Una entrevista con el poeta y promotor cultural de origen tabasqueño. Armando Alanís Pulido afirma que es uno de los que más aportes hacen a la actual poesía mexicana.
JEREMIAS MARQUINES O EL GOLPE MAESTRO DEL LEÑADOR
Armando Alanís Pulido
I. Cada hombre sufre su fatal destino tanto aquí como en el más allá o la poética del lector.
Cada vez que observo y leo varias especies de versos extraños cubiertos de inquietante
sugestión y de floración desbordante juego a intentar encontrar una poética (aclaro que la
poética que busco es la mía como lector por encima de la que -no digo tiene, sino- ejerce el
autor como detonador y como donador de cosas, ideas e imágenes) y me doy cuenta, por
ejemplo que la poesía es capaz de hacer que nos interesen –sin ser unos interesados- cosas
que a los demás les interesan, a mi me gusta pensar que a los lectores de poesía los
protege esa costumbre que tienen de asombrarse, y que esperanzados no saben lo que les
espera: la prolongación visible de lo invisible, para decirlo más poéticamente.
Jeremías Marquines (Villahermosa, Tabasco1968) pertenece, para fines prácticos a la
generación de los poetas mexicanos nacidos en la década de los sesentas (1960-1969) del
siglo XX , una generación ya identificada, clasificada, fichada, premiada, excluida
ninguneada, difamada y antologada pero sobre todo CONFORMADA y me atrevo a decir
que a pesar de su volumen (algunos afirman que es la más numerosa y en ese sentido
muchos investigadores suelen confundirse ante la muchedumbre) es la que esta haciendo
más aportaciones a la actual poesía que se escribe en México, solo basta mencionar a
algunos de sus mas destacados miembros: Jorge Fernández Granados, Samuel Noyola,
Mario Bohórquez, Luis Armenta Malpica y por supuesto Jeremías Marquines que
es del que nos ocuparemos hoy; quisiera ir más allá de las referencias al genio loco de
Richard Dadd (1) y a algunos de sus actos y a algunas de sus pinturas pero es imposible
alejarse de tan interesante personaje, Marquines, redescubre la dulzura a veces
tan miserable y convierte, entreteje, reconoce y humedece los cursos exactos de la palabra
que nos hace reconocer y por que no decirlo, recuperar el sentido de ciertos estados
emocionales evocados con frecuencia y difícilmente aceptados como lo que
verdaderamente son; en ese tono se nos predicen nuestras circunstancias, y se nos involucra
con nuestros conflictos, se nos transporta , se nos derrama, se nos desentierra, el autor no
se salta nada, porque acá entre nos: ¿a poco no es difícil estar loco?
II. Estas como ventanas donde nada se mueve o como quiera que se llama el deseo.
En Bethlem podemos clasificar a las ventanas de muchas maneras, pero no hay tales cosas,
estamos ante sueños o ante recuerdos, ante un rostro, o ante un aroma, ante la cólera
desvalida de las nubes, o ante un lejos con su siempre, estamos, ante como quiera que se
llame el deseo y ahí esta el asunto: desesperanza.
Cito:
La desesperanza tiene forma de un sexo grande,
abierto y sinsaboro como los dedos
de una mujer que hace el amor a solas.
(XXIV, pagina 40)
Y las hojas de papel engullen a los desvelos y si observamos fijamente veremos a las
soledades que iluminan y reclaman lo que les corresponde: esos suspiros por los que
suspiramos, porque alguna vez padecimos -reconozcámoslo- de una ternura indecible, hoy
Jeremías Marquines lo dice así nada más, reposando, llorando, escribiendo que al mundo no
le hacen falta las palabras y el mundo como que se ríe, como que se sorprende, como que
lo agradece.
Yo insistiría en que no hay que perder la cabeza (2) ante las grietas o ante unos labios, y en el
remoto caso de que no fuésemos superiores a la nostalgia o a las cosas dolientes, habrá en
estas páginas desvaríos superiores a nuestras culpas que endulzaran lo que a veces brilla y
no es oro.
III. La duración insuficiente de la nada o el color
Ahora caigo, aquí esta la conciencia que no se sobrepone sino que más bien se intimida
e intima con el mundo, el autor ilusionado ante el abismo y la intuición nos hace razonar
sobre algunos de nuestros desvíos, catástrofes que responden al nombre de soledad y que
se afianzan al pasado –ahí están bien-, Cito:
El color es el razonar de un desvío
que insiste siempre hacia la soledad.
Como la catástrofe
La ilusión siempre necesita dos: el abismo y la intuición.
Por eso el color puro no requiere un
terremoto para revelar su hondura.
Basta ponerse de pie Para que se derrame todo
(XXXVIII fragmento, pagina 60)
pero Marquines las condena a la memoria eterna (es decir a la memoria poética del
lector)con esos versos irresistibles y bien dibujados que suavizan la superficie donde
recluidos se mezclan el color y el lenguaje, ahí mero somos testigos de combates,
vampirizaciones, laberintos y hermosos silencios, lo que nos hace disfrutar la lectura por
partida doble como una diversión y como una fascinante aventura, celebro el acto
responsable que es la escritura de Jeremías Marquines que crea las condiciones necesarias
para hacernos sentir destinados a lo más esencial de lo invisible: la quietud que nos
alimenta el rostro con el más humano de los colores: la poesía.
Jeremías Marquines
Varias especies de animales extraños cubiertos de piel jugando en una cueva con un pico mientras Richard Dadd observa desde un calabozo de Bethlem.
Gobierno del estado de Tabasco, Instituto estatal de cultura, 2008.
66 p.p.
(1).- 1817-1886 pintor ingles, parricida y demente, vivió la mayor parte de su vida encerrado en el manicomio de Bethlem, sus característicos cuadros de hadas duendes y criaturas sobrenaturales presentan una obsesiva atención al detalle.
(2).- Esta referencia alude al parricidio cometido por Dadd (decapitó a su padre con un hacha y luego lo desmembró), de igual manera el titulo de la reseña “El golpe maestro del leñador” es el titulo de unos de sus cuadros más fascinantes
que pinto a lo largo de nueve años 1855-1864 sobreponiendo imágenes, el cuadro cuyas medidas son 67 cm X 52 cm se encuentra en exhibición en la galería Tate en Londres y el espectador se puede llevar horas apreciando todos los detalles incluidos.