Presentamos una muestra de la poesía de esta poeta colombiana que en su hoja de vida acusa ya un buen número de publicaciones de poesía y narrativa.
Nana Rodríguez Romero (Colombia). Es Poeta y narradora. Sus minificciones han sido publicadas en antologías de España, Argentina, México y Colombia. Becaria del ministerio de Cultura de su país. Premio Nacional de poesía Ciro Mendía 2008. Entre sus obras de poesía y minificción publicadas están: Hojas en mutación. Permanencias, Lucha con el ángel, Antología de poesía, El bosque de los espejos, El oro de Dionisios. La casa ciega y otras ficciones, El sabor del tiempo, Efecto mariposa, Elementos para una teoría del minicuento. Graduada en Psicología educativa y filosofía, Literatura y Semiótica. Profesora de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.
Poemas del libro La piel de los teclados
Premio Nacional de Poesía Ciro Mendía 2008
Bajo la luz de las farolas
los árboles musitan la antigua canción de aire
declaran su amor al rojo encendido
de los edificios bajo el sol del atardecer
en esta ciudad de cielos que se estremecen
ante la proximidad de la noche.
Los cerros se alzan con sus murallas de vegetación
signados por casas furtivas y nómadas de la soledad
que horadan las calles con sus ojos de asfalto
de vidriera o de neón, en busca de una quimera
que pueda dar significado al paso de los días.
Desde las terrazas del sueño la inocencia se balancea
al borde del abismo, desafía la caída vertiginosa
para observar las paralelas que conducen al sur
hacia las tierras de la oquedad y del olvido.
Bajo la luz de las farolas
camina en silencio la poesía.
*
La plaza es un escenario de la ilusión
para un cuadro de Chirico
con el paseo de las sombras que crecen
hasta tocar las escalinatas de la catedral
inmensa de soledad y piedra.
Una lluvia de hojas doradas
ha caído sobre mis hombros
¿será el advenimiento del otoño
o los dioses que nos quieren brindar
una prueba de la levedad en nuestras vidas?
El sol declina su luz sobre las baldosas
empiezo a desandar los pasos de este día
y desde el silencio de los balcones
pido a las estrellas
proteger esta ciudad con murallas invisibles
mientras mis ojos duerman.
*
Habito una ciudad inmensa
una ciudad a contraluz, con acequias de tiempo
que conducen a pozos sin memoria.
Cada habitante ha construido
una doble faz de polvo y agua
sus casas se ventilan con el vaivén
de las palabras y el olor del légamo
que subyace en las horas de la fatiga
y los placeres.
En los días de verano, las celosías
se abren como piernas de mujeres
expuestas al goce o al delirio de la tarde
con gritos de gaviotas que se estrellan
contra el infinito
y caen y caen y caen
ebrias en brazos del vacío.
Esta ciudad inmensa
cabe en uno de mis puños.
*
Los habitantes del destierro se refugian en la ciudad
como si fuera una madre que abastece los deseos
simulan israelitas que en tiempos bíblicos
creyeran en una tierra prometida.
Deambulan con su retazo de hogar que ya no existe
la guerra ciega los ha enviado a trasegar por la incertidumbre
del asfalto y del ruido como gitanos sin carreta y sin destino.
Las mujeres disminuidas sobre aceras, con sus hijos en el regazo
pregonan su condición de miedo y desalojo
invocan a un dios que quizá haya perdido los oídos.
Monedas que tintinean en sus manos proveen el pan
sus ojos alucinan tras el humo de la ciudad:
loros y garzas, palmas y esteros
lluvia limpia y generosa, no esta lluvia de ciudad
hecha de amargura que se convierte en frío y lodo.
*
Con la cabeza entre las manos
me hundo en la oscuridad
echo las redes para buscar imposibles
en el reino del secreto.
Mi cuerpo se empapa de corrientes
al atravesar el umbral
lleno mi alacena con especias y granos de ámbar
ofrenda para el ojo y el oído ávidos del milagro.
Mis dedos oprimen los párpados ciegos
iluminados por revelaciones
pluma de ángel o grito de tiniebla
acertijos encadenados por un suspiro
durazno de la luna que palpita
en la noche de los conjurados.
*
El gato duerme y se cierra sobre sí mismo
el tiempo no existe para su sueño de veinte horas
mientras mi alma lo observa en la vigilia de las tardes.
Me detengo ante sus ojos que no parpadean
y pienso si el misterio está en esa quietud verde
en la perfecta simetría de su movimiento,
quizá deambulas por palacios del antiguo Egipto
o pisas como una bailarina las huellas del abismo…
¿Acaso sabes de la noche de los despojos
o las hogueras de la Inquisición
cuando los cuerpos eran brasas que se extinguían bajo el cielo?
¿Qué sabes de mí, cuando me rozas en silencio
y te arqueas como una sinfonía de piel bajo mis manos?
*
Apuntar a un firmamento
mientras un pájaro regurgita las horas
al filo del amanecer.
Tengo todas las armas entre mis dedos
y este dispositivo que dispara signos
de izquierda a derecha
palabras que quieren significar
a riesgo de un tiro de culata.
Apuntar hacia el centro del corazón
sembrar girasoles
en su carnosidad esquiva
la pluma es una granada que florece
la espada: un filo que provoca.
*
Un paisaje de dunas es el tiempo
las arenas de hoy no guardan la semejanza
con el ayer, que reunidas suelen ser el conjunto
de todos los instantes.
La fina arena entra en mis ojos, esa persistencia del deseo y la mente
no deja ver la pequeña rama que florece en el café de una tarde
cuando las voces adquieren el tono de la confesión
ante la inmanencia secreta del porvenir.
El reino del encuentro yace en la onda que se dibuja
sobre las crestas de los médanos tocados por el sol
el goce es su único imperativo antes de la devastación del viento
antes de las certezas que anteceden la muerte..
entonces,
¿qué sentido tiene desperdiciar la sangre en faenas inútiles
en acumulación de bisutería y abrazos al vacío?
*
Es el momento de la emigración
los campos antes preñados de lilas
se han convertido en estepas
donde sólo florecen lobos afilados.
Iré a tierras más benévolas
me uniré a la estampida de las gacelas
y haré de la perseverancia un escudo
para alcanzar los abrevaderos
que alguna vez me prometieron.
No habrá tregua, cerraré los ojos y los oídos
a la asonada, las piedras no alcanzarán mis frutos
haré del silencio la mayor fortaleza
y oficiarán de centinelas los versos
que noche a noche mastico sin pudor.
Es el tiempo de los refugiados.
*
Hoy me acompaña una poeta
voz recia llena de ideas y presagios
un ángel sin cielo por los hombres degollado
con sus retazos de tiempo perdido en cualquier parte.
La poesía es cruel como dice el tango de Discépolo
embiste en un momento sin sol y sin faenas
inunda de verdad el desconcierto
hasta domar los potros de la oscuridad
fustigados por una mano de doncella.
Somos la maquinaria de un antiguo reloj
cuya arena es infinita como las estrellas
y las moléculas benditas en el agua,
pasajeros de una isla cósmica
enamorados de las cúpulas rojizas por el sol
y la luna reflejada en las pupilas.
Un canto, un salmo, una denuncia escrita con pasión
testimonio de una vida que se ha jugado hasta el final
entre sorbos de espuma y órbitas domésticas.
Hoy me acompaña Rosario Castellanos
*
Tengo el linaje de las mujeres
que aman o no aman
nací un día de mayo en el que mis palabras
fueron aves de media noche
ante una madre sin manto ni estrellas
que me enseñó los secretos del desamor.
He sido guerrera de causas invisibles
bajo mis árboles inquisitorios de soledad
el agua del cielo no ha sido suficiente
para limpiar las cenizas del patio
que saben a confitura de ajenjo y lodazal.
Tengo el linaje de las mujeres que han bailado
sin música
con caballeros de ala adversa
y armadura de cobre en tempestad.
*
Soy lo que soy:
un pájaro que se estrella contra los ventanales
y con anhelo mira la estela de un cometa
en el espacio del inmenso Galileo.
Amanezco
y mi cuerpo proclive al deseo de los hombres
florece en medio de burbujas de tiempo indiferente
las luces que han puesto sobre mis hombros
son la catapulta que me lanza hacia el reino de la nada.
Soy una estrella que naufraga en aguas luminosas
soy un invento ajeno a mis propios espejismos.
*
Mis claves han sido escritas en piedra de Rosetta
por una mano desconocida que me imaginó
en un recinto de la historia vedado hasta entonces
a la presencia femenina.
Amé la poesía como un crisol en el que se revela el universo
escribí con el fuego de la vida, mi recorrido por los mundos
de Roma, Grecia y la Edad Media me hicieron testigo
de verdades que comprendí sin restricciones.
Emperadores, mèdicos, sabios, escritores de oriente y occidente
trasegaron por los intensos días de mi memoria
con su historia confiada a los misterios de la creación
que di cuerpo en la piel de los teclados.
La suma infalible de los años
me sustrajo los efluvios del talento y la sustancia
amé a una mujer que me acompañó con serenidad
por los vaivenes del cuerpo y las ideas.
4 comentarios