Fernando Sorrentino pone en la lectura de los seguidores de La Otra-Gaceta una interesante polémica entre el autor del Aleph y un personaje a quien no adelantamos descipciones ni referencias porque el autor de este artículo lo dice muy bien.
Borges Vs Francisco Soto y Calvo
Fernando Sorrentino
Lejos de referirme al maravilloso relato de nuestro no menos maravilloso amigo K., procuraré revivir algunos episodios de la lucha que, hace más de ocho décadas, sostuvieron Jorge Luis Borges y Francisco Soto y Calvo.
Todo el mundo sabe quién es el primero, pero pocas -poquísimas- personas han oído siquiera hablar del último.
Este curioso personaje -traductor de centenares de poesías de las más diversas lenguas- despertó mi atención y se convirtió en figura protagónica de dos de los artículos que yo solía publicar en la ahora extinta sección El Trujamán, del Centro Virtual Cervantes: «El ilimitado don Francisco Soto y Calvo»1 y «El vuelo del águila»2.
Las cosas sucedieron así.
1. En 1926 Jorge Luis Borges, Alberto Hidalgo y Vicente Huidobro publican, prologan y compilan una antología titulada Índice de la nueva poesía americana (Buenos Aires, El Inca, 1926).
2. En 1927 Pedro Juan Vignale y César Tiempo publican la antología Exposición de la actual poesía argentina (1922-1927) (Buenos Aires, Minerva, 1927).
3. En ambas compilaciones están representados muchos de los poetas jóvenes de aquella época. Entre ellos, naturalmente, el promisorio Jorge Luis Borges, que entonces andaba por los veintisiete o veintiocho años de edad.
4. Como ecos de estos libros, y casi simultáneamente, entre 1926 y 1927 Francisco Soto y Calvo -que tenía ya sesenta y ocho años- publica tres volúmenes de extrañísimos títulos:
a. Los poetas maullantinos [sic] en el arca de Noé.
b. Exposición de zanahorias de la actual poesía argentina.
c. Índice y fe de ratas [sic] de la nueva poesía americana.
La intención paródica y burlesca es más que evidente. En ellos se dedica a intentar mofarse de los poetas incluidos en el Índice de la nueva poesía americana y en la Exposición de la actual poesía argentina (1922-1927).
En cada uno de los tres libros don Francisco arremete contra Borges:
En Los poetas maullantinos (1926) dice (copio escrupulosa y textualmente):
JORGE LUIS BORGES
Quizá este extraño gato de arrabales
Que mayidos buscó sensacionales,
Errado se imagina
Que el GENIO pégase con la gomina.
Extranjeros marrajos como grajos
Le han desbagado y muévenle los gajos
Y, sin alzarle a que produzca nada,
Movilizan la TAIFA,
En la que aplaude toda la MORADA,
Y, de una dentellada,
Se comen la azufaifa!
En Índice y fe de ratas (1927) escribe:
JORGE LUIS BORGES
No hago reparos:
-Que tí, no hay Jorges
(Digo) más raros!
Tal, que si ingenio
Dá la rareza,
Es tu cabeza
Como tu corazón grande proscenio
De Genio…
Donde oficia de ingenio la simpleza…
Por último, en Exposición de zanahorias escribe:
JORGE LUIS BORGES
Parece mentira
Que un chiquillo de tanto talento
Se lo pase frotando de ungüento
Su lira!
De rodillas sobre granos de maíz, y ante quien quiera contemplarme, juro, rejuro y recontrajuro que no he inventado absolutamente nada y que Francisco Soto y Calvo, en efecto, escribió estos disparates (y aun otros mayores y más extensos, que no hay para qué transcribir).
Acaso por su juventud, Borges no advirtió que -como suelen decir- «en el pecado está la penitencia» y se tomó el trabajo de responderle. Entre las páginas 143 y 144 de la revista Síntesis (año I, n.º 4, septiembre de 1927) corre la reseña que Borges escribió del Índice y fe de ratas de la nueva poesía americana. (Sea por distracción de Borges o por fallas en la composición tipográfica, en el título del libro aparece la palabra erratas por ratas; yo tuve el volumen en mis manos y puedo garantizar que Soto y Calvo apeló a la paronomasia de la última palabra.)
La nota de Borges empieza así:
Francisco Soto y Calvo -que no alcanzan entre los tres a uno solo- acaba de simular otro libro, no menos inédito que los treinta ya seudopublicados por él y que los cincuenta y siete que anuncia. No exagero: el nunca usado Soto es peligroso detentador de un cajón vacío, en el que cincuenta y siete libros inéditos nos amagan. Todos los géneros literarios, desde el ripio servicial hasta el plagio fiel y erudito, han sido cometidos por este reincidente sin fin. Se declara autor de una Antología de poetas latinos (2 tomos) y latinea tan mal, que el epígrafe de su libro es esta sentencia
Ad majorem ARS gloriam,
en que el nominativo está conchabado, porque sí, para genitivo.
Etcétera, etcétera. Sin duda, estamos en presencia de un elefante que masacra a una hormiguita. Desde luego, Borges y sus amigos habrán disfrutado de estas delicias irónicas; no obstante -y porque conozco muchas personas cuya atroz estupidez las reviste de una coraza impenetrable-, tengo la absoluta seguridad de que Soto y Calvo no entendió una sola palabra del texto de Borges y, muy satisfecho, se consideró vencedor de la desigual contienda.
Soto y Calvo -nacido en 1860- murió en 1936; Borges, cincuenta años más tarde. Sin embargo, el medio siglo transcurrido no alcanzó para atenuar el rencor guardado hacia su insignificante adversario, como puede verse en el citado trabajo «El vuelo del águila».
Borges, a pesar de su inteligencia superior, no tuvo el tino de ajustarse a dos dichos que corren por estas llanuras bonaerenses: «No hay que dar por el pito más que lo que el pito vale» y «No hay que gastar pólvora en chimangos».
1. http://213.4.108.133/trujaman/anteriores/noviembre_01/15112001.htm
2. http://213.4.108.133/trujaman/anteriores/diciembre_01/14122001.htm