Carlos Villaseñor y Héctor Cortés Martínez despliegan el triste panorama de la cultura en México. Antes los riesgos de explosiones sociales, los administradores de poder suman al descontento y la frustración popular la depresión cultural.
Libertad cultural Vs Recorte presupuestal a la cultura
Carlos J. Villaseñor Anaya
Escuché comentarios en la radio, en el sentido de que se extraña un evento de la República, donde se renueven cíclicamente los objetivos básicos de nuestro proyecto de Nación.
En su momento, el que decía, el Tlatoani, era el Presidente de la República. Por eso convencer su voluntad era lograr que se modificara nuestro mundo inmediato, de ahí el besamanos.
Confundir la necesidad real de renovar cíclicamente la cohesión y el sentido de nuestro proyecto de Nación, con la solución formal antigua, es una tentación fácil, sobretodo para algunos intereses. No caigamos en ella.
El reto central de hoy es cómo lograr que se exprese y renueve claramente la voluntad Nacional. Si bien la definición del rumbo ya no es monopolio del Tlatoani, tampoco lo es de los medios, de las Cámaras o de los ejecutivos estatales o municipales. Tampoco de los ricos, ni de los líderes medran con la pobreza o la ignorancia.
Más allá de la evidencia de reformar la economía, la educación, el régimen laboral, el sistema de salud, la interacción de los partidos políticos o la seguridad pública, lo que urge es construir un acuerdo mínimo en el que todos coincidamos, para así estar en la condición indispensable para sumarnos en su realización.
En ese orden de ideas, la primera acción prioritaria del Estado Mexicano, y lo que pudiera ser entendido como el primer mandato de la población a los tres poderes de su gobierno –legislativo, ejecutivo y judicial–, es el de restituir la confianza. De los Mexicanos entre sí, de los Mexicanos con los otros y de los Mexicanos hacia sus instituciones.
Probablemente parecerá sumamente ingenuo que diga que el reconocimiento de nuestra memoria y patrimonio cultural históricos, la generación de espacios de conocimiento y aprecio a la diversidad, la promoción del diálogo intercultural, el fortalecimiento de los mecanismos tradicionales de convivencia y balance social; son acciones prioritarias para regenerar la cohesión social y redefinir el sentido de nuestro desarrollo.
Sin embargo, la recuperación de nuestro patrimonio inmaterial es fundamental para fortalecer el tejido social. No es una excentricidad culturosa, el objetivo final es recuperar nuestra visión propia (valga la redundancia) del mundo. El qué pensamos, cómo lo pensamos y para qué, que si bien en México se expresa con gran estética, no agota ahí sus alcances.
Mucho más allá de la estética, son medios que históricamente han probado su eficacia para concertar la participación social de todos los estratos, que los hacen dialogar y jerarquizar sus necesidades, que promueven la confianza y la colaboración con el otro, hacia un fin común.
Pero no sólo en la tradición encontramos esos espacios. Los jóvenes están inventando y ejerciendo nuevas formas de relación, que también deben de ser potenciadas, por su capacidad de generar cohesión y sentido. Ya sea innovando tradiciones, como es el caso del Son Jarocho, o creando nuevas, a través de las tecnologías, las redes sociales o el hip hop, por mencionar algunos ejemplos.
Más que pensar primero en recortar el presupuesto de cultura, lo primero que hay que hacer es redefinir el sentido de la inversión, para destinarlo prioritariamente a la construcción de sociedades inclusivas y capaces de ejercer su libertad cultural de manera corresponsable.
Urge fomentar el reconocimiento y circulación de lo propio, generar espacios de diálogo y producción de interculturalidad, promover la diversidad y fortalecer nuestras habilidades y capacidades para generar confianza e inventar juntos las nuevas formas de relación que –desde lo propio– nos permitan insertarnos con igual dignidad cultural, en un mundo plenamente interconectado e interactivo. En un mundo donde la competitividad estará determinada por nuestra capacidad de producir, atraer y conservar el conocimiento.
Ojalá y alguien escuche y emprenda.
Recorte presupuestal de mil 600 mdp
Héctor Cortés Martínez
hecomartin@yahoo.com.mx
Tomado de Forum 192. Septiembre de 2009. Primera edición sólo electrónica, en 18 años, por el boicot presidencial. www.forumenlinea.com
* Dejar atrás los mecenazgos: Cruz Vázquez * La economía cultural, una realidad en otros países * Es generadora y receptora de recursos.
Como consecuencia de la crisis económica del país y un recorte al presupuesto federal de 85 mil millones de pesos, anunciado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, a pesar de los planes gubernamentales de austeridad; nuevamente la cultura sufre otra embestida, pues de acuerdo a José Alfonso Suárez del Real, presidente saliente de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, la disminución al presupuesto en este rubro será de aproximadamente mil 600 millones de pesos.
Y aunque el legislador acotó que dicho recorte a los quehaceres culturales será en el “capitulo 1000 de Servicios Profesionales”, que se refiere a personal contratado por honorarios y a la compra de materiales de oficina, entre otros, las titulares del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) y del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Consuelo Sáizar y Teresa Vicencio respectivamente, no han detallado lo que significará en las tareas culturales y artísticas, dicha merma a los recursos.
Aunque las reducciones presupuestarias ya se han aplicado en algunas instituciones como es el caso de la Coordinación Nacional de Teatro del INBA, que en el 2008 su presupuesto fue de 27.8 millones de pesos y atendiera alrededor de un millón 200 mil espectadores, en el presente año se redujeron a 22 millones de pesos sus recursos.
Pero al recorte financiero y la falta de un plan nacional de cultura, se suma un desorden presupuestal en este sector, es decir, que el insuficiente presupuesto se aplica o ejerce de manera ineficaz, pues de acuerdo a la Auditoría Superior de la Federación (ASF) de la Cámara de Diputados, al fiscalizar la Cuenta Pública 2007, instituciones del subsector cultura de la SEP , entre ellas, el INBA, CNCA e INAH, reportaron serias faltas, por no contar con un sistema de control presupuestal (El Financiero, 25-III-09).
Por ejemplo, en el Instituto Nacional de Antropología e Historia, particularmente en los programas de Obras Públicas en Inmuebles, Zonas Arqueológicas y Museos, en las regiones centro, norte y sur del país, se detectó un subejercicio, al ejercer 108 millones 621 mil 200 pesos, cuando el presupuesto autorizado era de 126 millones 857 mil pesos y solamente se reintegraron 332 mil 200 pesos, quedando pendientes por comprobar o recuperar 117 millones 903 mil 600 pesos.
En caso similar, la ASF determinó que el INBA no contaba con un equipo suficiente para la guarda y custodia de piezas a su resguardo, por lo que se registraron 201 obras desaparecidas, 72 dañadas, 80 obras artísticas “extraviadas” y 296 piezas robadas, mientras que en Conaculta se detectó un subejercicio en su presupuesto por 9 millones 504 mil pesos.
Por ello, artistas, docentes y trabajadores de estos organismos exigen una reunión con las titulares del CNCA y del INBA, para “aclarar cuáles son las políticas del ejercicio presupuestal en el subsector cultural, la falta de transparencia en los criterios de toma de decisión en el ejercicio del gasto y en el desempeño institucional, entre otras dudas”, ( La Jornada , 17-VIII-09).
Sin embargo, la falta de un presupuesto suficiente para la actividad artística y creativa en el país no es solamente el único problema, pues de acuerdo al investigador Eduardo Cruz Vázquez, quien junto con Rafael Campos Sánchez, creó el Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura, “están agotadas las políticas culturales en el país. El problema que vive el sector (cultural) tiene un componente económico muy importante. Hay que hacerlo viable.
Para el investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco (UAM-X) se requiere de un cambio de actitud institucional y una cuidadosa revisión del papel de la iniciativa privada: “Por eso la industria editorial no vende libros, las salas de conciertos siguen semivacías, las fundaciones y asociaciones civiles se mueren de hambre, porque todo se quiere resolver a punta de mecenazgo, de gratuidad y de subsidio. Hay que reconocer que la economía cultural es una realidad en otros países, distinguiendo empresas e instituciones culturales”.
Cruz Vázquez, afirma que se debe pensar en políticas públicas y privadas que incentiven una planta productiva (cultural) ya existente, “pues lo que está en juego es la generación de empleos, de qué va a vivir la gente que eligió una profesión, un oficio, una forma de quehacer, de vida relacionada con procesos de generación de conocimientos o creativos”, además de que asegura no existe un censo de quiénes y cuántos trabajadores de la cultura existen.
Insiste, se debe reconocer que el sector cultural en México se encuentra “fuertemente intervenido por el Estado por el excesivo corporativismo heredado”, por lo que la propuesta de su grupo conformado por 13 investigadores sociales, humanistas y economistas del medio, se centra en “el reconocimiento a la economía cultural, para enfrentar con seriedad y sin falsos romanticismos, la generación, captación y asignación de recursos, tendientes a generar empleos en una industria cultural que opere con incentivos fiscales.
Ver tercer informe de gobierno