Entrevista realizada a la poeta y traductora polaca durante el Festival de Poesía de Medellín, Colombia, en julio del 2013. Ella ha dado a conocer en su país a grandes poetas franceses y de América Latina.
Krystyna Rodowska
Krystyna Rodowska (Polonia, 1937). Poeta, traductora y ensayista. Ha traducido al polaco y publicado en Polonia a Jorge Luis Borges, Vicente Huidobro, Pablo Neruda, Octavio Paz, Roberto Juarroz, José Emilio Pacheco, Nicanor Parra y muchos otros. Ha publicado Abajo fuego, arriba fuego —Premio de la Fundación de la Cultura en Polonia—, Hacia la desnudez, entre otros títulos. Ha participado en varios festivales de poesía en Europa, América Latina y Canadá. Sus poemas han sido traducidos al español, francés, checo, eslovaco, lituano, rumano, italiano y macedonio. En el 2011 publicó con mucho éxito su antología Poetas Latinoamericanos, en la editorial Biuro Literakie, en Polonia.
En julio de este 2013 fue invitada al festival de Poesía de Medellín. Presentamos una conversación que fue publicada en parte el diario El Tiempo de Bogotá. Aquí aparece íntegra.
Reincidente
no sentirse realizado hace
que el poema, mientras vive, se le escabulla
a la forma
e intente de nuevo
liberado de los nudos que lo atan
del principio y el final
de la tiranía del ritmo y la sintaxis
experimentar aquello que hasta ahora
no ha reconocido en sí mismo
pero no sentirse realizado hace
que inalcanzable se encierre con llave
en una nueva forma
y lo intente de nuevo
Traducción de Abel Murcia
De Poemas cribados
Entrevista a Krystyna Rodowska
Manuela Saldarriaga Hernández
3 de julio e 2013.
- ¿Es la primera vez que participa en el Festival de poesía de Medellín?
- – Sí, es la primera vez que participo en el Festival de Poesía de Medellín. Pero es la séptima vez que tomo parte en un festival de poesía en América Latina, a partir del 2005.
- Sabemos que la ciudad en la que nació cuenta con grandes riquezas multiculturales y abundan las expresiones artísticas, ¿Tiene alguna consideración anticipada sobre Medellín teniendo en cuenta lo que conoce de ella, lo que ha oído de ella y su experiencia en Lwów?
- En su pregunta hay demasiadas cosas a la vez, de orden diferente. Tengo que aclarar, que mi experiencia de Lwów – mi ciudad natal – es la de una niña de 6 años que recuerda más sus juguetes, pero también el ruido de los bombardeos, más que otra cosa. Los veredictos de la historia, o más bien, los de la Segunda Guerra Mundial, forzaron a mis padres, igual que a otros miles de polacos, a abandonar sus hogares, sus casas, todos sus bienes, y salir hacia lo desconocido. Es la experiencia del exilio, de la que hablo en mi poemario El gran viaje, escrito años después a raíz de la muerte de mi padre. Es cierto que Lwow, ciudad de muchas etnias, de varias religiones y tradiciones, siempre se caracterizaba por la abundancia de expresiones culturales, pero su destino histórico fue dramático: después de contar durante unos 500 años entre las principales ciudades polacas, en virtud de los acuerdos de 1944 entre Stalin y las potencias occidentales, pasó a manos de la Unión Soviética, y a partir de 1990, después de su derrumbe, ya pertenece a Ucrania, país independiente por primera vez en su historia. Para mí, Lwów es una ciudad más mítica que real. La he visitado por primera vez en 1998, hablando después y escribiendo de mi “ciudad más difícil”.
- La otra parte de su pregunta se refiere a Medellín y su importancia cultural para Colombia y América Latina, ante todo, creo; por el papel que juega el Festival Internacional de Poesía, sobre el que he oído hablar bastante por parte de los poetas latinoamericanos que he tenido la oportunidad de encontrar en otros festivales u otras circunstancias. Además, siempre me ha llamado la atención la importancia de la poesía y el prestigio de los poetas en el continente latinoamericano, la asistencia de miles de oyentes que acuden a escuchar los recitales de los poetas en Medellín.
- ¿Cómo cree usted que es posible convertir la ciudad en un escenario en el que abunden las expresiones artísticas?
- Creo sobre todo que son los habitantes mismos quienes deben sentir la necesidad de integrarse alrededor de la cultura. Por otro lado, hace falta una política cultural inteligente y generosa por parte de las autoridades municipales y otros organismos, su fe en los valores, que no traen un beneficio material inmediato.
- De acuerdo con el tema del Festival: la utopía, ¿usted piensa que la poesía no puede evadir lo utópico o sí?, y en caso de que así lo crea, ¿por qué?
- En nuestra época y en todas partes, funcionan varios modelos de poesía. Hay poesía de experiencia individual, íntima, poesía de cosas cotidianas, que saborea los detalles, poesía que saca la realidad del lenguaje, embriagándose de sus posibilidades sin fin, poesía filosófica, visionaria, la que no deja de aspirar a cambiar al mundo. Esta última tendencia me parece siempre actual en la poesía de América Latina, mientras la poesía europea, en general, prefiere cultivar la desilusión más o menos profunda, la ironía y los juegos verbales. “Después de pasar por la época de los hornos y de los gulag, es posible aún cultivar la poesía?” – preguntaba en Polonia el gran anti-poeta Tadeusz Różewicz –Pero en cada poeta hay un soñador, creo, y la frontera entre el sueño y la utopía parece muy frágil. ¿Qué y cómo hacer para no perder la capacidad de soñar un mundo mejor que este que nos toca vivir, y no caer en las trampas de la Utopía? He aquí una pregunta crucial, sin respuesta. Seguramente, es mejor multiplicar las preguntas que abreviarse a una sola respuesta. No hay nada más seductor y nada más peligroso que el pensamiento utópico. Recordemos la lección visionaria del “Altazor” de Vicente Huidobro: la caída inevitable de un Mago de la palabra, un Maestro de la utopía de hombre pleno, entero, en fonemas inválidos de un náufrago. Tenemos que sacar conclusiones de las grandes utopías maléficas, tales como el fascismo por un lado, y el comunismo por el otro. Además, las utopías tienen muchos más matices, nutriéndose de los mitos fundadores universales y locales. La utopía es como la corona de un árbol, que sólo quiere “llegar”, mientras sus raíces –los mitos– le dan fuerza de crecer, sin permitirle desprenderse de la tierra. Abrirse al misterio del vivir me parece mejor, sobre todo para la poesía, que cultivar cualquier utopía.
- El erotismo es un tema que jamás dejará de ser recurrente en la poesía, por ello, ¿qué sugiere para que esta trama pueda ser abordada de una forma inédita?
- Sí, el erotismo, como una de las experiencias fundamentales del humano, exigirá siempre una expresión adecuada. La irrupción verbal en un lenguaje desconocido, a descubrir, debería ser el lema de un poema erótico. He escrito muchos poemas eróticos, tratando de conjugar la densidad de la palabra con el ritmo interior de la tensión erótica. La verdadera, la buena poesia erótica no tiene nada que ver con las confesiones sentimentales y con el imaginario pornográfico. Atrevida, sí, pero jamás vulgar.o superficial.
- Muchas veces los jóvenes ignoran cuál es la mejor forma de encontrar sus propias influencias, ¿cuáles fueron las suyas y qué consejo daría precisamente a quienes están comenzando su proceso de creación?
- El poeta auténtico nunca surge de la nada, aunque casi a cada debutante le parezca ser totalmente original. Es sólo la lectura de los grandes maestros universales lo que le permite al joven poeta descubrir sus propias virtualidades. No hay otro camino. Yo empecé a escribir poesía bastante tarde (sin contar las pocas pruebas inhábiles de una niña de 13, 14 años). Me atrajeron particularmente los grandes poetas innovadores, los descubridores de un nuevo lenguaje polaco, tales como Bolesław Leśmian que dio lo mejor de él en las primeras décadas del siglo XX y màs tarde el vanguardista Julián Przyboś, que exigía de la poesía “lo máximo del contenido en lo mínimo de las palabras”. Por otro lado, el poeta español Emilio Prados, descubierto por mí en los 60 en la biblioteca de la embajada mexicana, me enseñó la manera inédita de tratar la vivencia erótica en el lenguaje.No sólo la lectura de los maestros del pasado es recomendable. Sirve asomarse a varios lenguajes de sus coetáneos, no para imitarlos, sino para ir descubriendo poco a poco qué es lo que le permite a uno encontrar su propia identidad a través de la palabra poética. Se trata de un proceso misterioso y difícil y de un diálogo consigo mismo, sin tregua. A veces el poeta cambia la forma de expresarse, se pone a viajar, es decir a traducir a otros poetas, o cambia de género literario, escribe un ensayo, una crítica, empieza a pintar o hace otras cosas creativas. Son vasos comunicantes, que enriquecen el alma y la escritura.
- De acuerdo con el trabajo que realizó sobre poetas latinoamericanos, ¿cuál es su apreciación general sobre este continente en temas literarios?
- Trabajando varios años sobre mi antología personal de poetas latinoamericanos, me di cuenta de que América Latina era y sigue siendo continente de la poesía. Decidí traducir, o hacer nuevas traducciones, de los más grandes del siglo pasado, de los “monstruos sagrados” de la poesía del continente, tales como Huidobro, Vallejo, Neruda, Borges, Guillén, Cardenal, Paz, Pacheco. En fin, he publicado una antología gigantesca de más de 600 páginas, donde a casi cada autor he dedicado alrededor de 40 páginas. Jamás, hasta el momento, una antología tan voluminosa se dió a conocer en Polonia. Al lado de los poetas mencionados, decidí dar a conocer al lector polaco los poetas desconocidos o casi desconocidos en mi país, tales como el cubano del exilio, Gastón Baquero, el chileno Nicanor Parra y el argentino Roberto Juarroz. Completan la antología mi prólogo, el postfacio y notas sobre los autores, escritos en forma de pequeños ensayos. Hasta el momento, fue la narrativa latinoamericana la que habia conquistado a los lectores polacos en la década de los 70, con las mayores plumas del boom: García Márquez, Vargas Llosa, Alejo Carpentier, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Ernesto Sábato y otros. Fue una verdadera locura, un encuentro con mundos increíbles y alucinantes, que permitía soportar mejor el gris y lo pobre de la realidad de vivir en un país dependiente de nuestro “Gran Hermano.” Actualmente, cuando ya podemos gozar de libertad, también de libertad de penetrar física y mentalmente otros mundos, seguimos teniendo la oportunidad de descubrir, por ejemplo, la escritura de un Roberto Bolaño, de un Luis Sepúlveda y otros escritores del continente, ya sin caer en la euforia de antaño. A mí personalmente nunca me abandona la pasión, o simplemente las ganas de hacer mis propios hallazgos en el terreno de la poesía. Y de prestar a los mundos “raptados” mi propia voz de poeta-traductora. Una verdadera aventura y un reto.