Presentación de La Otra-Gaceta 42

jose angel leyvaCiudad Juárez
Jordi Virallonga vino de Barcelona a presentar su libro
José Ángel Leyva

Mucho se ha escrito ya en estos días sobre conmemorar y no celebrar los 200 años de independencia y los 100 de revolución. Así que no abundaré más en el tema. Muchos muertos, pocos cambios.

 

jose angel leyva
José Ángel Leyva. Foto: Stephanie Alcantar
Nuestros problemas son prácticamente los mismos y son escasos los nuevos. Tuvo lugar el encuentro de escritores, “Literatura en el Bravo”, con la presencia de autores de diversos países y distintos estados de la república. Ciudad Juárez luce triste, sumida en el terror y el caos. Mucho patrullaje con exhibición de armas de alto calibre, pero asesinatos por todos los barrios de la ciudad fronteriza. Los noticiarios locales parecen más reportes de guerra que transmisión de novedades. Por ello, miles de personas emigran desesperados hacia los Estados Unidos y hacia otros puntos de la República.

La delincuencia campea y desafía. El titular de un diario local destaca: “si no pagan comenzaremos a degollar niños”. El terror como instrumento de dominio y de control se aplica a una sociedad indefensa que no sabe para dónde hacerse. Los padres de familia no llevan a sus niños a las escuelas para evitar que esas hordas criminales, que exigen pago de protección, hagan realidad sus amenazas.

Caminamos por la ciudad y preguntamos a unos chicos de unos 16-17 años donde está nuestro hotel. Se ofrecen a acompañarnos. Un escritor cubano los mira con desconfianza y teme una trampa. Se presentan como malabaristas de las esquinas y nos cuentan que la situación está grave, pero tienen que salir a ganarse la vida. “La policía no sólo no nos protege de los pistoleros, nos agrede”, comenta uno de ellos. El otro insiste: “Nos suben a las camionetas para quitarnos lo poco que ganamos. Si no traemos dineros nos patean y dan de puñetazos, luego nos tiran en alguna esquina y amenazan con desaparecernos si nos vuelven a ver. Ya nos tienen hartos”.  Nos dejan cerca de nuestro hotel y continúan su camino. “Esos están en la frontera de la ciudadanía, en cualquier momento se pasan para el bando de los malos”, dice el escritor cubano.  “¿De los malos, cuáles malos? Porque los policías no actúan precisamente como buenos”, replica otro escritor mexicano. Ya se perdió la frontera entre los defensores de la justicia y los que la trasgreden. Ese es el problema. Mientras tanto, la política es un instrumento que amputa la democracia y los políticos conforman una generación que son síntoma y causa de una decadencia moral y social.

Con todo y a pesar de ello, los escritores leen y ven un futuro posible para Ciudad Juárez, un mejor futuro en esa frontera que supura y se desangra. Porque una sociedad que en medio de su tragedia apuesta por la cultura, por la imaginación, no está derrotada. Es cierto, esta guerra que se inició por falta de ideas no se terminará con balas, sino con ideas. La barbarie no se combate con la barbarie.

Por si no puedes
Por si no puedes, de Jordi Virallonga, Ediciones La Cabra, Universidad Autónoma de Sinaloa.
Ensayo de conversación con Jordi mientras lee sus poemas

Mira, Jordi, a qué país del carajo has venido desde tu Cataluña a presentar y a publicar tu libro. Un país que no fue el que mis padres ni mis abuelos me enseñaron a amar. Una nación con historias de gente que ponía la cara y el corazón por los amigos y los otros. Un país de gente trabajadora y honesta, donde el orgullo mayor era tener palabra y hacerla respetar, un hermoso y extenso país donde habitaba gente hospitalaria que hacía lo correcto antes que pasarse de listo. Mira qué país este ahora donde la mentira y la simulación vale más que la honradez, donde los representantes de la justicia se entienden mejor con los bandidos que con los débiles e indefensos a quienes les corresponde defender. No son sólo los migrantes masacrados en un país de jodidos migrantes, sino esa violencia cotidiana, estúpida, enferma, que nos tiene ocupados en nosotros mismos, en nuestros respectivos ombligos y nuestras glorias, prebendas y reconocimientos mientras mueren cientos de personas envueltos en esa vorágine de horror e incredulidad. ¿Cómo llegamos a este punto donde callamos para no incomodar a los asesinos y no perder nuestras butacas en esta función de orates ansiosos de sangre y de poder?

Dan ganas, querido Jordi, de patear las palabras, el lenguaje, la poesía, que no sirve para cambiar el mundo ni para detener las balas, que no cambia la mentalidad de la gente, que insiste en jugar a la simulación y a la trampa. Dan ganas, poeta, de olvidar la literatura y pelear porque las palabras hagan cumplir sus significados, por hacer que se respete el valor de la vida en un país que ha hecho de la mentira un monumento, y ahora sí, de la muerte un juego macabro y destructivo. Sí, dan ganas de abandonar las letras, que si no son de cambio no valen nada en un país donde crece el analfabetismo de manera feroz, porque aquí todo es así, feroz, doliente, como la ausencia de lectores ya no se diga para la poesía, hasta para los best seller.

Y aquí estamos, con un libro de poesía, buscando algo que no se exactamente qué es, pero deben ser razones más fuertes que evadirnos cambiando canales de la televisión en casa, tan vacíos unos como los otros, para no estar en cualquier parte haciendo cualquier otra cosa. Estamos aquí, contigo, que vienes desde Barcelona, vía Colombia para presentar tu libro de poemas publicado por una de las universidades más pobladas de México, 110 mil estudiantes y con una reciente crisis financiera, política y laboral que casi la lleva al colapso financiero y por una editorial que nació de la terquedad y por esa razón se llama La Cabra. Debe ser también porque la gratuidad es parte de esa porfía y de esa concepción de la vida. Porque la poesía no es negocio, si lo fuera seguro estaríamos fuera del mercado a causa de la expansión de las grandes, gigantescas editoriales que sólo publican cuando se garantiza la ganancia. O será porque María Luisa Martínez Passarge es una pésima empresaria y una maravillosa diseñadora que no ha llevado los cursos, que alguna vez un joven le aconsejaba: “para ser exitosa en los negocios, debes de hacer por lo menos un diplomado en mala persona”. Ella que es tan buena estudiante, me parece que no se aplicó si alguna vez ha pensado en matricularse a semejante enseñanza. Por el contrario, insiste en hacer libros de poesía, en un país, como te contaba, donde el aburrimiento literalmente se mata, se ejecuta –para atender la jerga de la nota roja–, desapareciendo la seguridad y la confianza. No nos aburrimos, el espectáculo del escándalo es mediático, pero es real. El otro es el enemigo, por eso no existe, y si existe hay un deseo soterrado que sea por poco tiempo. La poesía, dicen, es la alteridad, nace de la otredad, del deseo de otro, de la existencia de interlocutores que son posibles lectores. La poesía, entonces, iría en contra de esa euforia homicida y de esa intolerancia por la verdad. Tú libro, mi querido amigo, “Por si no puedes” es eso, una obra poética-editorial que se suma a los muchos artefactos con carácter de inútiles pero necesarios en esta hora y en este país, que no es el que mis padres ni mis abuelos me enseñaron y que no es tampoco el que yo exijo para mis hijos y para mis seres queridos. Por eso dan ganas de disecar las palabras y ver qué demonios tienen dentro que no le dicen nada a la gente, que no la tocan y la hacen reaccionar ante la realidad que embrutece y humilla.
   Super Jordi, uno es poeta aunque no quiera, pero se advierte a leguas que no es tu caso. Eres poeta porque lo disfrutas y lo consumes como un buen plato o un delicioso vino. Hay en tu poesía, además de la ternura y su apego la fidelidad, que entresaca con tanta habilidad José Hierro –nada menos que Hierro–, buenas dosis de hedonismo y entrega, un niño adulto que no cesa de inconformarse con la soledad y los desencuentros, con la imposibilidad. Mas no es esa falta de respuesta que engendra frustración y enojo, no, en tus versos campea ese viento de optimismo o de benévolo escepticismo que te hace abrir ventanas y puertas laterales que ponen fin a la imposibilidad o al dolor que ésta causa: “por si no puedes / la vida te deja a veces dormida, / te ofrece un encuentro, te da ocho brazos, / cien labios, un cuento y un reino sin nombre, / para que te acuerdes de cuando era niña. / Te da la tristeza, la sed y el deseo, / mas da también besos y una toalla, / un poco de agua, un bar y un barco / y un hombre buscando las llaves del mar, / y un grito en el parque por si tienes miedo.” (78), o como lo adviertes en el poema “Todo parece indicar”: “Todo parece indicar / que vamos a resolver/ ciertas cuestiones pendientes, / que la voluntad podrá al sentimiento,/ a la animadversión de ambos pueblos, / al odio que te tengo”. La reconciliación, pues, sobre todos los malos ratos o los pésimos años.

Jordi Virallonga
En tu poesía, lo formal es lo que hace posible que los nudos emocionales se deshagan y den en el blanco. Una estructura sencilla, conversacional, anecdótica o narrativa, sin malabarismos modales o retóricos, sin acartonamientos semánticos, con la naturalidad del habla, pero con la precisión de la escritura. Haces poemas como para enamorar muchachas y cautivar públicos, como para que los versos calcen tu voz y se dejen decir, se dejen oralizar sin perder su origen gráfico, literario. Nunca he seducido a una mujer con mis poemas, tampoco me han odiado por ello, aunque tengo mis dudas, pero si fuese el autor de los tuyos seguro que tendría más de una admiradora.

Me debes perdonar pues que haya escrito que hay resonancias en tu poesía de José Agustín Goytisolo, que no es lo mismo que decir influencia, deuda o tributo, sino empatía, afecto, musicalidad, cultura. Quizás haya sido el efecto del poema “Ensayo de conversación con mi hija fregando los platos”, lo que me fregó la neurona de la asociación y la oreja al recordar a Paco Ibáñez en “Palabras para Julia”, más que al propio Goytisolo. Porque en efecto, son dos cauces que llevan diferente agua y distintas proporciones, pero se hermanan en esa tonalidad de quien se dirige a un ser querido para mostrarle la ruindad de la existencia, pero al mismo tiempo para animarla a no dejarse vencer por la adversidad.

Por eso, querido amigo, tu poesía me ha puesto este mañana reflexivo, me ha dado qué pensar sobre su naturaleza lúdica y su compromiso no con el comer, sino con el hambre, no con la cópula sino con el amor, no con la celebración sino con su causa, no con la duda sino con su posibilidad. Por eso, además de reconocer que tus poemas provocan suspiros, descubro que también contribuyen a la sospecha de que la poesía no es inútil del todo y que si cambian a una persona cambian un mundo. Por si no puedes, esa es la cuestión.

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Un comentario

  1. Aída Alcalá