Adios, querido Toño Cisneros
José Ángel Leyva
El pasado domingo 30 de septiembre acompañamos a nuestro entrañable poeta Juan Gelman en la sala Manuel M. Ponce donde se le entregó un reconocimiento a su trayectoria en el Palacio de Bellas Artes. Intervenciones de Hugo Gutiérrez Vega, Marco Antonio Campos, Francisco Magaña y quien escribe. Conmovedor el acto y más las declaraciones de amor a Gelman y de éste a México, a donde dice vino para quedarse. Días después nos llegó la tristeza, otro gran amigo y admirado poeta, Antonio Cisneros, era derrotado por el cáncer. Alegrías y sinsabores, los filos de la poesía.
Homenaje a Juan Gelman
Algunas preguntas reales e imaginarias de Jorge Boccanera, como alterónimo de Juan Gelman en el medallero lírico.
Hace unos días, apenas estaba dándole vueltas a mi discurso para celebrar la medalla de oro de Juan Gelman, pues supongo, estoy persuadido que es de oro, me llegó un email de Jorge Boccanera desde Buenos Aires, enterado de este reconocimiento a nuestro mutuo y querido amigo Juan, me propuso algunas preguntas que debía responder a la brevedad y así poder publicar su nota en la agencia noticiosa para la que trabaja. Sus preguntas me hicieron descender de mis elevados propósitos de escribir un sesudo ensayo, más por lo que se suda que por lo que de sesos tienen mis escritos, sobre el misticismo en la obra de Juan Gelman: el misticismo de un agnóstico, la mística de una poeta. Pero las urgencias de Boccanera desviaron mi camino a la mitad del intento y me puse a responder a sus preguntas meridianas. Debo confesar que no estoy seguro que él me haya expuesto algunas interrogantes, pero en todo caso las pensó. Así, en un mano a mano de afectos y admiraciones, me alejé de mi ensayo sobre el misticismo gelmánico y puse mi atención en este acto de premiación. Comienza el cuestionario.
Jorge Boccanera: ¿El reconocimiento de Juan es una Medalla o es un premio en efectivo?
Respuesta: efectivamente, es una medalla.
Jorge Boccanera: Suena a algo olímpico ¿no te parece?
Respuesta: Sin duda. Juan me contó alguna vez que en el barrio fue conocido como el Pibe Taquito porque le gustaba meter o intentar meter goles de taquito, es decir, con el talón. El es afecto a los deportes pero no a las competencias, y lo que busca es meter los goles, poner el esférico en la red. Si fuera corredor sería campeón no en velocidad sino en maratón. Ha roto todas las marcas que se ha propuesto y ya era hora que le dieran su medalla, que, estoy seguro, es de oro.
Boccanera : ¿Por qué crees que es merecida esta distinción de la medalla a Gelman?
Juan Gelman es un referente cultural en México. Sin perder su argentinidad, incluso afirmando su hondo porteñismo, ha echado raíces con semejante libertad como lo hicieron miles de exiliados en México por causas políticas. Tú fuiste uno de esos ellos, ¿lo recuerdas? No es el caso de Gelman, quien decidió quedarse en México por la razón que él mismo subrayaba a un periodista argentino, en una entrevista de hace pocos años: "porque estoy enamorado de Mara, mi mujer". Otras justificaciones que el propio poeta ha declarado son las amistades que ha encontrado y cultiva, y sin duda porque el país lo siente como propio. Después del Premio Cervantes a Juan sólo le espera el Nóbel de Literatura. La Medalla Bellas Artes que le da el Gobierno de México es un mimo, un apapacho, como decimos aquí, a un poeta universal que ha venido a nutrir lo local.
Boccanera: ¿cuáles serían los rasgos relevantes de la poética de Gelman, según tu opinión?
Es un poeta con un espectro formal y sustantivo muy amplio, con una voz dotada de una polifonía muy potente, energética dirían algunos; un discurso protéico que no concede, que no complace, no se estaciona ni acicala, ni engorda en un estilo. Algunos de sus títulos hacen hincapié en esa convicción, Cólera Buey, Valer la pena, De atrásalante en su porfía, El emperrado corazón amora, por citar algunos. La poesía de Juan responde a una dinámica interior donde las imágenes, pero sobre todo las palabras buscan acomodo no en una musicalidad convencional, sino en una sintaxis de ruptura, de cortes rítmicos y arrítmicos, pero bien temperados. Nada en la poesía de Juan es gratuito, nada es automático, aunque sí espontáneo y fiel a su naturaleza y su destino, a su propósito expresivo y comunicativo. Las palabras emergen en libertad pero son conducidas por esa voluntad gelmánica de ponerlas en crisis, de hacerlas buscar sus posibles identidades en el tiempo, en el espacio, en las lecturas, en la invención pura, en el lenguaje banal, en su responsabilidad estética.
La obra de Gelman, como bien lo dices tú en el prólogo que haces para la antología que preparaste, Animales del azar, y que recién aparece bajo el sello de La Otra, es una de las más interesantes y ricas en la actual poesía por su diversidad de registros y su potencia lírica. Es no sólo conmovedor sino ejemplar el hecho de que Juan, a sus 82 años de edad, busque aún en esa fuente inagotable que posee. Todos esos personajes que pueblan el mundo literario de Juan Gelman, profetas conocidos e inventados, migrantes de los Estados Unidos, japoneses, árabes, judíos, compañeros de lucha argentinos, místicos españoles, dan idea de una sola veta por estudiar en la obra gelmánica. Yo he querido llamarlos heterónimos, él se niega a aceptar el término por la implicaciones que tiene, no sólo en la memoria ligada Pessoa, sino por el hecho de que él los reconoce como producto de su escritura. Como no me convence el término que él emplea, seudónimos, los he llamado alterónimos, y a Juan le ha gustado. Ello nos habla de dos cosas inmediatas: su inconformidad creativa y una mística fundada en la poesía, en eso que él define como "el arbol sin hojas que da sombra o, en el sentido de un perpetuo diálogo consigo y con sus otros, la presencia ausente de lo amado"
Boccanera: Por qué crees que ha entrado tan fuerte su poesía en los lectores mexicanos?
¿Y cómo no? Juan es un regalo de la poesía.
Boccanera: Por último, José Ángel, ¿sabes tú quiénes más estaban en la lista para recibir la Medalla de oro?
NO estoy seguro, pero me han dicho que las autoridades de Bellas Artes barajaron nombres distintos como Sidney West, Isaac Luria, Samuel Hanagid, Yehuda Al-Harizi, John Wendell, Yamanokuchi Ando, Emmanuel de Roma, Yehuda Halevi, Eliezer Ben Jonon, Ezequiel, Salomón Ibn Gabirol, José Galván, Dom Pero, Julio Grecco y hasta otro Gelman que de todo modos Juan se llama. Pero el Pibe Taquito, nuestro Juan Gelman, se lleva la de oro, porque, debe ser de oro, ¿o no?