Originario de Chiapas, tierra de poetas, López Moreno, es periodista y catedrático, autor de una abundante obra literaria. Aquí una muestra de su poesía.
ÁBRARA
Lo que abre de su esencia misma,
concepto del principio,
juego de liliales aes,
primer latido acunado en el hondo de la entraña,
golpe primo del albor a llama verde,
lo que inicia el inicio,
pugnaz salto, cantidad entre las sombras,
el hechizo hacia afuera
de la caverna griega,
inio espasmo de la savia abriendo,
iniciática luz en segundo segundo hacia materia,
el ya del alba,
el ahora del uno uno trino,
llave,
cipactli al pie del movimiento,
brote alfaguara a donde vendrá a lermar el día,
iskra del bigbang, célula del átomo
(elábrara de lo que será (ya siendo) materia y hálito),
sustancia de la sustancia, la que inaugura,
el sol, la sol,
la voz primera.
DEFINICIÓN 1
Ábrara es la soledad en llamas
en el momento de la concepción.
El apenas instante anterior
del instante anterior
a la mónada
corriendo el guión de su energía proteica
hasta el salto cualitativo hacia
lo que va a ser creado
y de nueva cuenta,
el apenas instante anterior
del instante anterior
a que se abra flor la cantidad hechizada.
Oh, la magia en su principio…
Oh, el enigma inasible,
antechispa del portento y ya el portento.
SUBRAYADO
Ábrara:
principio del principio,
causa de la causa,
chispa de la chispa,
verbo para el verbo,
partícula del todo,
el lo todo desde su micrez,
desde ahí nació
la risa y la lágrima que la lava,
“la primera piedra” septentrional,
el trío de Aguascalientes
(Ponce. Saturnino. López),
alfadánica por 1-0-1
(sonido color palabra).
Umbrales. Cruce.
Y de nuevo nace el mundo más polos,
más ecuador,
más venas incandescsiendo.
El trío de Aguascalientes
(P. S. L.)
Ábrara,
Y lo que vino.
FUNDADORES
¿Cuánto de nuestro cuerpo?,
¿de memoria y proyecto?
¿Cuánto de nuestro abultado instantero
acumulamos en la página de ayer?
Las ciudades del planeta hicieron simetría de júbilo
como rito plural de muerte-vida en la alargada noche.
Vida y muertos atrás, nos alzan,
levantan y crecen nuestra fuerza.
¡Fuerza!
Nos ha tocado ser la frente de los iniciantes,
los primeros constructores sobre el tiempo nuevo.
Y aquí estamos, ya, ahora,
con nuestra vida, nuestros muertos,
dos mil golpes de sangre hacia delante
en renovación del fuego,
en el ascenso a su radiante cúspide.
(Primero de enero del año 2000)
ANDANTE
Se produce el chispazo,
gira el orbe,
un abstracto caballero se endebla
sobre su hética montura, matalón
de fatigas,
él, de insomnios.
No desfallezcas, nobilísimo jinete,
aéreo azote de malandros y exotéricos,
cuidado, no tropieces,
puedes caer y lastimar el mundo,
herir el suelo,
alterar la armonía del universo,
cuidado,
no abras hoy el ábrara de la muerte.
(¿—?)
¿Cómo se llamaba aquel que por primera vez
utilizó el oxímoron
como máximo acto de la creación?
¿Qué queda de él sobre el polvo?
Espera tiempo a que el oximoronista reinvente tu rostro
en el juego de los extremos que se unen,
volverás a tener gesto, mueca, mohín,
volverás a ser ábrara de las maravillas,
punto inicial del punto inicial, adanábrara,
el principio de todo lo que es ni sigue siendo
en la mayúscula capacidad del sueño.
¿Cómo se llamaba el que presenció la desmesura
de la primera aurora,
ésa, en la que estaremos mañana?
Ábrara ¡ay! intento
de decir el acto creador del universo.
ENTRE POETAS
¿Y si volviendo a nombrar las cosas
fundamos de nuevo el mundo?
¿En qué punto de la novedosa relación
habremos de colocar a Dios
si es que va a existir otra vez entre nosotros?,
¿en el aire del ave?,
¿en las válvulas y pistones del movimiento?,
¿en el sexo de la flor?,
¿en la erecta furia de la llama?,
¿en la impaciente espera del polvo?
¿En dónde –oh, duda- para hacerlo
cumplirnos su servicio?
DISYUNTIVAS
Amo los sistros y olifantes de Tablada,
con toda el ansia develante
delnóvedo helicón que nos abisma.
Pero también amo, desde el fondo y hueso
de esa misma sangre,
los cascos de la sur caballería
arrasando con sagrada furia
su jardín de Coyoacán
(acto simbólico de la vida viva).
Entonces, si los dos
impulsos sanguíneos son veraces,
¿a qué estirpe pertenezco?,
¿cuál es de cierto el astro del que carne vengo?
SEPTAPOÉTICA
Cabalgan los siete jinetes de mi terrisueño.
Una rosa de fuego en tu tumba, Pablo Neruda.
Octavio, te toca la rosa negra.
Para Lezama es la rosa de aire
destinada a expandirse cuando la luz la roza.
Flébil la rosa de Vallejo, flotando
en las hondas corrientes de la sangre.
Huidobro y Gorostiza son los arquitectos de su propia rosa.
Pero… ¿quién habla de tumbas en esta hora?,
¿quién, ñuto lene, se atreve?
Descendientes de nuestro ábrara somos,
desbridado epítome y otra vez el prólogo, simún
y agüita nueva, ohmio de alfaguaras,
¿quién se atreve?
¡Heptarquía!
Cabalgan los siete jinetes de mi terrisueño.
MÚSICA DE ÁLVAREZ DEL TORO
Compás de cuatro cuartos: un sapo
zapa la noche. Roza la hierba,
la rosa hierve.
¿A que suena la entraña mineral?,
golpe de piedra tiene el destino después de su ábrara,
partitura de la primera huella
sobre el lodo.
Canta vegetal el peso de la iguana
mientras el colibrí masculla
su corazón de flauta en el zigzag de aromas.
Saturno cuaternario inventa la primera noche:
en la danza de la llama
ecofederico se propaga
desde la anacruza de su signo.
Por la señal de la savia ardiendo,
de la savia ceiba,
de la savia viento,
de la savia sabia.
Por la señal del sol sobre el pecho de la selva lagarta,
mosca viva, gasa garza, aura áurea, danta giganta.
Do, río que quema y que se quema a soles. Sí, do.
ÁBRARA DE ROBERTO LÓPEZ MORENO: VASTO DE VÉRTIGOS ACTUALES; ABRACADABRANTE.
Daniel Téllez
Alguna vez afirmé que algo susceptible hiere en la savia selva del corazón del poeta de Huixtla, Chiapas; que en la incendiada turba de la palabra de Roberto López Moreno, late silencioso otro fuego tumultuoso de la selva que habita. Centro de barro, poeta de tierra, corazón latinoamericano, devorándonos, devorándose, incendiado pues, de hambre, de danza, de música, teje en este libro corazón, nuevamente, un esqueleto circular de nosotros de palabra.
La palabra múltiple de dones diversos en la casa de la poesía. Circular el fuego, nos circunda el abracadabra, en latidos que no cesan, que no saben cesar. Ábrara del tiempo del poeta, a tres tiempos: Poemas iniciales, “Sala de recreo”, “Informe de viaje (Canciones de Vancouver)” y un “Epílogo (Cerrando el Ábrara)”. Ábrara de la casa de la poesía de Roberto López Moreno, donde la palabra es morada, piedra de los sacrificios, el latido que abre y crispa la puerta de la vida. Ábrara de la luz primera, del primer verbo, del instante anterior, este libro tiene el rito y el presagio de un libro fundador de nuestra poesía latinoamericana. Sabe y esconde tras el velo de su dimensión estética, el instante del sometimiento y de la revelación. Sometimiento del discurso y colérico, el poeta estalla, se arrodilla, inventa el vuelo, lastima la palabra, chispa, se traspasa, abre de la mano de demonios, el camino:
No desfallezcas, nobilísimo jinete,
aéreo azote de balandros y exótericos,
cuidado, no tropieces,
puedes caer y lastimar el mundo,
herir el suelo,
alterar la armonía del universo,
cuidado,
no abras hoy el ábrara de la muerte.
(Andante, p. 24)
En las posibilidades del primer rito, la experiencia de la palabra toma sus arneses y deja entrever al poeta López Moreno habitado, violento frente al espejo, frente a la persistencia, a contrafuego, saldado del primer testigo: ¿Cómo se llamaba aquel que por primera vez / utilizó el oxímoron / como máximo acto de la creación? / ¿Qué queda de él sobre el polvo?(¿—?,p.26) En la impronta del descenso de las edades –la hoguera de la casa y de la hormiga, de la fundación del mundo por los poetas, en un extraordinario poema titulado “Entre poetas” cónclave para nombrar las cosas nuevamente- el poeta llueve sobre la orografía experimental de nuestros estanques literarios. En el perímetro de una dramática multiplicidad contenida –laguna y piedra de filoverbos, llaves de notas, de primeros verbos-, a relámpago y conciencia, reconstruye de la piedra sus primeras notas, la prelitúrgica del padre Mier, y abunda de las rondanas santas de Amado Nervo al impulso sanguíneo de la verbaria de Tablada.
Poeta nómada, peregrino, espíritu ábraro de sonidos de flautas y tambores que enervan la sangre, la danza de la sangre dialoga al sol que se ha multiplicado en este libro que hoy nos convoca. Tantea desde la noche descomunal en que la palabra es responso, y mientras el mito ha de perecer al sueño, el desvelo reconstruye el eco abuelo de la vírgula del poeta López Moreno, nacido de la primera noche: Habla al oído de los poetas muertos: / poeta Cardoza, / yo sólo quiero escribir lo que no entiendo. (Tercetas, p. 34-35). Porque su desvelo es de transformación, de recreación, de fagocitosis y ferocidad, el poeta celebra desde su relectura y transformación anímica, ciertos trazos vanguardistas que equidistan las verdes flamas: El joven poeta, el inventivo, / está siendo inventado por los mistagogos / cromovoluminizadores / y por la sentencia con la que el reloj / acostumbra rehacer sus ritos. (Estación Coyoacán p. 45); las cuerdas encendidas de los estridentistas, (El capullo se cierra en su memoria RAM, / suma, / coktail de meteoritos, / en su hondura construye andamios interiores, / arquitecturas efervescentes, [Cocción p. 48]); las definiciones del fuego de la palabra y sus lecturas en el poema “Septapoética”: Cabalgan los siete jinetes de mi terrisueño. Cabalga –decimos- su lengua poética y se entrecruza con la otra, la del rayo, los pendones, la costilla, el fósforo, Puschkin, la sombra, el ave zacuán, la muerte del poeta de Mixcóac, al recreo que es un poema servido en mole poblano:
La picadura del ajonjolí, Ramón, tal picadura,
es un estruendo que sabe
a lis de prieta azúcar encarabinada,
a maples sabe, a siglo,
gallardo siglo y quintanilla
(al siglo de las losas, reloj nuestro).
(¡Que viva el mole…!p. 64)
Un ábrara imanta en las raíces de los abuelos prehispánicos, las primeras voces, los últimos vuelos, el bolero místico y sagrado, los oscuros vientres de las congas y la sangre que multiplica los juegos retóricos, los asideros vanguardistas que hormiguean dentro de la música, los palíndromos, el filin de las repeticiones y aliteraciones. El pasado y futuro en la vitalidad del ritmo, la ebullición de la cuantía: Verberales geométricos, / rumor de corrientes despertando desde el centro de las / sombras / a hacerse luz, / osario del sol, / tibias, radios, fémures, húmeros del sol, / hilera de dientes vegetales, / sabia vibrátil, plin, plin / y la orquesta del mundo fluyendo, en el fondo, / plinplin, plinplin, ya está ayando el mundo. / Suena (Concierto candela p. 73-75). Del mismo modo el ábrara del yo, del viaje, el poeta pirata, el poeta lector, la colina del mundo en la poesía pautada de López Moreno; la condición de la otra música, otro lenguaje. El poeta presagia en el poema “Canción trágica en Sunset Beach”: Si yo tan de la música, / tan a la hechura de las sensualidades, / qué será de mí al traducirse mi poema / a los ritos sonoros de otro idioma.
Ábrara de la planicie chiapaneca, ábrara de la sangre precolombina imponente entre piedras, como el río cabe entre las piedras de una palabra agreste; la conversión matemática -raíz cuadrada del caligrama que cierra toda interrogación desmesurada del átomo al semen- construye el Epílogo del libro.
Del mismo modo percibimos, con la experiencia del poeta, la antigua leyenda y la añeja celebración de la saliva y la sombra de los mayores que consuela en nosotros, en cuyo descubrimiento, la escritura poética de Roberto López Moreno, nos remite a un alto poeta inserto en la tradición más relevante de nuestra lírica latinoamericana. Testigo de la primera ansia y del primer ojo, el poeta López Moreno resulta necesario; abracadabra para la salud de la poesía mexicana reciente; en cada palabra aparece vasto de vértigos actuales; abracadabrante, en su cada línea riña el espacio intemporal; el relámpago de la innovación. Hoy, nuevamente, lo sostengo: Roberto López Moreno es un poeta necesario para nuestra poesía: imprescindible linaje natural.
Palacio de Minería.
Roberto López Moreno. Chiapas 1942.
Premio Chiapas (Letras) 2001. Nació entre las 12:00 en punto y un trópico desmesurado con perfiles de agua, sitio de hogueras denominado Huixtla, en las costas del Soconusco. Su labor se ha desempeñado entre la poesía, la narrativa, el ensayo y el teatro, este último representado principalmente por dos obras “El Susto”, escenificada en el foro Luces de Bohemia de la Ciudad de México y el libreto para ópera “El caracol invisible”, obra que no alcanzó a culminar musicalmente por el lamentable fallecimiento en La Habana del compositor Leonardo Velázquez.
Ha representado a México en diferentes países, en encuentros literarios como: el Festival Internacional de Poesía en Medellín, Colombia; El Mundo de los Poetas Latinos, en México; América Canta en Salta, Argentina; El Congreso Mundial de la Poesía en Santiago de Cuba; La Feria del Libro Mexicano en La Habana, Cuba; Poesía a Través de las Fronteras en Oakland, Estados Unidos; Encuentro Mundial de Poetas “La Noche de los Puentes” en Struga, República de Macedonia; Embajada de México en China, República Popular China; Primer Encuentro de Intelectuales Chiapas-Centroamérica, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas; Segundo Encuentro de Intelectuales Chiapas-Centroamérica, en Tapachula, Chiapas; Jurado Internacional del Premio de Poesía Ricardo Miró, en la ciudad de Panamá, y varios más.
Entre más de una cuarentena de obras publicadas de las diferentes disciplinas señaladas se encuentran principalmente los libros de poesía: Décimas Lezámicas, editado por la Universidad Nacional Autónoma de México; Manco y Loco ¡Arde!, publicado primero por la editorial Papeles Privados, luego la editorial Miguel Ángel Porrúa y posteriormente por la Dirección de Publicaciones del Instituto Politécnico Nacional, y E=mc², Tomos I y II, Editorial Praxis.
Entre los libros de narrativa se encuentran: Las mariposas de la Tía Nati, publicado por Ediciones de Cultura Popular, posteriormente por la Editorial Presencia Latinoamericana, y después por la Colección Lecturas Mexicanas de Conaculta; Yo se lo dije al Presidente, reimpreso y reeditado en varias ocasiones por la Colección Letras Mexicanas del Fondo de Cultura Económica, y Cuentos en Recuento, por La Universidad Nacional Autónoma de México.
Entre los libros de ensayo mencionaremos: Vuelo de Tierra, publicado por Coneculta-Chiapas; Nuestro Sonido, Responsabilidad Histórica, editado por el Programa Cultural de las Fronteras, y Crónica de la Música Mexicana, tomo que fue, primero, editado por partes, traducido al ruso, en la extinta Unión Soviética y posteriormente publicado en español por la editorial Lumen de Argentina.
Es creador de una teoría poética latinoamericana denominada Poemurales o Poemuralismo y creador también del Movimiento Poético Laconista cuyo ideal consiste en hacer de los muros y paredes de la ciudad las páginas de un gran libro urbano.
Ha escrito literatura para niños (poesía y cuento) y ha colaborado con diferentes músicos sinfónicos como Jorge Córdoba Valencia, Leonardo Coral, Alejandra Odgers, y María Granillo, entre otros, y con coreógrafos como la maestra Gloria Contreras del Taller Coreográfico de la UNAM.
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