La dama de las camelias
Los fantasmas le piden limosna al viento
alimentos invisibles
servidos por los que van de paso
al país de las alas.
Bajo las nubes pregoneras
los muertos olvidados
hacen fila esperando mejores vidas.
Algunos fantasmas se agolpan
como aves de rapiña
cuando alguien les tira un hola desvelado.
Entre la algarabía de las voces
el tiempo teje ramos marchitos
sobre las telas de las almas.
Los gritos secos son los billetes
con los que compro el boleto al miedo.
Edipo en Colono
Hay tanta distancia
entre el ansia y lo cumplido
que solo quedan los lamentos.
Qué poco queda de nosotros:
los pasos se van,
los ojos se vuelven ciegos.
Tan poco queda,
que ni las lagunas efímeras
de las calles ebrias
confirman las distancias
que nos llevan hacia dentro.
Qué poco queda de nosotros mismos,
acaso una flor,
una mirada,
el chiste flojo para salir del paso.
Ni aun la metáfora
bullendo en medio del deseo
puede decir
qué poco queda de nosotros mismos.
Papillón
De cosas simples la vida
construye el vuelo de las mariposas,
los ojos que se deslíen en el horizonte,
las ilusiones, el pan del desacierto
y la cuchara para comer de la angustia.
La vida, de cosas simples,
arma el alboroto
para que los futuros fantasmas crean en un dios
o en una guía servida para sus pasos.
De cosas simples,
al azar,
la vida nos conjura
para que olvidemos la mezcla
universal del desengaño.
Tabla Esmeralda
Así como arriba abajo
Hermes Trimegisto
Si como arriba abajo,
los dioses también serán cruzados por el frío
cuando en las noches largas
un firmamento vacío los cobije.
Y pasarán sus tardes frenéticas
bebiendo angustias
en los tazones de los paraderos atestados.
Si como arriba abajo,
los dioses irán en fila
a consultar las pitonisas
para huir de sus días
plagados por los fragmentos
de una dicha descompuesta.
Si como arriba abajo,
los dioses soñarán despiertos
alcanzando un horizonte
que se aleja esquivo
mientras a sus casas
llegan felices los viajeros
que vienen del país de las cobranzas
con los recibos relucientes.
Si como arriba abajo,
será la esperanza lo primero que se pierda.
Fosca
Hoy que cumplo un millón de años
he decidido formar parte de la jauría de fantasmas.
Los fantasmas de tanto andar errantes
no los fastidian las promesas
ni los triunfos que se desperdigan
sobre el tapiz de la desdicha.
Son inteligentes los fantasmas,
no necesitan asearse
para quitarse de su piel
los rescoldos de la vida
que han dejado las reuniones
los escrúpulos y la urbanidad.
Los fantasmas no se cuelgan adornos
ni las frases importantes
que nos hacen dura la existencia,
los dejan solos en su estar felices
con sus fiestas de sonidos ululantes.
Son indispensables los fantasmas,
si no fuera por su baile
a nadie le importaría el pasado.
Tomás Gradgrind
Ahora arengo las palabras,
las pastoreo,
las llevo cabras por la región cobriza de la agenda.
Sílabas fusas, palabras semifusas
elaboran su función con las frases.
Entre el corcheo entrecortado
los pasos se esfuman
con la explosión atormentada de las citas.
Si mi cayado silencio no las vigilara,
se encabritarían las palabras,
me cornearían
en medio del rebaño de mis días;
mi sol yace desparramado en la pradera.
A veces una coma,
un además se sale de las márgenes
inundando y ahogando mi tiempo.
Ahora pastoreo las palabras
los fantasmas que me turban
son los ovejeros que me ayudan en el redil.
Sancho
Estoy ahíto hasta el cogote
de las cosas que me engordan
con su brutal armonía fantástica.
Estoy ahíto de la moda
que ceno sobre las calles
que cruzan mi ínsula opulenta.
Estoy ahíto,
son los manjares de otro tiempo
lo que busco para llenar mi panza
fragmentada por el silencio y el sigilo.
Que sean mis viandas lo invisible
lo que pierde e inflama el firmamento,
lo que no existe
es bueno para engordar
lo que ansiamos tan adentro.
Ahora lo sé
estoy ahíto
y ni las dietas del Hidalgo
me dan una respuesta.
Fantasmas S.A.
De esta empresa somos socios,
nadie nos conoce,
a nadie hacemos falta.
Somos tan numéricos y gentiles,
intentamos huir del anonimato
inventando fechas
para organizar celebraciones.
Nada nos convoca,
nadie nos invita,
salvo lo que duerme
o no vuelve nunca más.
Cada año nuevo planeamos la reunión anual de socios
para entregar el balance
de nuestras vidas mentirosas.
Esta empresa vive quebrada,
ni aún cuando morimos
alguien desea
recibir nuestras acciones.
Akaki Akakievich
Cuando abro la puerta
entran los fantasmas de mis amigos
con sus canciones distantes
y una flor de disculpas
en el florero quebrado de su boca.
Entre semana entran a pastar
a rumiar sus gustos
sobre mi capote
y sobre las praderas de mi tiempo
bañadas por los cauces de mis manos.
Los fines de semana
se quedan en mi memoria
rascándose su médium
mientras me buscan oficio de bufón.
Pero si no los dejara entrar a mi memoria
se disolverían sus cristales
con el exorcismo del olvido.
Carusso
Siempre que me canto
me sorprendo con la cascada de ruidos
que se van por el sifón.
Me canto en la ducha para limpiar mi voz
del cascajo que dejan los fantasmas
de mis días infelices.
Entonado entono
sones de sobras,
racimos de instantes,
melodías compuestas de risa.
Tras las muchachas
ensayo tocatas,
y si tomo la batuta
una que otra cae en mi canto.
Me canto de todo,
y cuando me hallo en medio de la calle
los espíritus impulsan la lluvia,
siempre hay que afinar bajo la ducha.
Cecilia Jupe
Mi ortografía es sentimental,
siempre de paseo,
no permite que mis subjuntivos
jueguen con el presente;
a veces se van con un qué
cuando les pido a sus rémoras
desprenderse de mis situaciones triptongas.
Es que tengo una vida ortográfica,
saco de su vaina la espada de la tilde
para descabezar mi gerundio
que deambula anegado
en un participio pasado que no volverá.
Y son distantes mis puntos finales,
siempre los reciclo suspensivos
para que mi ahora me invite al circo
donde laboraba mi padre.
Ya no uso las solemnes admiraciones,
me gusta dormir
cuando me invoca el médium.
Li – Po
I
Tenía que parar ahí
era el flash de la luna.
II
Tos
Tos
Tos
es el sonido
de mi raudal profundo
que se va.
III
Por fin el vómito
nada más llevo dentro.
Los miserables
Cuatro y media contra el sol,
mientras hay fiesta en los estadios
la policía persigue a los vendedores.
Como si fueran balones,
a patadas los disparan
contra el arco de la celda.
En el partido no hay árbitro,
al alcalde sólo le gustan
los fantasmas de la anemia.
Lázaro
Todas las mañanas hay un Lázaro,
asombrado se acurruca ante el amanecer
y piensa cómo son de infames los sueños.
Acaso algo en su interior
le recuerde que a lo largo de la vida
uno muere varias veces.
Y los Lázaros se levantan,
se preparan el desayuno cuando hay pan,
salen a la calle
a esperar que el deceso los rescate.
No he visto un sólo Lázaro feliz:
todos le reniegan a la noche
la mala puntería de la muerte.
Sólo algunos fantasmas anónimos
se burlan de su Lázaro,
saben que tras las sombras
siempre hay una tumba.