Además de narrador y ensayista, nos ofrece aquí una muestra de su quehacer poético.
Pedro Arturo Estrada, Girardota, Colombia, 1956
LA RUEDA LENTA QUE TE MUELE
Esa quemadura, esa luz que cava y revienta silenciosa por dentro. Uñas rasgando desde el fondo, como si alguien estuviese asfixiándose en ti o buscando salir de ti. Quizá el que eras hasta ayer, quizá el que serás mañana. Y es entonces afuera igual la náusea antes de escalar el vacío, aferrarte a la rueda lenta que te muele segundo por segundo, silenciosa, eficaz, mientras cierras los ojos e inclinas la espalda, ensordecido, perfectamente aleccionado en el terror.
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AL SUR
Siempre al sur hay mucho sur aún, hasta el otro lado tal vez, repitiéndose, abriéndose, multiplicándose en nuevas serranías, llanuras y desiertos de increíble extensión y monotonía, desdoblándose hacia la nada en series que ya no importan, pobladas por el silencio donde el grito jamás acaba de llegar, y la fiebre hace saltar los goznes de la noche, lejos de la mañana, sobre la carretera sin fin trazada en el vacío, como la vida agotando su sentido tras los ojos fantasmas y el mundo que no queda nunca al sur.
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DEL ARTE DE CAER
Quien tropieza de nuevo contra la misma piedra comprende que ha empezado a caer sin remedio, que su cuerpo se inclina por inercia al vacío, al suelo que lo pide.
Quien imita los gestos del árbol inclinado en el aire, se sorprende de pronto con el gozo que asciende y lo sostiene en vilo entre el cielo y la tierra.
Quien se abraza a la nube que cruza por su sueño, despertará liviano, casi pájaro o viento, pero tendrá cuidado con objetos muy densos y con cuerpos oscuros.
Quien huya de sí mismo caerá, quién lo duda, en otra soledad y otro misterio, pero habrá descubierto al cabo que caer es tal vez la manera más bella de entender.
Y quien se suelta dulce hacia el centro secreto de su nada, hallará, finalmente, ese justo equilibrio en que caída y vuelo se funden, y lo salvan.
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DE UNA MUCHACHA QUE SE DESCALZA
Una muchacha se descalza al fondo de mi infancia,
pero sobre el mundo la furia se desborda
y hay alguien al otro lado de mí abriendo una ventana al vacío
para arrojar su corazón.
Una muchacha escribe en su cuaderno blanco
sus miedos negros
y una bandada de pájaros agoreros cruza el cielo.
Su rostro desaparece
y deja aleteando sombras filosas en la pared
cuando despierto.
Huye de mí su risa de hojas secas al aire matinal
mientras tomo mi habitual desayuno
de palabras frías.
Una muchacha se desnuda en mi sueño,
pero a mi cuerpo se anudan ya las primeras raíces
del árbol subterráneo
que crecerá por siempre
en mis antípodas.
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LAPSUS CALAMI
Qué escribimos todavía
desesperados sobre papeles que sólo
arrastra el viento del apocalipsis
si nadie lee nada y si leyera
entre bostezos sólo tinta rojioscura
de sus ojos de hielo escurriría
Qué esperamos decirnos
cuando todo está dicho y nadie escucha
y se devuelve el flujo atascado de silencios
ahogándonos de hastío
de palabras mil veces masticadas por otros
de sueños repetidos
mientras muere la tierra a nuestra espalda
y caen incendiados los cielos que inventamos
sobre nuestras cabezas
Qué escribimos imbécilmente urgidos
penosamente oscuros y gibosos
sobre el blanco sagrado que fue ramaje un día
y habitación de pájaros
Qué esperamos seguir abriendo en el vacío
con el cuchillo negro del lenguaje que hiere
sólo la propia carne
el corazón que gira como un corcho varado
en el vertedero.
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Pedro Arturo Estrada – Girardota, 1956. Poeta, narrador y ensayista. Ha publicado Poemas en blanco y negro (1994); Fatum (2000); Oscura edad (2006) y Suma del tiempo (2009). Premio nacional Ciro Mendía en 2004 y Sueños de Luciano Pulgar, 2007. Coordina talleres literarios con niños, jóvenes y adultos. Textos suyos han sido recogidos en algunas antologías nacionales y del exterior. Los poemas presentes hacen parte de su próximo libro Poemas de Otra/parte.