Crónica de la sobrevivencia en la gran urbe, es el nombre que da título al libro que nos comenta Boccanera, de su compatriota argentina, Laura Yassan.
La poesía de la argentina Laura Yasan
Crónica de la sobrevivencia en la gran urbe
Jorge Boccanera
Editada en México por el Floricanto, sello impulsado por el grupo del mismo nombre, integrado entre otros poetas por Iliana Godoy y el fallecido Eduardo Molina y Vedia, la antología Safari de la poeta argentina
Laura Yasan constituye el primer intento de reunir en un solo tomo una selección de sus ocho anteriores, que le valieran premios como el Casa de las Américas de Cuba, el “Carmen Conde” de España y el EDUCA de Costa Rica.
La vida como un trato siempre violentado por el destino y lo cotidiano como un paisaje de sucesivas traiciones son los ejes de la poesía de Yasan. Ese saldo entre lo pactado y la deslealtad, entre lo entregado y lo perdido. Los muchos modos de contar esa historia están ya inscritos como claves desde los títulos de sus libros: la disputa constante (Cambiar las armas), la comarca salvaje (Loba negra), la épica del desencanto (Cotillón para desesperados), el precio de vivir (Tracción a sangre), la soledad como acoso (La llave Marilyn), las rutinas (“los mastines de la costumbre”, dice la autora) con textura de herrumbre (Ripio).
Lo metafísico aquí es una piedra oscura en el anillo oxidado de lo cotidiano. Y lo cotidiano, transformado en litigio y beligerancia, es la usina de la que surgen imágenes de destrucción: “Dos animales en la misma jaula se reproducen o se matan”; “nadie junta cadáveres con la pala de otro”.
El hablante arma su monólogo exasperado con locuciones populares, aires de canción y apuntes del grotesco, desde un lugar precario: el desacomodo. La sobrevivencia en la gran urbe descansa en el anonimato y el canje: “por dos libras de sangre más la furia/ te dan tres aspirinas y una bala”.
Yasan cruza la respiración de la crónica con imágenes de gran factura urdidas desde lo onírico (“y soñás con un ángel de mercurio/ que te cose los labios con un hilo de fuego”), retomando una y otra vez ese balance que oscila entre el anhelo y el desencuentro: “yo te entregué una joya diminuta/ un zafiro escamado en el cuerpo de un pez/ y lo dejaste/ caer en las cosas que pasan”.
Esta primera antología de Yasan hace justicia a una voz destacada en la poesía argentina de las últimas décadas; un fraseo propio y descarnado en sintonía con el tiempo que le toca vivir.
hoy función hoy
como todos los días despierto sobre un riel
confundida en el rumbo de los trenes que parten
la fe con su martillo
pongo el cuerpo en la calle y espero de la suerte algún favor
otra vez cacería
el pecho una recámara de aire comprimido
besos de corto alcance
palabras que no llegan a matar
vuelvo a cargar y sale circo
monos amaestrados
pañuelos infinitos de la boca
me toca equilibrista sobre cable de fuego
campo minado rock ferretería
nunca me sale cisne ni princesa
noticias de mi vida
si alguien pregunta estoy en la frontera
pruebo los documentos de un cadáver
que amontona ladrillos en el patio de atrás
sus medallitas clavadas a la lengua
horas memorizando las fallas del terreno
un idioma en desuso y ahora es miedo
la manera más pura de medir
si alguien pregunta necesito analgésicos
algo para aguantar el clima extremo
sigo tratando de escapar
cavando un túnel con una cucharita
demorada en la red de un policial
donde cae la noche y los forenses mienten
boby dogy
abrí la puerta y encontré un animal
lamía sobras del amor
subí a la compasión y traje leche tibia
busqué una tienda en medio de la noche
compré alimento para perros
una correa hermosa
salimos a pasear y volví con el cuello lastimado
busqué algo abierto en medio de lo mismo
conseguí una curita y aspirinas
él seguía con hambre de ese plato
le ofrecí restos de otra carne
hubo mordida astillas y sutura
busqué pañuelos en medio del cansancio
busqué en el beso y en las habitaciones
el nido de esos ojos el lazo la medida
busqué en la permanencia en la postergación
él me vio arrodillada buscando su alimento
de Ripio
0800 marylin
cuando el domingo te practica su clásica
llave marylin
y quedás estampada contra la lona gris
¿estás en el umbral equivocado
en el número vivo
en el lugar de quién?
¿es frágil como la curva de tu cuello
o es una viga negra el hierro de tu mente?
¿está el mundo debajo como un refugio lleno
o está fuera de alcance como un hombre imposible?
cuando viene a llevarte a su tierra de nadie
y te obliga a entrenar su deporte de riesgo
¿es el lunes un muro donde vas a estrellarte
o una pared de agua donde vas a flotar?
¿toda la vida?
llave marylin versión libre
el domingo a la hora de la muerte
tu sombra es una perla que rueda para nadie
los bares están llenos
en el aire resiste la arpillera del sábado
el ruido un entramado de colillas y rouge
una pared de clavos las voces de los otros
y el volumen del fútbol supera el decibel
de los hombres que lloran sobre una chica fácil
el domingo a la hora del escándalo
hay un cambio impreciso en la velocidad
y los minutos pasan su mirada de vaca
sobre tu pasto tierno
en la mesa del al lado una pareja rompe
la tarde en pedacitos
y una aureola de vidrios va empapando el mantel
yo pensaba en sus brazos
el domingo a la hora de la muerte
como si no estuviera
manual de los amantes
yo te entregué una joya diminuta
un zafiro escamado en el cuerpo de un pez
y lo dejaste caer
en las cosas que pasan
preludio en sí sostenido
y que me aten
a la cama de un hospital
que una enfermera muda abra su pastillero cada veinte minutos
que me toque preludios de chopin
a las seis de la tarde cuando estalla el mercurio
y mi cuerpo es la funda de un dragón adiestrado
para increíbles números de fuego
que me frote anestesia en las encías
que suture mis labios
y dos veces al día me descargue cien voltios
si mis brazos no sueltan
si repito su nombre
que rece una plegaria sobre mi corazón
que no se me despierte
y las horas trabajen los espacios
donde pueda el olvido detenerlo
química orgánica
todo el tiempo que tarda el corazón en olvidar la música
y acostumbrarse al ruido de hojas muertas
que desprende el recuerdo cuando avanza
todo el tiempo que tarda en separar
hebras impuras del oxígeno
latido de temblor
señales en la falla
todo el tiempo que tarda en reaccionar su ángel sometido
la boca azul contra la noche
ese torrente oscuro que va en la cicatriz
como un pez por el cauce del misterio
todo el tiempo que tarda en corromper
la ruta del carbono
y arder bajo la nuca el tronco de su árbol
se rasga en las mejillas una alfombra de seda
la lengua flota en una ciénaga
y es un beso de sal sobre la llaga
todo el tiempo que tarda el corazón
en dejarte partir
de la llave marylin
Ficha bibliográfica
Laura Yasan (Argentina, 1960). Publicó los libros: Doble de alma, Cambiar las armas, Loba negra, Cotillón para desesperados, Tracción sangre, Ripio, La llave Marilyn y Animal de presa. Ha coordinado talleres de escritura en distintas unidades penitenciarias, institutos de menores, hogares de ancianos, bibliotecas municipales y en forma privada, tarea que desarrolla hasta el presente.
www.laurayasan.com.ar
rumana@laurayasan.com.ar
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