En el nido del silencio Diana cava una herida y la hace peregrinar hasta la muerte. Sutura el llanto, la lluvia, los recuerdos bajo el sonido de la soledad. Peregrinos versos nos ofrece la poeta bogotana como una máscara contra el olvido. En su poesía yacen los días y la luz, la voz de la catástrofe.
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Coordinadora de la sección: Stephanie Alcantar
Ni nidos, ni plumas.
Más de novecientos días
bajo el efecto de la lluvia
que todo lo crea
bastaron para aprender por fin
que de los pájaros que trae el viento hasta tus manos
no te pertenece ni las nostalgía de las plumas
que se enrredan en los dedos
despùes de un adios definitivo.
Somos peregrinos
anidando calor artificial en los nidos del tiempo
vamos escribiendo historias en la memoria de los otros
sumando canciones a la banda sonora de su vida
sembrabdo sentimientos en sus patios
para al final
quebrarles en corazón
con tanto olvido.
Lo único que permanece
es la soledad
la soledad en el nido de la memoria
la soledad en el patio de la casa
la soledad en las manos
que nos recuerdan el canto de los pájaros
que llenaron con su color los días.
Revelación
I
El tiempo de la creación estalla sobre la almohada
la memoria deja de ser ese baúl que acumula postales
de ciudades enemigas.
El sueño ya no es una cola de dragón
apretando la garganta.
Ahora deambulas por el árbol de la palabra
te cuelgas de sus piernas
comes de los frutos sembrados en las líneas de sus manos
pierdes y recuperas el aire
con el movimiento de las corrientes del viento
sobre su piel de hoja.
Sólo ella
la palabra
marcará la línea que debes andar.
II
Una página en blanco será cada día
y la palabra
despejará el camino.
Sus espinas
serán espadas
su néctar
el antídoto
para combatir el insomnio
portazos de la vida.
Desembocadura
La muerte es la única brisa que visita mi ventana.
He aprendido a reconocer la desesperación
en la punta de sus tacones
el deseo estancado en las orillas de su boca.
La invito a atraparme en un beso
se niega
y quizás no lo hace
pues sabe de la tristeza que carcome esta carne
y de la falta de fe
que hoy
la alimenta.
Huérfanas
ella de ganas
yo de todo
como niñas asuntadas contemplamos
los globos reventados sobre el anden de los días
la perdida luz
la emoción sobre las cosas.
La última cena
Nada fue suficiente para callar las voces
que anunciaban la catástrofe
ni las pastillas verdes
ni la fe a contracorriente
ni las señales de los muertos.
Las cartas bajo la manga
no alcanzaron a salvar del sacrificio
al beso de la buena suerte.
La máscara de los jugadores
cayó sobre la mesa
y con ella
la necedad de querer seguir construyendo
comunas de fraternidad
sobre arenas movedizas.
El jardín de memorias que creímos sembrar
las cenas servidas/ la colección de botellitas de colores
que guardaron los silencios que bebimos
sólo sirvieron para trazar un mapa
que conducía a un nudo de decepciones
nudo de agua salada
estancado en la garganta.
Brevedad
A Mario y Alfonso
No es destino
casualidades lo que nos une
un plano de puntos
nuestros encuentros
dibujo abstracto
quenace cuando las soledades se cruzan
en una misma estación.
Ponerles nombre
es condenarlos a la oscuridad de la uniformidad
o j o
donde desaparecetodo lo que lleva una etiqueta.
Importa lo que cada uno pueda robarse
hasta la laguna del silencio
que inunda los cuerpos
cuando aparece
el sueño.
Diana Carolina Daza Astudillo. Bogotá 23 de abril de 1980.
Redactora creativa y gestora de proyectos culturales y editoriales. Directora del proyecto de publicación alternativa Piedra de Toque – Poesía ambulante que contempla la edición de las LIBRETAS LIBRO. Sus poemas han sido publicados en revistas de creación literaria de México, Chile, Venezuela, Ecuador y Colombia. En el 2003 publicó el poemario: "el abrazo de los días grises", en la colección “aquí estamos decena” de Funcreta ediciones y en diciembre de 2010 participó con textos narrativos en la publicación colectiva: “Domingo, vendedor de globos” con la editorial Pornos. Su poemario “El nacimiento de la Gargolena” acaba de ser editado.
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