Presentamos la traducción al español, de la duranguense Gabriela Sofía Magallanes, de este poema emblemático de la poeta estadounidense ante su decisión de silenciar su voz, en octubre de 1962, y su versión original en inglés. Además un audio con la lectura de Magallanes.
La Valentía de callar – Sylvia Plath – Voz Gabriela Magallanes (3.98 MB)
La valentía de callar
El valor de la boca cerrada, ¡A pesar de la artillería!
La rosada y silenciosa línea, un gusano, peregrino.
Hay negros discos tras él, los círculos de indignación,
y la indignación de un cielo, su estriado cerebro.
Los discos giran, piden ser escuchados
cargados, como están, de cuentas bastardas.
Falsedades, rutinas, deserciones y ambigüedades,
aguja viajando por el surco,
bestia plateada entre dos cañones negros
un gran cirujano, ahora tatúa,
una y otra vez tatuando las mismas injusticias azules,
las serpientes, los niños, los senos
sobre sirenas y chicas soñadoras de dos piernas
el cirujano tranquilo, no habla.
Ha visto demasiada muerte, tiene sus manos llenas de ella.
Así que los discos del cerebro giran, como bocas de cañón.
Y ahí está la vieja podadera, la lengua
Infatigable, púrpura. ¿Habrá que cortarla?
Tiene nueve colas, es peligrosa.
¡Y su sonido al desollar el aire, cuando se pone en movimiento!
No, la lengua, también, ha sido arrinconada,
colgada en la biblioteca junto a los grabados de Rangún
y las cabezas de zorro, cabezas de nutria, cabezas de conejos muertos
objeto maravilloso-
la de cosas que ha atravesado en su existencia
Pero ¿qué hay de los ojos? los ojos, los ojos.
Los espejos pueden matar y hablar, son habitaciones terribles
una tortura transcurre donde uno solo puede observar.
El rostro que vivió en este espejo es el de un hombre muerto.
No te preocupes por los ojos-
puede que sean blancos y tímidos, no delatan nada
sus rayos mortales se plegaron como banderas
de un país que ya no se escucha,
una obstinada independencia
inútil en medio de las montañas.
The Courage Of Shutting-Up
The courage of the shut mouth, in spite of artillery!
The line pink and quiet, a worm, basking.
There are black disks behind it, the disks of outrage,
And the outrage of a sky, the lined brain of it.
The disks revolve, they ask to be heard—
Loaded, as they are, with accounts of bastardies.
Bastardies, usages, desertions and doubleness,
The needle journeying in its groove,
Silver beast between two dark canyons,
A great surgeon, now a tattooist,
Tattooing over and over the same blue grievances,
The snakes, the babies, the tits
On mermaids and two-legged dreamgirls.
The surgeon is quiet, he does not speak.
He has seen too much death, his hands are full of it.
So the disks of the brain revolve, like the muzzles of cannon.
Then there is that antique billhook, the tongue,
Indefatigable, purple. Must it be cut out?
It has nine tails, it is dangerous.
And the noise it flays from the air, once it gets going!
No, the tongue, too, has been put by,
Hung up in the library with the engravings of Rangoon
And the fox heads, the otter heads, the heads of dead rabbits.
It is a marvelous object—
The things it has pierced in its time.
But how about the eyes, the eyes, the eyes?
Mirrors can kill and talk, they are terrible rooms
In which a torture goes on one can only watch.
The face that lived in this mirror is the face of a dead man.
Do not worry about the eyes—
They may be white and shy, they are no stool pigeons,
Their death rays folded like flags
Of a country no longer heard of,
An obstinate independency
Insolvent among the mountains.