La poesía de Lucas Matus

lucas-matusPara el poeta Lucas Matus, la poesía se construye desde los sueños, se escribe a través del registro del hombre, puede nacer en una grieta, en los labios de una luna, en las esperanzas de un caracol o en el acertijo de un laberinto. La esencia de su trabajo poético se concentra, en el recuerdo onírico: ¿Qué somos los hombres, sino sueños? Nos hace reflexionar el autor en cada uno de sus versos.

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Coordinador de la sección: Guillermo Carballo

 

 

LUCAS MATUS

 

lucas-matus

 

Es co-fundador y Director del Colectivo “de Lobos & Sirenas”, proyecto que difunde la poesía y el cuento como elementos vinculantes de la cultura con las problemáticas sociales. Tiene formación profesional en el área de la salud y Master en Sociología. Se ha presentado en múltiples foros culturales de la ciudad de México y el resto de la República presentando textos de su autoría.

 

 

 

Acomodar despacio las palabras

 

Llego a casa
insomnes las manos,
desesperados los pensamientos.
abrumados los pasos,
cansinos los saludos ajenos
y blasfemos los adioses a destiempo.

 

Me tiendo antropófago de fotografías cercanas
para buscarte
en mis instintos,
en mis laberintos,
en suspiros apenas sofocados,
en los huecos de la mano,
en las arrugas de la cama,
en luces de lámparas asesinas,
en esquinas mortecinas,
en figuras de sombras destiladas.

 

Y así, sin más
o más bien con menos,
me deslizo en papeles sueltos
para acomodar despacio las palabras
en esos lugares que no tienen vacíos,
tus ojos de mar tranquilo,
tu boca de sabores infinitos,
tus senos de pezones erguidos,
tus piernas de humedades trenzadas,
tu vientre de virgen arcaica,
tu cuerpo de basilisca dormida
tu voz arcana.

 

Y acomodar despacio las palabras,
en silencio, en ruidoso silencio
a sabiendas de tenerte,
a sabiendas que no estás…

 

Te imagino y te siento.

 

 

 

Caben

¿XIII? número indefinido…

 

En el hueco de un umbral se esconden las sombras,
los dientes astillados de la noche,
el silencio que huele a madrugada,
la desesperación,
el miedo…
viejas telas de araña,
gente dormida,
pasos que van de paso,
secretos inconfesables

 

el ancho de unas alas…

 

En el hueco de las manos cabe un nombre
Caben todas las expresiones, miles de palabras,
Cabe la geografía de una espalda desnuda, la suya.
En ese vacío que es todo y nada
se acomodan clandestinos deseos,
Caben sus ojos,
los besos distantes,
los abrazos, el sueño…
Caben.

 

En el vano de una puerta vacía
en el hueco de una sola mano,
también cabe una despedida.

 

 

 

Madrugada

 

Más tarde,
en casa de Lando Micco
bebí desenfrenado
persiguiendo,
persiguiendo,
persiguiendo…
huyendo…

 

Después de eso,
todo fue como despertar en una sala de terapia intensiva. 

 

Un blanco vacío que lo llena todo, 

 

memoria y sueño.

 

 

 

Para las que tienen alas

 

También somos las que no vemos

Virginia

 

La lluvia escampa
y la noche amanece… 

 

y desde ahí desde la humanidad que todos somos
surge una voz que se resiste cansada de resistir…
y levanta la voz
sustantiva
engendra
él, ella, los, las que somos
voz comuna,
voz palabra,
voz nombre
voz mujer
para resistirse en el nombre de todos
a los hombres con piel de cordero,
a las mujeres consigna de cuerpo materno
a la boca del lobo que se esconde tras el miedo. 

 

La resistencia surge de los confines más humanos,
del hartazgo mismo de resistir inexistentes,
anónimas,
paradigmas funcionales de un sistema sexista
que se sirve de nosotros como carne de cañón. 

 

Los murmullos de la humanidad trémula,
la carne sometida por el pecado original,
el miedo, las costumbres,
los hábitos, las sotanas
Emergen
se hacen voz en la garganta.
Casi silenciosas al principio,
Casi dichas en voz baja. 

 

A veces da miedo pensar…
Hablar tiene una aparente desventaja. 

 

Hablar desnuda, delata. 

 

Muchas veces,
las voces se oyen calladas tras las puertas,
casi oscuras,
angustiadas,
dichas al oído de la madre, la amiga, la hermana, una vecina de confianza. 

 

El silencio tiene un costo,
un hálito teñido de rojo dolor. 

 

¡Y no más! ¡Basta!
¡Levantamos la voz! 

 

Y desde ahí desde la humanidad que todas somos
surge un mar de voces que se resisten 

 

cansadas de resistir…

 

 

 

Seirến

 

I

 

Antes de cerrar los párpados
me miraste con un remolino en los ojos
y yo dije:
¡El amor todo lo puede!

 

Esa noche no dormí,
puse al resguardo tus manos y mis silencios,
la oscuridad se dejó caer sobre nosotros.

 

Tu llanto de sirena
despertó mi instinto de Odiseo,
solté el timón y las amarras
atraqué en tu orilla
y te miré inmóvil,
de lejos…

 

En vano estreché tu cuerpo
mientras esperaba tu regreso
Quédate luna te dije,
que el amor se mece entre mis dedos.

 

 

II

 

Es bueno quitarse estrellas de mar de los oídos
y dejar que las palabras nos rompan los tímpanos
para saber de que color son las sirenas.

 

Abordarnos argonautas
y arribar a la ínsula de luna creciente de sus palabras
y en pleno uso de nuestras facultades mentales         alienadas
embriagarnos como océanos de mariposas incendiadas
salir volando y regresar insomnes a buscar el hilo de Ariadna.

 

Es bueno deshacer un nudo
en un puño de soledades
y desarmar encrucijadas en su torre de babel.

 

Es necesario morir sin miedo a las palabras,
porque solo ella sabe
que hay besos que suenan a sueño
y sueños que se incendian
en el vacío de las almohadas.

 

 

 

Del otro lado…

 

Bajo la umbra de la puerta una luz púrpura le hace sombra. 

 

Con dios y con el diablo que al final son lo mismo,
buscaba por las noches las orillas más oscuras,
los rincones más profundos,
sus ojos. 

 

La miraba recorrer los pasillos con su camino de gata,
su paso diávolo y silueta. 

 

Unos tragos hacían la distancia entre su puerta y su destino.
Negra cuerva que te quiero negra piel de cuero la desvestía más tarde en cualquier habitación. 

 

Lúbricos oídos y tenebrantes miradas les escuchaban gemir
tras las paredes aledañas.
Los murmullos se apagaban con sus ganas,
con sus gritos de leopardo en sus diavolas entrañas. 

 

En ese mar de magma todo el burdel era su muy particular caja de resonancia. 

 

Destino averno
noche a noche
Ese infierno se incendiaba

 

 

 

El amor es un laberinto…

 

Broca y otros estudiosos,
anatomistas, alquimistas,
buscadores de sueños, quirománticos,
nigromantes y uno que otro necrofílico
(porque para entrarle a la disección de un cadáver se necesita sangre fría…), se encontraron con que el corazón, la pasión
y la vasa vasorum por la que ésta trascurre,
eran algo así como un laberinto,
pero en cuarta dimensión.

 

Obsesivos como si los persiguiera la mismísima muerte,
estaban afanados en saber que era el amor,
de donde viene,
a donde va,
porqué duele,
porqué a veces se convierte en silencio,
después en escarcha y luego en olvido,
o sea ¿qué carajos era el amor?

 

¡Había que entrar al interior de las entrañas de tan extraordinaria víscera!
No, no a liberar al minotauro o a hacerle la malagueña a Dédalo.
Había que develar el misterio del amor y por lo tanto del enamoramiento.

 

Y entraron. A la fecha no tenemos razón de si lograron salir…

 

Lo que hace a un laberinto, es el muro que delimita lo externo de lo interno.

 

El amor, como el laberinto,
no es tal si se está afuera;
la acción se da dentro,
el laberinto invita a la acción, a su recorrido,
un recorrido que implica descubrimientos, pero también temor.
Está lleno de vericuetos,
de pasillos ciegos,
de alternativas,
de dudas y de posibilidades.

 

Es una sierpe que nos guía, nos seduce,
nos amedrenta, nos acompaña o nos deja solos.

 

O tal vez el amor es ella misma,
la laberíntica Ariadna que nos lanza el hilo y lo tensa,
transformándose a sí misma en ese lugar de donde no se puede escapar…

 

Lucas en el laberinto
Calles viejas del puerto de Montevideo 2008

 

 

2 comentarios

  1. YOEZ