Landa expone la situación de Carlos Vadillo –ambos de Campeche, México–, ganador de diversos premios internacionales de narrativa, quien no ha logrado ser reconocido ni publicado en su país.
Te están buscando, novela premiada en Málaga
Carlos Vadillo Buelfil y la ironía postmoderna
Por José Landa
Irónica pero, a un mismo tiempo, lúdica; sin rebuscamientos mas, no por ello, menos ingeniosa en su estructura y lenguaje, la novela Te están buscando, de Carlos Vadillo Buenfil (Campeche, 1966), salió a la luz bajo el sello de Editorial Arguval, y el Diario Sur, de Málaga, España, en abril de 2004, luego de haber sido galardonada con el Premio Novela Corta que dicho rotativo español otorga anualmente. Pero desafortunadamente, a seis años de su edición, las instituciones mexicanas y las casas editoras convencionales, como sucede con tantos otros creadores nuestros, a quienes les va mejor fuera que dentro del país, no han mostrado mayor interés, centradas en el statuos quo y las capillitas típicas.
El caso no es que un autor mexicano, de la nueva brega, obtenga un premio internacional (anteriormente, nuestro autor había ganado el Max Aub, de cuento, en ese mismo nación en 2003, y posteriormente el Internacional de Novela Corta Cáceres 2007) sino que, en las circunstancias por las cuales atraviesa la literatura y, en general, la cultura en México, y el hermetismo de ciertas editoriales comerciales que le apuestan únicamente a los escritores apadrinados por otro de mayor trayectoria o que bien se agrupan en pequeñas mafias literarias, resulta regocijante dar con obras como Te andan buscando, que llegan a nuestro país, curiosamente, como material de importación, aunque lamentablemente de difícil obtención en las librerías mexicanas.
Al margen del anterior comentario, que se aplica no sólo a México sino muchos otros países, la novela que nos ocupa llama la atención por ese desencanto que caracteriza al mundo contemporáneo. Es evidente la intencionalidad literaria de jugar con un personaje protagónico que, más allá del héroe, es el antihéroe capaz de huir de su tierra so pretexto de ser perseguido posiblemente por la mafia, y en el fondo, deseando encontrar a una mujer que conoció accidentalmente y de la cual quedó prendado, aunque se haya tratado de una flor de un día, una bailarina con más secretos que vocación para el arte.
Desde el nombre y el oficio: Aspirino, trompetista, personaje central de Te están buscando, da muestras de ser un híbrido cultural, que lo mismo devora apasionadamente una obra literaria que se pierde en la obsesión por su trompeta, su cachondilla, como llega a bautizarla, o se deja llevar por una pasión de manera burda.
Aspirino se nos va presentando, (unas veces en la voz de un narrador que originalmente pensamos omnisciente; otras en primera persona, confesándose por voluntad propia), de modo paulatino, desde el inicio hasta ya avanzada la historia y sus conflictos. “Cuando no tengo ganas de ensayar con la trompeta, y eso que practico hasta cuatro horas seguidas, o de releer alguna de mis novelas predilectas, y eso que leo hasta dos horas continuas, me da por encerrarme en mi habitación para sentarme en el piso, apoyarme en la pared, de espaldas a la ventana que da a la calle, abrir las piernas y rebotar en el muro de enfrente, durante quién sabe cuanto tiempo, una pelotita de goma antiestrés que alguna vez regalaban en la compra de un vodka Smirnoff”, cuenta de sí el propio mariachi, el “mariachito”, como firma en sus epístolas electrónicas.
De principio a fin, la novela –que no llega a las 200 páginas, gracias a que la caja del texto impreso es bastante menuda– se deja leer con rapidez, a causa de la fluidez del lenguaje y que, pese a contar con una estructura donde aparece un intercambio de voces en la narración, conjugada en distintos tiempos y por diversas personas. De hecho, hay un narrador omnisciente que le juega una trampa al lector al final de la novela, dando un giro favorable para la ficción en su totalidad.
La historia se desarrolla en ambientes que tienen como característica principal: la sordidez de las urbes, la violencia de un mundo donde prevalece la lucha por la supervivencia pero, además, el combate por la conquista de estratos sociales y políticos.
Así, se leen escenas desarrolladas en sitios de México, mientras otras suceden en la tan violenta como enigmática Colombia, específicamente en Cali. Lo interesante de este cambio de escenarios, debido a las circunstancias que van rodeando al protagonista, es que no hay cambios bruscos, arbitrarios, sino caso inverso: paulatinamente –a cucharadas, diría– se le va preparando al lector para llegar a un ámbito más violento y más cruel, hasta llegar al desenlace. De tal suerte, el autor escribe: “cuando las ciudades ya no son propicias ni benéficas, ni muestran sus mejores caras, entonces, por el propio bien, hay que marcharse de ellas (…) También sé que algunas ciudades son como ciertas mujeres: cuando uno las abandona no sabe si algún día regresará, implorante, a ellas. O tal vez uno piensa que las abandona, cuando en realidad, ellas hace mucho que nos han dejado”.
Sin estar exentas de figuras retóricas que complementen partes de la narración, un humor negro recorre las páginas de Te están buscando. Los personajes –en especial el protagonista– son vapuleados una y otra vez por su destino, un destino la menor de las veces favorable y, en su mayoría de éstas, contrarias a la búsqueda de logros que terminan siendo frustrados por factores.
Hay un evidente dominio de las formas y estructuras narrativas. Con la incorporación de referencias musicales populares, el autor le da un toque hispanoamericano a la obra en cuestión. Tan de luego, la novela toma el título de una canción de Rubén Blades: Te están buscando que, en el epígrafe de apertura cita, refiere: “cuidado en el barrio / cuidado en la acera / cuidado en la calle / cuidado donde quiera / que te andan buscando…” Por supuesto, la incorporación de estos versos de la música “guapachosa” continental no es gratuita, ya que están relacionados directamente con el protagonista, sus gustos y el ambiente que le rodean. Al grado que Aspirino se llega a proponer la creación de un nuevo género donde confluyan el mariachi y la salsa. De tal suerte, el segundo epígrafe de apertura corresponde a Gilberto Santa Rosa, con cuyos versos también se nos empieza a presentar al personaje central: “la conciencia me dice que la debo olvidar / y el corazón me grita que no puedo. / La conciencia no sabe que no se puede hacer más / cuando te mueves preso de unos besos”.
En el transcurso del texto de Vadillo Buenfil se encuentra lo mismo epígrafes de la Sonora Matancera, que de José Alfredo Jiménez, el Grupo Niche, y populares caleños –colombianos, pues– (“si huele a caña, tabaco y brea, / usted está en Cali, ay mire vea./ Si las mujeres son lindas y hermosas. / Aquí no hay fea para que vea… / En Cali mirá se sabe gozar…”), así como menciones a Guti Cárdenas, Ricardo Palmerín, Álvaro Carrillo, entre otros, que nos muestra la intencionalidad de exhibir los híbridos culturales latinoamericanos inmersos en Te están buscando. En este sentido, podemos hablar de una novela postmoderna, marcada en esencia por la amplitud de las fronteras geográficas, así como de la cruza de estilos estéticos, gustos y formaciones sociales, culturales.
Esas referencias están presentes, expuestas adrede, al inicio de cada uno de los dos capítulos que componen Te están buscando: el primero de ellos denominado “Mala mujer, no tiene corazón… mátala, mátala…” y el segundo, “Busca por dentro”.
Aparte de esta novela, escrita durante una residencia de intercambio México-Colombia, en 2002, cabe recordar que Vadillo Buenfil había publicado –este 2004– un volumen de cuentos en Ficticia, que ya se encuentra en circulación en librerías de casi todo el país: Los que callan y otros silencios, entre los que incluye uno publicado dos años antes también en España: Padre calla, con el que obtuvo el Premio Internacional de Cuento Max Aub, de Segorbe, entidad ibérica. Además, se cuenta entre su repertorio un volumen extenso de ensayos –La piel del mar, cuatro décadas de narrativa campechana– y, por supuesto, su primer libro de cuentos –Donde se fragmenta el oleaje– publicado por Tierra Adentro en 1996 y reeditado por esa casa editora institucional en 2002. Te están buscando es su primera novela publicada, aunque tiene otra más –Poeta laureado– aún inédita, con la que obtuviera la primera mención honorífica en el Premio Nacional para Primera Novela Juan Rulfo y la tercera, esta sí publicada: Tus ojos serán silencio, Premio Cáceres de Novela Corta (Ed. El Brocense, Cáceres 2007). Entre otros premios, también ha recibido al Nacional de Cuento Efraín Huerta.
Por su calidad, Te están buscando es un buen augurio para la nueva generación de narradores mexicanos. Ojalá vengan pronto más textos de este autor, y las librerías, así como las instituciones mexicanas, muestren más interés por material literario como el aquí reseñado.