El poeta argentino comenta “Íntegra”, obra completa del chileno Gonzalo Rojas (1916-2011), a cargo de Fabienne Bradu.
Publican la Obra Completa de Gonzalo Rojas
Jorge Boccanera
La obra completa del chileno Gonzalo Rojas (1916-2011) bajo el título de Íntegra, a cargo de la ensayista Fabienne Bradu, resume la voz de un poeta con una fuerte impronta erótica con toques de sarcasmo, que fue de la tradición a la vanguardia con un paso interesante por el surrealismo.
Más que una recopilación de sus títulos desde el inicial La miseria del hombre de 1948, el voluminoso libro editado por el Fondo de Cultura Económica es, según Bradu, “un libro nuevo” a partir del trabajo de ordenar y dar cuenta de variantes que Rojas imprimía a sus textos, que pasaban reformulados de un libro a otro.
Bradu –nacida en Francia y afincada en México– acometió esta: “Tarea minuciosa que hubo que cumplir con paciencia y parsimonia. Las variantes se sitúan primordialmente en los primeros libros de Rojas. Llegó un momento, más o menos a partir de los ‘80, en que se dio cierta estabilidad de los poemas que volvía a publicar ya sin modificaciones”.
Asiente Bradu a la idea de que la obra de Rojas reúne tradición e novedad:“Sin duda, y acaso por una simple razón: para innovar en poesía, hay que conocer bien la tradición a la cual uno pretende aportar algún cambio. Rojas recibió una formación que le permitió explorar, casi simultáneamente, a los clásicos griegos, latinos, españoles y a los poetas modernos desde el simbolismo al surrealismo”.
Aunque a ratos el mismo poeta solía rechazar la etiqueta de surrealista, aduciendo que su hacer iba por fuera de tendencias y escuela: “El surrealismo lo marcó al margen de las maneras que constituyeron su falsificación y su decadencia. Perteneció al grupo de poetas hispanoamericanos que mantuvieron vivo el surrealismo por vías soterradas y con sus propias voces”.
El autor de libros intensos como Contra la muerte y Oscuro fue, según Bradu, fiel al surrealismo: “Si lo entendemos no como un movimiento puramente estético, sino como una búsqueda que aún no termina y una conducta que no ha caducado”.
Respecto a esta poesía como ejercicio de interpelación constante al hombre y a las cosas, apunta: “Yo hablaría de una interpelación y de una expresión de la realidad en general. Rojas rehuyó la metafísica y la abstracción porque, como repetía, el mundo lo había hechizado”.
“Sus poemas se refieren al hombre en concreto, a menudo él mismo, y a la realidad de este mundo. Si bien se proponía ‘ver la realidad detrás de la realidad’, no creo que aspiraba a descubrir lo sobrenatural o alguna dimensión vaga y vaporosa de las cosas, sino las facetas más secretas y misteriosas que sólo revela una atención asombrada frente al mundo”.
Otra característica de Rojas es el modo en que fragmenta el texto dando paso a una especie de digresión controlada: “En los abruptos cortes de versos, no se trata tanto de un cambio de tema –lo que justificaría el término ‘digresión’-, sino de descoyuntar el esqueleto del poema. Rojas rompe y despedaza la continuidad del verso para calcar la asfixia de quien no alcanza a decir todo lo que ve, siente o sabe”.
La parodia, el pastiche, la ironía, la sátira, son marcas de la poesía de Rojas, quien según la ensayista se caracterizaba por su jovialidad y antisolemnidad: “También utilizó el humor para devolver los golpes que le lanzaron en determinados momentos de la vida, muy a la manera de un Quevedo o de los demás poetas satíricos del siglo de Oro español”.
“Remito a sus poemas contra Braulio Arenas, Nicanor Parra o contra los malos poetas, esos ‘divos’ más preocupados en figurar que en crear, contra sus profesores de retórica o contra los críticos y académicos que pretenden explicar la poesía con instrumentos que le son ajenos”.
Una obra, además, poblada de referencia culturales: “Aunque quiso pasar por un poeta espontáneo y nada libresco, había leído muchísimo; hay en su poesía ecos más o menos sutiles o fuertes de otros poetas y otras tradiciones culturales. Una manía suya de rebautizar con términos propios las palabras de otros, a veces encubre sus empréstitos a poetas o filósofos”.
Llama la atención, en la franja biográfica de Íntegra datos escasamente conocidos: sus problemas de tartamudez, su disposición a ir de voluntario a la Guerra Civil española y, sobre todo, el dato de la fecha de su nacimiento: 1916, dado que en distintos libros figuró siempre 1917.
Para Bradu esos datos son apenas una muestra de lo que vendrá en la biografía de Rojas que escribe actualmente: “Un relato de vida, lleno de peripecias, grandezas y miserias. Hay muchos datos que rectificar y descubrir en su vida, muchos mitos fabricados por las circunstancias o por él mismo”.