Narrador y periodista Chileno, Rafael es un curioso cronista de sus propios pasos e intereses. Aquí nos hace un recuento de su experiencia en la feria porteña, una de las más importantes de habla hispana.
La Feria del libro de Buenos Aires
Rafael Ruiz Moscatelli.
La Feria del libro de Buenos Aires es una de las más grandes de America, con muchísimos metros cuadrados de estantes con libros y revistas de editoras y distribuidoras de libros argentinas. Las “distru-editoras” son una realidad en Argentina, es una industria antigua que ha sobrevivido a crisis de todo tipo. Da gusto ver editoriales antiguas y emprendimientos de libreros independientes.
Como en todas las ferias internacionales en Buenos Aires están presentes las editoriales globales más conocidas en los países de habla española, en sus instalaciones hay marketing de sus autores más celebres y de los nuevos considerados más comerciales. Fue impresionante ver torres de libros y de fotos de una autora cuyo nombre no recuerdo para no engrosar un descomunal esfuerzo propagandístico, aclaro, no es chilena. Vi un par de stand de libros electrónicos con fines promocionales y poco interés en la difusión de autores literarios o científicos. Los emprendedores Tic vinculados al mundo editorial, tienen dificultades para promover contenidos y autores, como si el futuro de los libros electrónicos tuviera relación con las virtudes de las plataformas tecnológicas y menos con las virtudes literarias o científicas de las obras que circulan en la red. Tales emprendedores coinciden con los críticos y libreros recelosos de lo emergente. Curiosamente en tiempos de variedad y cruce de géneros en la narrativa contemporánea de los cuales unos de su precursores fue Bolaño, la clasificación en géneros sirve para ordenar las estanterías de las tiendas de libros con los criterios del marketing, encajonando y limitando gustos y preferencias de los lectores.
Los tradicionalistas, usen el papel o plataformas digitales para distribuir libros tienden a transformar en clásicos a los best seller. El desafío de los escritores actuales, sean narradores, cronistas, ensayistas, científicos, o poetas, para crear un espacio de escritura contemporánea en Internet es que deben estar a la altura de los clásicos. Los primeros en circular en la red y en ser digitalizados son ellos, son patrimonio del conocimiento de la humanidad, vale decir los editores y distribuidores digitales no pagaron derechos por hacerlos circular en la red y en las bibliotecas digitales. Para hacer espacio a obras más recientes sin negar el valor de Herodoto, Cicerón o Kant, debemos reconocer lo siguiente: esos autores son más conocidos que leídos. Algo similar sucede con Tolstoi, Joyce, Proust, y otros. Y lo mismo ocurrirá con Cortazar y Hemingway.
La diversidad de escritores y textos que circulan en el planeta augura que los nuevos escritores armaran su espacio y aunque pueden llegar a ser más leídos que un clásico, eso no evita que muchos de ellos pasen al olvido. Harry Potter dará una medida. Esa masividad no garantiza su permanencia. Son pocos los que recuerdan a Irwin Wallace gran escritor de best sellers en los setenta y finales de los ochenta y nadie duda de la importancia de Faulkner o Jhon Dos Pasos aunque no los hayan leído. Las conversaciones sobre escritores y libros son mas frecuentes que su lectura. Lo mismo ocurre con el futbol. Internet es una gran conversación donde también se conversará mucho de libros.
En la Feria hubo debates, encuentros, un festival de poesía y diálogos de escritores latinoamericanos. La feria funciona mas de 15 días y podría funcionar un mes entero es un hervidero de jóvenes y viejos. Compré libros a buen precio en las distribuidoras y editoriales argentinas, ofertas y libros recién editados. Encontré un conversación muy aleccionadora sobre los noventa hasta el presente, entre Norman Mailer y su hijo Búfalo Mailer, compré a los autores argentinos Cesar Aira, Roberto Piglia, Rodolfo Arlt, son unos acorazados los leí en una cervecería de la Plazuela Julio Cortazar en Palermo.
El festival de poesía tiene luz propia, es muy buena idea hacerlo coincidir con la Feria. La vitalidad de los poetas, su entusiasmo, su falta de vanidad estúpida, les permite leer su obra con igual fuerza si hay cuarenta personas o cuatrocientas. Asistí a lecturas que promediaban entre 150 a 300 personas, escuché a poetas de los cuales una buena parte de la audiencia no habíamos oído hablar, y los presentes escuchamos con atención versos del alma, la pasión y las visiones. Una muchacha sentada una fila mas adelante parecía estar en un recital de música pop. Su conexión con una poetisa irlandesa era muy especial, comentó los versos y los énfasis y giros de la poetisa, con exclamaciones iguales a las expresiones de los jóvenes en los festivales de música. Y era perfecto.
No percibí el mismo entusiasmo en los diálogos sobre literatura latinoamericana, de los escritores, narradores de novelas y cuentos. Donde, salvo excepciones, sus intervenciones daban cuenta de dramas comerciales más que de sus obras, de las dificultades de la industria más que de sus proyecciones. Hablaban como sociólogos de la literatura ahondando en temas tan específicos y desangelados que uno empieza a entender porque el premio Pulitzer quedo vacío por segunda vez. Incluso un autor no habló y otros fueron cicateros con sus expresiones ante un público deseoso de escuchar lo que piensan los autores latinoamericanos. Por lo menos al panel que yo asistí dieron la impresión de que no tenían mucho que decir. Espero que en otros paneles hayan sido más vitales.
Y una curiosidad final, todos o casi todos los panelistas chilenos están vinculados a la Universidad Diego Portales. Escuché al rector exponiendo en uno de los paneles. ¿Corresponde que seamos representados por los escritores que trabajan o están vinculados a una institución privada de educación?. No cabe duda que como método es eficiente y rentable. Y no es responsabilidad de ellos copar un espacio que a otros no les interesó o no pudieron, o no supieron. Pero igual hay algo que no calza. O es solamente un asunto económico. Hay que darle una vuelta. El rector habló de un convenio con la Feria de Buenos Aires, entonces esto puede ser una tradición y a lo mejor una severa limitación para los creadores que no están vinculados a esa universidad o a la academia en general. Hay que darle una vuelta. No es tan simple. O, como siempre, en Chile es un problema económico, el que tiene va y los demás se las arreglan. No sé bien como debe ser, me tinca que más mezcladito.