El archirreconocido cibernauta, promotor cultural y poeta, quien estará de visita en México en agosto, es entrevistado por Márcio Simões para hablar de la poesía de su país y sus correrías literarias.
“Brasil aun tiene una mentalidad gremial”
Entrevista con Floriano Martins
Márcio Simões
Es necesario oír a Floriano Martins (Brasil, 1957). Poeta independiente, de marcante individualidad, temperamento forjado en el tiempo y las lidias humanas. Martins habla en la siguiente entrevista sobre la poesía brasilera, ambiente cultural, surrealismo, compañerismo, autores de su predilección, entre otros temas, siempre invitando a la reflexión y a enfrentar el mundo en una prosa culta y envolvente. Martins vive en Fortaleza/CE, desde donde coordina una serie de proyectos culturales, como el Projeto Editorial Banda Hispânica, que cuenta con la revista electrónica Agulha Hispânica, y colabora desde hace mucho tiempo en la prensa nacional. Entre sus libros más recientes está Autobiografia de um truque (Edições Nephelibata, 2010). Siempre trabajando en un sin número de proyectos simultáneamente, prepara en la actualidad un volumen que reúne su poesía escrita hasta el momento. [MS]MS Usted se ha pronunciado en varios lugares al respecto de una “corriente subterránea” en la poesía brasilera. ¿En qué se diferencia esa corriente de la corriente dominante de la lírica nacional? ¿Cuáles son sus autores relevantes?
FM Aquí primeramente se destaca el tema de las elecciones. La riqueza existente en cierta diversidad que poco a poco fue dando lugar a un pequeño vicio retórico que mezcla facilismo artificioso del lenguaje e informalidad de un habla graciosa. Retrospectivamente podemos ver la forma como fueron entronizados los poemas-chistes de un Oswald de Andrade o la orfebrería vacía de sentido de gran parte de la Generación del 45, sobre todo aquella que desemboca en el más estéril formalismo del poema-proceso o de la poesía concreta. Suena verdaderamente ridícula la contienda trazada entre fondo y forma, como si fuesen enemigos mortales y la poesía resultase de la sobrevivencia exclusiva de uno de esos recursos. La llamada generación marginal ofrece pequeñas señales de recuperación, pero entonces infelizmente se verifica una fragilidad doble: ausencia –ya por un dilema histórico de presunción autodestructiva- de referencial estético amplio y consistente, y la ausencia de visión de mundo consistente lo suficiente para que a través de ella se construyese un discurso poético expresivo. A partir de allí cedemos una vez más a los encantos del perfeccionamiento de la forma en detrimento del sentido. Lo que llamo corriente subterránea se define exactamente por aquellas voces de una multiplicidad de ofertas que fueron siendo en muchos casos despreciadas intencionalmente, variedad relevante de recursos estilísticos, amplitud de registros y en especial la riqueza de no padecer de avería histórica de lo que llamas “corriente dominante”, la ruptura entre fondo y forma. Nombres: Jorge de Lima, Drummond de Andrade, Murilo Mendes, Dante Milano, Augusto Meyer, Dora Ferreira da Silva, José Santiago Naud, Lêdo Ivo. Yo conversaba mucho con Sérgio Campos, uno de los grandes poetas brasileros nacidos en los años 40 –infelizmente murió hace más de 10 años en completo ostracismo –sobre la ironía que es tener todos esos nombres en un ambiente subterráneo o incluso marginalizado. Es por eso que hablé inicialmente de las elecciones. Cometimos errores y hoy pagamos el precio. Perdimos los referentes que seguramente habrían enriquecido la lírica en nuestro país. Perjuicio histórico que no sé si se recupere.
MS Su antiguo compañero en Agulha – Revista de Cultura, Claudio Willer, se ha pronunciado de manera favorable a la producción poética actual, afirmando que hay mucha cosa de calidad siendo producida, pero que faltan los críticos que se interesen sobre esa producción creciente y diversificada. Sus declaraciones en ese sentido parecen ir en dirección contraria, expresando cierto pesimismo y decepción con la producción actual. Finalmente, ¿Tenemos la ausencia de producción de calidad o una producción aun para ser revelada, separándose la cizaña del trigo?
FM Hay un poco de cada cosa. Comenzaría por el hecho de que Willer es más entusiasta que yo. Mucho de lo que él señala como buena poesía para mí no pasa de dilución de beat o surrealismo, lo que puede hasta ser un avance, considerando que la producción anterior de las diluciones tomaba por base cabralismos, concretismos y oswaldismos. Otro punto es que el círculo de amistades y la condición de editores de una revista nos permiten acceso a textos inéditos, identificando cuando hay relativamente buena poesía siendo escrita, aunque no publicada. Por último, el acto de publicación en sí no resuelve mucho si no hay circulación de esa producción, si ella no encuentra atención por parte de los medios periódicos de difusión. Evidente que importa sobre todo la creación, pero cuando tratamos del tema en el plano crítico, la circulación es indispensable. Hay un aspecto en lo que llamas “producción actual” que me parece más valioso que citar nombres: la diversidad de fuentes, el interés despertado por otras tradiciones líricas y también por otras áreas de creación. Son pequeñas señales que ayudan a la creación a liberarse del peso muerto de la retórica literaria. Siempre recuerdo una frase luminosa de Rubén Darío, al decir que conocer diversas culturas era la mejor manera de librarse de la tiranía de algunas de ellas.
MS Cada vez más usted es un nombre de referencia cuando el asunto es poesía brasilera en el universo hispanoamericano, con la participación frecuente en eventos y libros publicados en varios países de lengua española. Lo mismo no parece ocurrir en Brasil. ¿A qué atribuye tal hecho? ¿Confirmación del dictado perverso de que “santo de casa no hace milagros”?
FM Como mínimo, he ahí un buen motivo para una bella carcajada. Creo que tiene que ver en parte con ese punto de ceguera que vengo comentando, cierta limitación de percibir quien está apuntando en otras direcciones y no a la de los vicios de archivos. Nada personal, nada que pertenezca al nido de las paranoias. Es un caso bien común de tránsito en nuestra cultura. Brasil aun tiene una mentalidad gremial, de distribución de riquezas entre asociados y credibilidad dada a premios y otros arreglos florales. Y hay gente que se especializa en los estatutos de esa gincana. Fuera de ese ambiente apenas el reinado sutil de las excepciones. Márcio, el mundo está en todos nosotros, es parte de todos nosotros. Imagino alguien identificándose con cualquier cosa que a primera mano esté incluso a contramano de una tradición. El toque de seducción de lo raro. Pasado este primer momento las telas van siendo tejidas, las conexiones van siendo percibidas. Un nudito aquí y otro allí, listo, ya llegamos a aquello que se acostumbra llamar poética, estética, estilo. Todo porque el enfrentamiento es la matriz, no hay distinción, personalización, voz propia, fuera del enfrentamiento. Creo que en Brasil se tiene una lectura inversa de la cosa.
MS ¿En algún momento usted se resiente de estar en el Nordeste de Brasil? ¿Cree que su producción y actuación serían más valorizadas y facilitadas en el caso que estuviese en el eje Rio-São Paulo, publicado por grandes editoriales?
FM Pero yo no estoy en Nordeste alguno. Ni el Nordeste. Tampoco ando en busca de cargos. Tengo plena movilidad para cambiar de residencia cuando haya un motivo que valga. Y no me resiento de nada, querido. Toco tales temas solo en atención a tu curiosidad. El Nordeste, en Brasil, dio siempre al país su mejor literatura, así como la música y la plástica. Pero es una tontería dividir al país de esa manera. El país fue rico en dos fundamentales circunstancias de su historia gracias a Pernambuco y Minas Gerais. En los dos momentos fuimos saqueados hasta el alma. No sabemos mantener lo que es nuestro porque no sabemos con exactitud lo que es nuestro. Hay una especie de impregnación colonial que no nos permite destronar fantasmas. Cada vez que la prensa habla de China e India, al lado de Brasil, como sociedades emergentes, yo pienso que no es la experiencia milenaria de los otros dos países, su esencia cultural, pero sí el aprendizaje de una experiencia económica, de política económica, de determinación social, lejos, muy lejos, de lo que se podría aceptar o entronizar en Brasil. Es cuando más me gusta mi país. Cuando intuyo que jamás se convertirá en India o China. Por otro lado, no sé cuál mérito nos haga tan felices en copiar ciertos paradigmas franceses y estadounidenses hasta hoy. Robo regionalista hoy en Brasil es suicidio de una sociedad. No tenemos en Brasil un problema cultural, en el sentido literario o musical, por ejemplo, pero sí un desastre social. Agravado enormemente porque nadie carga con la responsabilidad sobre el tema. Camino por las calles de Sidney, desde donde te escribo, veo los mínimos cuidados, ya incorporados a lo cotidiano de la ciudad, en lo que dice respecto a la infraestructura urbana en general. Cierro los ojos, recuerdo mi país, y siento cuánto permanecemos en la edad de las tinieblas. Observo el tratamiento dado a un accidente como el dilema de las inundaciones en Queensland, inesperado como no se puede así llamar los deslizamientos en Río de Janeiro o el aguacero en New Orleans. ¿De qué nos sirve recordar aquí lo que el Congreso Nacional, en Brasil, se enriqueció a costa de liberaciones de presupuestos para un Nordeste que jamás se benefició de eso? ¿Cómo superar una sociedad basada en el cinismo?
MS La relación autor/lector viene siendo substituida de manera contumaz por la relación productor/consumidor. Usted mismo llegó a afirmar que “el gran drama de la creación hoy está en la circulación y no en la producción”. ¿Cuáles son las implicaciones de eso para quien busca en la literatura algo más que un producto hecho para atender un perfil consumidor?
FM ¿Pero a quién le importa el tipo que busca encontrarse a sí mismo en un estante de librería? ¿Habrá salvación para ese tipo de lector? No se ría. Lo que yo indago es si mi preocupación debe ser con ese cómplice disfrazado de víctima. Creo que hay dos relaciones aquí que necesitan ser aclaradas. De un lado está el fabricante, industrialmente un productor, la pieza de mercado, que hace que el disco, el libro, cualquier cosa que traiga cierto aire de arte, circule de mano en mano. Otra figura es el Estado, aquella fantasía que en nuestros países acostumbramos llamar política cultural, absolutamente inexistente. Todo estaría perfecto si hubiera qué poner en la agenda, sea para protección o producción. En la práctica, en la vieja y buena práctica, cualquier canción es pensada en el sentido de atender a la delineación de esa dupla, mercado/estado. Usé la canción por ser el ejemplo más popular en términos de circulación artística. Imagine la situación referente a un poema o una escultura. Evidente que el arte no fue destruido por el Estado o por el mercado. Pero en un país llamado Brasil, donde la cultura no se realiza sino como una expresión espontánea e invariablemente necia frente del propio espejo –porque aquí somos todos geniales antes de incluso serlo-, uff, aquí todo nos lleva a un chiste que se contaba en el barrio carioca en que vivía el compositor Cazuza, él siempre encharcado de sí mismo- un borracho que aparecía en uno de aquellos bares del llamado Baixo Gávea y decía: “…¡¿pero si Cazuza es llamado genio, qué decir de Beethoven?! Evidente que es otra lectura que se entiende acerca de influencias y grados de potencia estética entre generaciones, países, etc. Lo que interesa aquí es la percepción de nuestra prisa en considerar alguien genio, señor de los anillos o de otras propiedades. En un lugar así, querido, el lector será siempre víctima. No te olvides que ha crecido mucho la producción de perlas con base en el cautiverio de ostras. La metonimia es la ciencia de los tontos. El mundo es una gran caja de resonancia metafórica.
MS ¿Cuáles son las alternativas actuales para la circulación de la poesía de calidad? ¿Existe mercado para la poesía?
FM Jamás existió. Nunca, nunca. No sé cuál es la curiosidad al respecto. Esa preocupación de los poetas de convertirse en cantantes de rock o actores de cine. Hasta ahora no hubo un poeta brasilero ocasionalmente más famoso que J.G. de Araújo Jorge. No sé si era leído, y hasta prefiero que el pobre sea uno de esos casos como Pablo Neruda y Umberto Eco, que encontramos en estantes de la sala en casas de una punta a otra del interior del país y si intercambiamos dos palabras con el dueño de casa no tiene la menor idea de lo que hay allí dentro de aquellos libros. Tal vez la confusión esté en la relación conceptual entre circulación y mercado. Mercado para la poesía no existe. El peor poeta que alguien pueda sugerir no vende lo suficiente para el alquiler de un velero un fin de semana en el Caribe. Los orgullosos mejores poetas acostumbran creer que solamente los peores venden algo. Nadie sabe, en general, de dónde vienen los recursos que sustentan la vida de un artista. Adoro la estampida de malos poetas al cielo de la narrativa, ellos van allí en busca de éxito y gloria, el alma encharcada de piedritas de luz. ¿Cómo un lector, siempre hipotético, se puede beneficiar delante de ese cambio circunstancial de partido en las artes? ¡Pero el mercado, ah el mercado! Siempre fue el mercado de las almas. No importa lo que se compra, vende o intercambia, sino el espíritu de la transacción. No hay distinción entre la venta del libro y analgésico, disco, juguete a pila. Cuando nos sentimos frustrados, traicionados, olvidados. Cuando nos proyectamos en los hijos. Cuando todo en la vida equivale a un libro no editado. Ahí está el mercado comiéndonos por dentro. Vivir es otra cosa. Crear es otra cosa.
MS Usted se encaminó por la narrativa con la novela Sobras de Deus (Edições Nephelibata, 2010), un texto visceral y de innegable calidad. ¿Por qué solo ahora la prosa narrativa? Considerando que usted afirmó en innumerables lugares que es “esencialmente poeta”, ¿Cuál es el sentido de la obra en su trayectoria creativa? ¿Es autobiográfica?
FM Eso de lo autobiográfico siempre me recuerda lo tonto que es al igual que el culto de lo “basado en hechos reales” que observamos en el cine. Suena ridículo al menos imaginar esa tarjeta en películas de Akira Kurosawa, Federico Fellini o Clint Eastwood. La pregunta es: ¿Qué importa? Si la imaginación, el sueño, la memoria, el delirio, son partes de lo que soy yo, entonces todo en mí es autobiográfico. Y todo lo que creo tiene por base el hecho real, tangible o no. Este libro es una especie de saga familiar. Allí están padres, tíos, abuelos, primos, enriquecidos en su personalidad, algunos mezclados entre sí, más o menos calcados de lo que se llama realidad. Ciertos personajes en la familia por suerte permitían la conversación graciosa en ficción. Pero observa bien: lo que llamas prosa narrativa está presente en buena parte de mi poesía, así como el drama teatral, la crónica policial, las anotaciones reflexivas. La diferencia es que en esencia el ojo con que observo el mundo es el de la poesía, lo que quiere decir que no me importa el análisis y sí la comunión.
MS Una característica suya es la disposición para el diálogo, inclusive en el campo de la poesía, componiendo poemas a 4 manos. ¿Cómo ha sido la experiencia de compartir ese momento normalmente tan solitario como es la escritura literaria?
FM Supongo que si fuese músico nadie me haría tal pregunta. Creo que la creación en sí vale tanto por el resultado, presentado en la forma de una obra, como por las fuerzas que mueve para alimentarse. Compartir la intimidad con alguien es entregarse al mundo, no solamente habitar, sino dejarse habitar. No entiendo como el poeta puede aceptar su soledad como dilema o castigo. Jamás observé el tema por ese ángulo. Cuando estoy creando es cuando más me siento solo. La soledad tiene, por tanto, otra composición para mí. He escrito poemas, letras de canciones y hasta incluso ensayos – a cuatro manos. Son originalmente improvisados como si fuésemos músicos de jazz o practicantes de uno de aquellos juegos surrealistas. Esto ayuda a reforzar el sentido estético de cada uno, enriquece a la persona y hasta inclusive el léxico, recuerda que no estamos solos en el mundo, perfecciona la extracción cósmica de la creación en sí. Un hombre puede vivir aislado del mundo y ser quien mejor le comprende. Lo inverso, caso común de tránsito, tiene resultado en innumerables desastres históricos. En general nos divertimos en el cine o en la televisión con la vulnerabilidad de las sociedades humanas. Reímos y dormimos para mañana despertar bien temprano, llevar el hijo a la escuela, la mujer al empleo y seguir participando de esa misma vulnerabilidad. Yo no veo ningún sentido en esto. Así como busco una mujer que divida mi día con las cosas más entrañables, que se divierta conmigo indagando el mundo, yo vivo para proponer la misma relación amorosa a otros artistas. Busco gente con quien escribir poemas, componer músicas, pintar, esbozar, tomar cerveza, cavilar sobre la existencia. No voy, a fin de cuentas, a llevar toda esa vida que tengo dentro de mí a la tumba.
MS En 2008 apareció Brincos do Mar e o Infinito, CD con canciones suyas en compañía con Mário Montaut y Ana Lee. ¿El proyecto tendrá continuación? Una curiosidad: ¿Usted hace distinción entre letra y poema? ¿Sabe cuándo está escribiendo para el libro o para la canción, o eso se da después?
FM La creación adora confundir al creador. Vengo escribiendo un libro con un poeta mexicano dedicado a los músicos de jazz, una serie de poemas que son diálogos intimistas con músicos y compositores de nuestra preferencia. El otro día me senté a escribir el poema que sería mi diálogo con Louis Armstrong. Había esbozado algo que obstinadamente no avanzaba, cuando entonces me surge el recuerdo de Alberta Hunter con aquella mirada traviesa de quien había descubierto el suero de la inmortalidad. Pocos minutos después estaba escrito el poema dedicado a ella. Fui traicionado por la intención. La poesía se salvó a sí misma. Con esto quiero decir que si ya me senté para escribir un poema y salió una letra de canción o viceversa, es detalle que nunca viene al caso. Evidente que hay una distinción entre el poema y la letra de una canción, lo que no impide que algunos poemas sean musicalizados –basta pensar en la tradición de los lied en la música erudita –o que muchas letras den la impresión de no caber en la melodía cuando las escuchamos. En general, hay dos tipos de poetas: los que huyen de la métrica y de la rima como el diablo de la cruz y aquellos que no saben vivir sin por lo menos uno de esos artificios. Se une a esto el hecho de que, ocasionalmente, los letristas de canción pueden alcanzar, más que fama propiamente, una cuenta bancaria más sonriente que la de los poetas, y he ahí el alboroto: los poetas detestan a los letristas de canción (risas). En cuanto al disco que hicimos, Mário Montaut, Ana Lee y yo, no, no llegamos a pensar, los tres, en grabar un disco. Continúo componiendo con uno y con otro. Este encuentro con ambos me reanimó a volver a pensar en la creación de letras de canción, algo que siempre me apasionó y a lo que raramente me dediqué. Tengo en curso la idea de grabar un disco reuniendo canciones que hice con ocho compañeros.
MS Varios músicos y compositores son citados en sus poemas y entrevistas. ¿Ve la relación entre la música que usted escucha y el ritmo y sonoridad de sus versos? ¿Usted se considera un poeta más ligado al sonido o al sentido?
FM Jamás pensaría en separarlos. La música entró en mi vida primero de lo que cualquier otra expresión artística, porque mis padres oían mucha música en casa y música distinta entre sí. Yo conviví muy poco con mis padres en un primer momento. Yo estaba más en la casa de mi abuela materna y allí no había nada de música, mas sí unos lienzos curiosos en la pared, unas naturalezas muertas en que peces y frutas bailaban de una manera fascinante para mí. Cuando comencé a hacer collages, esa época en la casa de mi abuela afloró de tal manera que me puso a cortar y pegar, en miniatura, lo que años después reconocería como una influencia mágica de las naturalezas muertas belgas y holandesas del siglo XVIII. Es interesante observar que no llegué allí, en aquella técnica, por influencia surrealista, sino por un desdoblamiento espontáneo de cuando aun tenía alrededor de 6 años, en que recortaba figuras de las páginas cómic para darles movimiento. ¡Caramba! Márcio, voy a contarte unas cosas aquí sobre música. Dos discos me desorbitan de una manera hasta hoy determinantes en mi poesía: Filmore East (1971), de Mothers of Invention y A música livre de Hermeto Pascoal (1973). No había más rock o jazz propiamente en ninguno de los dos casos. Zappa y Hermeto habían osado en la intromisión de un lenguaje en otro. Imposible contar con una dosis ten radical de alquimia. Era todo lo que yo necesitaba para sacramentar mi intuición en torno del mestizaje en la creación. La vida es un entrecortado infinito de relaciones. Yo hago versos con la vida entera. No estoy fuera de nada.
MS Sé que usted es lector de cómics y aprecia las historietas, inclusive ya teniendo llamado de atención hacia la influencia de ellos en su creación. ¿Cómo se da la relación entre la literatura que usted produce y las historietas? ¿Qué aspectos usted transpone de un formato a otro?
FM Cuando niño yo leía los clásicos de la literatura mundial adaptados a fotonovelas. Fueron, de alguna manera, mis primeros cómics. Como en el caso de Los hermanos Karamazov, El Conde de Montecristo, La colina de los vientos aullantes, Los viajes de Guliver, yo leía la novela y su adaptación a fotonovela. Y luego algunas adaptaciones para telenovelas, como en el caso de El médico y el monstruo. La sugestión del trazo, principal fuente de dinámica de la narrativa, en los cómics. La imagen en movimiento, en el caso de la adaptación cinematográfica. El efecto escenográfico en el ambiente teatral. La descripción, cortes, detalles, pero siempre la palabra presente, aun que sean mudos todos los personajes, en la literatura. Cuando escribo no puedo pasar sin las palabras. Lo que hago es aprender con otros lenguajes como ser más sutil y expresivo en cada pasaje de un poema. Pero algo en mí me lleva también a pensar en fotos, maquetas, videos, escenografía, canciones, y cuando estoy disfrutando la obra ajena siempre hago anotaciones de memoria de aspectos que me permitan –un día- realizar la suma de estructuras, estilos, argumentos, que busco.
MS En varios lugares usted ha denunciado lo que llama “provincianismo” de la literatura brasilera. ¿En qué consistiría ese provincianismo? ¿Bajo cuáles aspectos podemos verlo manifiesto?
FM Será más fácil buscar unos pocos lugares en que él no se manifieste. Y no es la literatura, pues aquí el plano es de orden cultural. Lo que es curioso es que la literatura sea una expresión de ese provincianismo y no un rechazo al mismo. Hay algo velado en el país que es hacer la crítica de sí mismo. El país no está abierto a un diálogo de observaciones sobre sus errores y aciertos. Cada bloque que consideramos como capítulo de nuestra historia es lacrado y no se puede volver a él para apuntar sus fallas. No es que haya un decreto en tal dirección, sino que actuamos como si lo hubiese. La vieja distinción entre ley y orden. Aquí la historia es la ley. Y la ley naturalmente es escrita por un grupo de gente que se burla del orden. Trato metafóricamente del asunto, lo sé. Hay poca conversación sobre la constitución de una sociedad esencialmente mestiza como la brasilera. Pocos tienen idea de lo que hubo con la drástica reducción del componente indígena. Menos aun del inmenso componente negro, la factura angolana que nos fue pasada y que evidencia más intimidad entre las dos culturas de lo que se pueda soñar o aceptar actualmente. La ecuación básica que resultó en el preocupante trazado urbano de las capitales brasileras con un régimen social curiosamente definido a partir de las favelas, donde al Estado falta solamente admitir que perdió el control de esa zona de guerra. ¡Caramba! Aplazamos esa discusión eternamente. La literatura no es reflejo de una sociedad. Se espera un poco más de un escritor. Podemos separar la filmografía de Woody Allen, por ejemplo, en dos instancias: la sátira y la crónica. Hoy, qué hace solamente la crónica, indagamos, cualquier admirador suyo fuera de los Estados Unidos: ¿De qué valió tanta sátira? Lo que debe una sociedad a su artista tiene un papel idéntico a lo que él le debe. ¿Volvemos a Brasil?
MS El catolicismo, religión dominante en Brasil, siempre fue un elemento de base en la formación de nuestras élites intelectuales. En algunos lugares usted se ha referido a ese factor de manera bastante desfavorable. ¿Cuáles son las consecuencias de eso en nuestra producción literaria? ¿Dónde se encajan ahí los casos de católicos anárquicos como Murilo Mendes y Jorge Lima?
FM No se trata de prejuicio literario. Tampoco es una cuestión de alimentar victimarios. No me gusta la idea de Murilo Mendes y Jorge de Lima estar puestos como incomprendidos por un tipo de intelectual que hasta hoy limpia un gallinero muy apropiado. No. Fueron evidencias de una condición mediocre de nuestra cultura, de la sujeción a los dictámenes de capillitas regidas por gente como Tristão de Athayde y Mário de Andrade, sin hablar de la lectura equivocada en relación a ambos de parte de un crítico como Wilson Martins y en un hatajo irreprensible de signatarios que hizo voto de fe en toda modalidad de autismo en nuestra cultura, iglesia donde comulgan concretistas y demás insalubres voceros de las vanguardias pos-todo (término tan pomposo como inocuo). Interesante observar que el catolicismo actualmente fue devorado por ese ecumenismo rock´n´roll al revés, y nadie encuentra más motivo para contestar los argumentos vueltos históricos. Resta como preocupación real lo que no entra en el campo de intereses de ningún escritor de este país: ¿Cuál literatura brasilera enseñamos a nuestros niños?
MS Usted ha hecho una crítica fuerte a lo que llama “carácter ambiguo” de la cultura brasilera, apuntando inclusive a factores antropológicos para eso. ¿Podría delinear mejor esa idea?
FM Las sociedades burocráticas adoran las siglas. Las sociedades que no se toman en serio les encantan los juegos de palabras. Brasil es una mezcla curiosa de las dos cosas. Cuando niño oía decir que EAPC significaba Esto Aun Puede Caer. Son innumerables las siglas de órganos públicos que fueron convertidos en chiste. La vena de los poemas-chistes surgidas en el Modernismo fue la arteria más concurrida de nuestro imaginario poético, con adeptos de todo orden –basta pensar en José Paulo Paes y Paulo Leminski –y un extenso monstruo de libros. Ve el ejemplo del humor producido para la televisión. El recurso del doble sentido, si recordamos personajes clásicos de Chico Anysio, enriquecía la lectura de los mismos: el lenguaje creaba un juego de ambigüedad que lo hacía más seductor. El chiste se volvió hoy un recurso apelativo de lo liviano y lo execrable, curiosamente en una sociedad en que todo es liviano y execrable. Los poetas-chistes de los años 70 son hoy redactores de los programas de humor de la televisión. Este es el espíritu. Y siempre que alguien toca el tema surge alguien que recuerda aquella bobada de que Brasil no es un país serio. O aun peor: la interpretación de que la voz crítica es la de un resentido que por una razón u otra no participa del robo. En esto el país es muy serio.
MS Usted menciona a Octavio Paz y a Milan Kundera como ensayistas de su predilección y lectura. Octavio Paz es casi unanimidad, mientras que Kundera es más conocido por sus novelas, algunas inclusive blanco de críticas negativas. ¿Cómo fue el descubrimiento de esos autores? Qué le interesa específicamente en la obra ensayística de cada uno? ¿Ve relación entre ellas?
FM Vamos despacio que las andas son de barro, según reza la letanía popular. Mi predilección en relación a ambos tiene que ver con los temas. El mexicano trató la poesía con la misma pasión reveladora que el checo la narrativa. Son ejemplares en este sentido. Vamos a comenzar por tu observación de que uno sea “más conocido” que el otro por la creación. Kundera no existía en Brasil antes de la adaptación de una novela suya al cine. Su caso recuerda un poco el de Italo Calvino, no por el cine. Un súbito descubrimiento generó un escalofrío que hizo que innumerables libros fuesen publicados en Brasil. Pasada la temporada, los mismos títulos se acumulaban en los estantes de las novedades. Ya lo que pasó con Octavio Paz fue más parecido al ambiente cult. Las pésimas traducciones de sus dos libros más difundidos entre nosotros, El arco y la lira y Los hijos del limo son buenos fundamentos para el aprendiz de hechicero que se interese por la poesía. Su poesía es menos fascinante que la trama analógica del ensayo. Incluso cuando se identifica con la mitología india –por los años que vive allí -, lo que se percibe es que la idea de la vacuidad ya estaba presente en su poesía, en su visión de mundo. Este es su misterio, su fuente inagotable de metáforas. Bajo este prisma observa no sólo la poética, sino también la política, en todos sus ensayos. Su lectura de la poesía que le es contemporánea es ambigua, por lo menos, tratando de sus pares mexicanos o hispanoamericanos. La visión crítica de la narrativa en Milan Kundera es menos caprichosa. Contrapone personajes, verifica tensiones en la construcción de ambientes que circulan de la arquitectura del lenguaje al lenguaje de la arquitectura en novelas fundamentales para la historia del género en occidente. Hay una gran riqueza en su observación de paralelismos entre las estructuras narrativas en la novela y en la música erudita. No entro en el mérito de las críticas negativas acerca de las novelas de Kundera. El portugués Saramago es frígido en su narrativa. El italiano Umberto Eco es algebraico. Kundera posee un grado de economía de lenguaje que lo volvería el mejor alumno de Calvino en una de sus clases, si fuese el caso. Calvino, aunque, era latino, jamás consiguió ser tan económico en el lenguaje como Kundera. Yo no tendría la menor duda en incluir al autor de La insoportable levedad del ser entre los grandes novelistas europeos del siglo XX. Al mismo tiempo, en el caso que incluyese a Octavio Paz entre los grandes poetas americanos del mismo período, no lo haría sin antes referirme a aspectos renovadores y relevantes en la poética de muchos de sus pares.
MS Su poesía tiene una fuerte relación con las artes plásticas, expresándose inclusive por medio de collages. ¿Cómo usted dimensiona la distinción entre los dos mundos? ¿Se tocan, se alejan, se interrelacionan? ¿Poemas inspiran collages, collages incitan al poema? ¿O la cosa se da de manera más indirecta?
FM El gran puente es la imagen. No estoy muy de acuerdo en relación al término “collage”. Bajo dos aspectos. Hubo un tiempo en que hice collages, en el término clásico: tijera, cola, matrices, descubrimiento de otro mundo a partir de aproximaciones de elementos dispares. Inmediatamente pasé a tratar con los recortes cada vez más pequeños, que remiten a la infancia, sea por los catálogos de naturalezas muertas que había en la casa de mi padre como también por el hecho de que me gustaba recortar las figuras de los cómics para manipularlas tridimensionalmente, claro, con la fuerza imaginativa de la infancia. Pasé entonces a usar la fotografía en el sentido de crear ángulos, formas, sombras, que pudiese yo mismo recortar para el ejercicio aun convencional del collage. La utilización más íntima de la fotografía me llevó a dejar de lado el collage y pasar a lidiar con la sobre posición. Creo que hasta del punto de vista amoroso, la sobre posición es más sugestiva que el collage. Ya no se trata de provocación, sino de realización. Alquimia. La escritura de un poema no puede ser vista como aquella cosa simplona de un papel en blanco, un lápiz y un devaneo cualquiera en la cabeza. Todos nosotros escribimos poemas así. Allí está él. No importa de dónde vino. Hasta hoy no se sabe con seguridad qué importancia pueda tener esto en la vida. Vivimos en sociedades cada vez más distantes de la poesía, del mundo del descubrimiento, fascinación y equilibrio de diversidades que ella inspira. Cualquier joven poeta evita indagarse a sí mismo porque garabatea aquellas imágenes. Delante de un plato nuevo que alguien sugiere en un restaurant, miramos y lo interpretamos de maneras diferentes: unos con olfato, otros con la visión, pocos se atreven a probar antes de una información mínima y de la aprobación de alguno de esos sentidos. Mis seis sentidos desconocen cualquier factor jerárquico. Ni pensemos en el lector. ¿Cómo un poeta reacciona delante de la poesía, distante de la suya, de otro que le es contemporáneo?
MS O começo da busca salió en 2002. De allá para acá mucha cosa pasó. ¿Cómo usted evalúa la trayectoria del libro hasta ahora? ¿Avanzamos algo con relación al diálogo con los países hispanoamericanos y sus literaturas?
FM Pero este no es un libro dedicado al diálogo con las literaturas hispanoamericanas y sí tocado por la necesidad de crearse un ambiente de lectura y discusión de la presencia del surrealismo en esa parte del continente americano. Evidente que allí también nos llama la atención la absurda ausencia de conocimiento, de la parte brasilera, en relación a lo que pasa en la parte mayoritaria de América. Pero llama esencialmente la atención hacia la falta de conexión intercontinental, pues el libro, aunque habiendo sido publicado en Brasil, no se limita a los problemas fronterizos internos. Trata del preconcepto dirigido contra el surrealismo. Somos una sociedad con 200 millones de habitantes. El libro tuvo un tiraje de 1.000 ejemplares. La editorial lo dio por agotado. Salieron reseñas en algunos importantes medios de prensa, incluyendo algunas entrevistas que me fueron hechas, para revistas, diarios, radio y televisión, en Brasil y en algunos países hispanoamericanos. Todo muy bonito y sorprendente. Pero obviamente es una trayectoria ineficiente. Elija al azar algún poeta brasilero y pregúntele sobre poetas hispanoamericanos fuera del circuito de las circunstancias. Las cuatro primeras décadas del siglo pasado vieron nacer, en la América Hispana, algunas voces fundamentales y que ciertamente habrían impedido el nacimiento o ayudado a sepultar cierta frivolidad de la lírica brasilera. El sentido inverso también tendría algún valor, y libraríamos la lírica hispanoamericana de cierta adiposidad metafórica. Body and soul. Lo que vuelve a esta una bellísima canción es el espíritu de lo conectivo. Es esto lo que falta entre nosotros.
MS Su más reciente trabajo en el área de la ensayística se llama Um pouco mais de surrealismo não causará dano algum à realidade y debe ser publicado en el 2011 en México y en Venezuela. ¿Qué nuevo abordaje trae el libro a este asunto? ¿Cómo está organizado? Hable un poco sobre él.
FM El libro fue originalmente preparado como parte del programa de un seminario que di en la Universidad de Cincinnati (Ohio, Estados Unidos). El seminario fue un poco más amplio, porque trataba también de la plástica y del surrealismo en Europa. Resolví darle una especie de lectura final, de mi parte, en relación al tema, específicamente en lo que dice respecto al continente americano. El tema no tiene fin si nos dedicamos a considerar tonterías escritas al respecto. La peor de ellas es justamente la que no entiende la distinción entre dos mundos que separa Europa y América. Observa el entendimiento del poeta inglés, A. Alvarez: “Aunque las polémicas y teorías surrealistas fuesen consistentemente más extremas de lo que su práctica, que muchas veces era apenas decorativa, el surrealismo, aun así, cambió la manera por la que el mundo es percibido”. Ahora mira a otro poeta, el mexicano José Emilio Pacheco, lo que él dice: “el surrealismo no fue adoptado como una tendencia exclusiva por los jóvenes que entonces lo descubrieron, sino como un elemento natural e imprescindible en la visión de las cosas y en la retórica del oficio que están en la base de los libros que hicieron la literatura de los años 60”. La combinatoria de esas dos visiones ya nos afronta a escribir otro libro. Pacheco parece querer del surrealismo lo que él jamás podría dar. La crítica hecha por Alvarez jamás se podría aplicar al surrealismo en América (naturalmente no cabe aquí hablar de las equivocaciones de toda ortodoxia). Qué tontería hablar de “tendencia exclusiva” o “elemento natural” cuando el tema esencial es la creación artística. El surrealismo en América es imperativamente una poética. Y en ese sentido trajo a la lírica de cada país enriquecimiento que todavía merece una lectura limpia. Veamos ahora lo que dice Ernesto Sábato: “Era necesario el terrorismo de los surrealistas para emprender cualquier empresa de reconstrucción”. No había necesidad de reconstruir algo en la América de los años 20, siglo XX. Cuando alcanzamos el punto de la reconstrucción, cuatro décadas después, el “terrorismo” de los años 60, el surrealismo ya entonces era interpretado como fuera de área, zona vencida por el tiempo. Lo que hago en mi libro es intentar mostrar un mapa sin preconcepto de dos formas de identificación americana con el surrealismo. La relación entre magia y cartesianismo, como la encontramos en la lírica americana, por ejemplo, es impensable bajo la óptica europea. Lo que es mito para una cultura es mera bagatela para la otra. Interpretar el surrealismo por esa óptica es lo mismo que explicar el mundo únicamente por el relato del escribano de flota de los conquistadores.
[Sydney, Natal-Diciembre de 2010, Enero de 2011]
Márcio Simões (Brasil, 1979) vive en Natal, Rio Grande do Norte. Publicó una plaqueta, O Pastoreio do Boi (Flor do Sal, 2008) y escribió Os Dias de Pólen (poemas), inédito. Trabaja actualmente en la organización de libro reuniendo entrevistas con Floriano Martins. Contacto: mxsimoes@hotmail.com.
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