermo Meléndez. "¿Órfico o dionisíaco? Lo cierto es que le gusta toda clase de cultivos, la literatura incluida, pero mucho más sus plantas de geranios y hierbas de olor; los rosales y listones; las julietas y romeos y algo más……la amistad." dice María Belmonte respecto al poeta de Galeana. Gerrado Ortega, en Milenio, 18 de abril de 2007, dio a conocer a Guillermo Meléndez como el mejor poeta del área metropolitana de Monterrey y aunque Ernesto Castillo haya sido prudente en la mención de este artículo, me atrevo a decir que no hay equivocación: la única sería la confianza de la estadística, el sesgado proceso para obtenerla, y no la realidad de los poemas.

Roberto Bolaño alguna vez mencionó que la poesía chilena cambiaría el día que se leyera bien a Enrique Lihn. En mi opinión, el día que se lea bien la poesía de Guillermo Meléndez, la poesía de Monterrey cambiaría para bien y tranquilidad de los círculos. Sin embargo, mi malicia me pide que no sea así. No. De lo contrario, ya no podré reírme a gusto de las cabezas que ruedan alrededor y en medio de sus poemas.

 

*Guillermo Meléndez nació en Galeana, N.L., el 25 de junio de 1947. Es licenciado en derecho por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Es autor de varios libros de poesía como "Perdido mas no tan loco" (cuadernos el moro, Monterrey, 1979), Jacinto enloquecido (STUANL, Monterrey, 1985), "Cifra incierta" (en el colectivo Estrategias de la nostalgia, UNAM, México D.F., 1989), "Astillas de arce" (Escuela Normal Miguel F. Martínez, Monterrey, 1989), "Diario de Sillayama (ayuntamiento de Guadalupe, N.L., 1993), "La penúltima piel" (Ediciones del azar, Chihuahua, 1994), "Inmundi" (ediciones Toque, Guadalajara, Jalisco, 1995), Memorias del aljibe (Libros de la mancuspia, Monterrey, 1998), "Ciudad del náufrago" (Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 2002), "Cuaderno de la nieve" (CONARTE, 2004), "Circo Romano" (Ediciones El Árbol, 2006) y "El legajo de la noche" (Ediciones Intempestivas, 2008).

 

 

Un comentario

  1. Julio César Méndez