Una visión periodística de las manifestaciones estéticas en Sinaloa, cuna del narcotráfico en México. El arte expresa el ejercicio del mal.
Arte y violencia en Sinaloa
Desde que la violencia arreció en Sinaloa, los artistas del pincel han llevado el tema a las galerías
Azucena Manjarrez
No es nada nuevo. Históricamente el tema de la violencia siempre ha estado presente, ha sido imprescindible en la obra de pintores, actores, escritores, cineastas. Ellos lo han llevado ante los ojos de los espectadores.
La manera de mostrarlo ha sido acorde a la época que se ha vivido. Han retratado guerras, sacrificios, muertes. Los tiempos han cambiado, y la crudeza visiblemente se ha agudizado.
En la actualidad, cada vez más los artistas llevan a una sala de exposición, una realidad que asusta y algunas veces molesta; acribillados, degollados, secuestrados. La sangre, el dolor, el grito.
En el caso específico de Sinaloa, testigo de miles de homicidios dolosos, levantones, secuestros, actos de corrupción y prepotencia, es una temática persistente, que ha llevado a plantear la existencia de una ‘moda’.
Esto para muchos es criticable, para otros la simple muestra de la decadencia que se vive, pero más allá de ellos es necesario plantear los siguientes cuestionamientos; ¿Existe un interés real por plantear una reflexión profunda al respecto?, ¿Se recurre a la violencia para ser reconocidos?. Esto le toca responder a los propios artistas.
El tema de la violencia en la obra de Teresa Margolles, no es novedad. En los 90, junto al grupo Semefo, irrumpió la escena del arte con una consigna: No callar, que la muerte no fuera sólo un paso, experimentando con cuerpos de animales y del hombre mismo.
Desde entonces ha buscado dar seguimiento al cuerpo muerto para comprender su dimensión social. Estar en la línea de dos dimensiones: la que la une con los familiares que viven la pérdida, y la que provoca el dolor y la ausencia.
Margolles lleva consigo la muerte violenta, la que es inherente a la vida diaria en Sinaloa y se extiende cada vez más a otros territorios.
Lo hace desde una morgue donde ha desarrollado una investigación, que le ha permitido hablar con certeza de la realidad, presencia y ausencia del cuerpo, hablar sobre el vacío y el hueco que deja una persona muerta.
"Se cree que la muerte, es un tema exclusivo para el periódico y que el arte no tiene cabida, es un reclamo que siempre me hacen, me preguntan ¿Por qué meterse con el cuerpo de una persona asesinada? ¿Por qué llenar de sangre los museos?", justificó la artista.
"Siempre digo que es importante discutir de esto desde términos artísticos, el arte puede estar dentro de la sociedad, no sólo para la contemplación, el adorno, decorar casas de ricos, sino para discutir lo que está pasando en la sociedad".
La otra realidad
El pintor Lenin Márquez llegó a Culiacán en 1995. Venía de un lugar tranquilo, Guamúchil, en donde la violencia entonces no era tan cotidiana, eso lo enfrentó a una realidad apabullante.
La nota roja se lo mostraba a diario. Todos hablaban de los ejecutadas. Él hizo lo mismo pero a través de sus pinturas. Realizó series de desaparecidos, de iconos de la ciudad, de ajusticiados pero inmersos en paisajes.
No tenía intención de culto, ni de apología, sólo era un tema que le llamó la atención desde niño. El cráneo humano siempre le había llamado la atención.
"Desde que llegué a Culiacán me impactaban las muertes violentas, y quise hablar de ello, sin mostrar la sangre. Los periódicos fueron los detonantes, pero desde niño el cráneo humano me había llamado la atención", contó.
Lenin se hizo de tanta información, que sólo quiso sacarlo, hasta sintirse rebasado. Pensó en que todo lo que pudiera decir sería ridículo.
"Nunca he buscado caer en ese juego de la moda que digamos que se está viviendo por el tema, todos apuntan a Sinaloa por la violencia, pero el sentido de mi trabajo no es ese. Es mostrar lo que yo veo".
Arte catártico
Al tema la violencia Elina Chauvet llegó como un acto catártico. Nació en Casas Grandes, Chihuahua, pero 20 años atrás cuando llegó a vivir a Mazatlán asesinaron a su hermana.
Había estudiado arquitectura y tenía poco experimentando en la creación. El hecho violento la hizo cambiar de dirección. Tomó a la pintura, instalación, fotografía como una forma para sobrellevar la pena. Su trabajo se volvió autobiográfico.
"El tema de violencia para mi no es moda, ha sido un acto catártico por la muerte de mi hermana, yo saqué de alguna manera todo el dolor que sentía a través del arte".
Con el tiempo, Chauvet abordó lo relacionado con el desborde del narcotráfico, la violencia contra las mujeres. Ha tratado de no mostrarlo de manera muy cruda, sin que agreda.
"Esta es la manera en la que nos expresamos los artistas, yo estoy segura que sí se pueden provocar cambios de en la sociedad de alguna manera porque las piezas son fuertes".
Desde Culiacán Rosa María Robles ha abordado el tema de la violencia desde años atrás. Lo enfocó primero en la que vivía la naturaleza, y en ese sentido hizo varias esculturas de gran formato con troncos de árboles.
Hace cinco años dio un vuelco. La temática se volcó hacia la muerte, el narcotráfico. Lo hizo de esta manera porque entrado el Siglo XXI, la violencia ha crecido terriblemente.
"En mi caso no ha sido una moda, es una situación social que estoy tocando, la violencia ha alcanzado niveles terribles, y es necesario denunciarlo para que no nos acostumbremos a vivir así".
Robles consideró que sabe que el arte no resolverá el problema, pero sí plantear un debate y una reflexión. Lo importante aquí es poner el dedo en la yaga.
Tema imprescindible
El filósofo Juan Carlos Ayala Barrón consideró que en la actualidad, los artistas están ante un tema imprescindible y recurrido en la historia del arte, y eso no debe juzgarse, ni mucho menos calificarse como reprobable.
"Los artistas no deben ocultar los problemas que vivimos, la violencia que tenemos es real y un problema social, que muchos lo hagan desinteresadamente no es reprobable, quienes lo hacen con fines de lucro, es otra situación porque son ellos los que hacen los cuadros, los bustos que son colocados en tumbas de narcotraficantes".
Este tema, añadió Ayala Barrón, que no pude quedarse fuera, ni tampoco cuestionarse. Todo es de acuerdo a los tiempos que se viven. En ese caso se tendría que cuestionar el Guernica, pintado por Pablo Picasso o la calavera humana incrustada con diamantes, de Damian Hirst.
"La violencia es un tema de siempre y la forma en la que la han retratado en otros tiempos, ha sido de acuerdo al momento, uno mira pasajes digamos de pintores del renacimiento y son sumamente violentos, pero bueno no existía todo esto del narco. Han cambiado las formas de violencia y su expresividad en el arte".
"Los artistas no deben ocultar los problemas que vivimos, la violencia que tenemos es real y un problema social, que muchos lo hagan desinteresadamente no es reprobable, quienes lo hacen con fines de lucro, es otra situación"