«En la puerta del aire». Fragmento del extenso poema leído por su autor, Pedro Alejo Gómez, actual director de Casa de Poesía «José Asunción Silva» de Colombia.
Pedro Alejo Gómez (Colombia, 1953)
En la puerta del aire
Iba yo en una esquina del aire
gastando recuerdos
en la esfera inmensa de la luz
asomado a la región entre las manos y el tiempo
Iba la luz diciendo sus cosas
en una hora del aire
que no habían gastado ciudades ni monedas
Iban los pájaros galopando cielos
praderas azules
en la puerta del aire
Y en las alturas nómadas de la cima del ala
se abría el tamaño de los colores
en el incendio de la luz
Un litoral de más grandes tintas
alumbraba el vuelo
desde los países vertiginosos del alba
hasta los reinos rojos de la tarde
Ardían de distancia todas las formas
Bosques y prados ardían en el verde
y campos maduros de espigas
y largas, desiertas arenas
se encendían en el más alto amarillo
En tanto una pálida luz
brillaba en el oro de los templos remotos
feroz como vidrios en el agua
y a sus puertas había huesos de luna y lenguas de polvo
tributos pagados en la moneda dura de los actos
arras expiadas en recuerdos ajenos
Y sobre los obeliscos
en la intemperie del tiempo
caía lenta la lluvia
Voces de grandes muertos decían
Eres un viaje si esa es tu mejor historia
Iba la luz apagando oscuridades
Fuego frío que prendía abismos
Y su esplendor regía las imágenes
y el otro errante espejo oscuro de la sombra
Iba yo mirándome en el espejo de las cosas
y era azul en el cielo
y veloz en los potros
Lentos árboles soñaban en los pájaros
amores a una distancia de alas
y sus ramas se hundían como raíces en el cielo
Verde espejo sonoro
Sibila en las silabas de las hojas
Voces de pájaros en los ojos decían
Busca el vuelo más antiguo en la mirada
Ala: espejo del cielo,
lámpara en la luz
Centelleos en el agua eran luciérnagas de día
relámpagos de recuerdos desconocidos
Ciervos
sin más nombre que verlos
veloces como espejos
rezagaban su recuerdo
Iba el agua lavando el tiempo
Arena en las riberas -piedra antigua-
Lento relato del agua
Oro del tiempo
Era la luz en las manos
y el viento era el tiempo
Iba la tarde trayendo las cosas de cerca
conejos azules,
sueños de ciervos dormidos en el lecho de la luna
y un súbito aleteo de recuerdos
que volvían de su largo viaje
Un rescoldo de luz en las palabras
alumbraba en la noche
remotas distancias
Y en la mañana oscura de las luciérnagas
media luna
sin saber si la luna que falta
es un recuerdo o un deseo
Y había una hendidura en el aire
Una linterna era el murmullo del agua
que alumbraba entre el sueño y la muerte.
Eran los rostros desnudos
Y la voz era un lugar en el aire:
Faro en la noche sea para ti mi voz más pura de mujer
Ciudad sea para ti mi rostro de extranjera
Sílabas de mí soy en tus manos:
dime.
Ríos atravesaban nuestro lecho
y había pájaros en sus manos
Iba yo en el espejo de sus manos
Traía la noche en los árboles
un sonido de velas
–
alas verticales-
alertas a grandes vientos
Iba la gran proa del mundo
surcando abismos azules
Y en la más esbelta cintura de la luz
el labio asombrado del ojo
a una altura de silencios cintilantes
Una música más lejos se oía
La tierra es un cíclope, su ojo es el hombre
Iba la tierra como un barco en el universo
surcando los más altos azules