El poeta serbio, Jovan Zivlak, entrevista al mexicano Antonio Deltoro con motivo del premio del Festival Internacional de Literatura de Novi Sad, Serbia, 2014.
Antonio Deltoro. Contra la ley de gravedad
Entrevista de Jovan Zivlak
Para Viga de Oro, revista Serbia
Viga de oro: Su formación no es típica para un poeta. Aunque esta afirmación es cuestionable, ya que hay poetas que vienen de ámbitos del saber muy diferentes, su decisión de realizarse como artistas de la palabra acaba transformándolos. ¿Cómo lo siente usted? ¿Cuando tomó conciencia de que la poesía es la elección más importante de su vida?
Descubrí la poesía en segundo de primaria. Una maestra nos mantenía callados, con los brazos cruzados; nos leía leyendas griegas y poemas del romancero español. Al mismo tiempo, en un libro de texto para aprender a leer, venían dibujadas una copa de cristal y la copa de un árbol. Debajo de ambas imágenes estaba escrita una palabra: copa. El que dos cosas tan diferentes compartieran la misma palabra me fascinó: había descubierto, no sólo los sinónimos, sino las metáforas. Más tarde, a los once años, comencé a escribir cosas parecidas a poemas. Tardé mucho en pensar que podía llegar a ser un poeta. Aún ahora pienso que su majestad es el poema y no el poeta. Que el poema va delante y el poeta detrás; nunca seguro de su condición y siempre haciéndose.
El haber estudiado, primero unos años de Física, y después la carrera completa de Economía, y no, como la mayoría de mis amigos y colegas, la carrera de Letras, demoró la publicación de mi primer libro e hizo más accidentada mi formación y más ásperos mis primeros poemas, pero también evitó que cayera en la poesía dictada por consideraciones de prestigio, que valorara a la poesía como una carrera. Me permitió que, en pocas palabras, me encontrara dentro de la poesía como un extranjero, sin leyes ni privilegios; en un territorio no hecho sino en uno por conquistar.
Hace ya muchos años, publico, doy talleres; eventualmente, recibo premios y becas. Pero todavía estoy más atento al poema que viene, que nunca sé si acudirá, que a los poemas que he escrito.
Estudié Economía. Leía, al mismo tiempo El capital, como herramienta de trasformación del mundo, pero también como asignatura, y Campos de Castilla o Las odas elementales, por placer y necesidad existencial, como lector de a pie y solitario. Encontrarme con otros lectores de poesía que además compartían mi edad y mi tiempo , fue para mí un festín y el descubrimiento que la poesía, amén de una vocación, podía ser una ocupación legítima, aunque nunca he logrado del todo la naturalidad, envidiable por otra parte, con la que se sienten poetas algunos de mis compañeros de generación.
El poema vive, se alimenta no sólo de lo que es considerado previamente como poesía, sino que incorpora, digiere o trasforma cosas anteriormente no consideradas poéticas. Pese a las diferencias de temperamento y a las diferentes experiencias y gustos, creo que una generación comparte más búsquedas y territorios de exploración, que encuentros, pero eso, a menudo, lo aprecia mejor la generación que la sucede. Dentro de una época o generación se tiende a ver más las diferencias que las semejanzas.
Viga de oro: En repetidas ocasiones ha hablado sobre el carácter especial de la poesía mexicana. ¿Qué entiende con esto teniendo en cuenta de que está compartiendo en gran parte los valores del continente poético hispano y de que se apoya en la tradición universal de la cultura occidental.
Soy el coautor, junto al poeta Christian Peña, de una antología titulada El gallo y la perla. México en la poesía mexicana. En el prólogo, de mi autoría, trato de aquellos poemas, una minoría de los escritos en México, que sería prácticamente imposibles que existieran de no haber sido escritos aquí o por mexicanos, pues son productos históricos que subrayan características políticas o culturales que nos distinguen de otras formaciones nacionales, por ejemplo, la presencia dentro de la lengua castellana de vocablos de origen náhuatl, maya o purépecha o un acontecimiento como la Revolución Mexicana . Esto no quiere decir que dentro de la poesía escrita en México sean menos importantes, creo todo lo contrario, los elementos comunes a la poesía hispanoamericana y a la poesía universal.
Viga de oro: Como autor, a menudo evoca las voces y valores de la cultura indígena, por ejemplo, es muy indicativo el argumento de su poesía Fútbol. ¿Qué significan para usted las voces olmecas, toltecas, mayas, aztecas…?
No hago una poesía premeditadamente mexicana, ni creo que a mi poesía la caracterice lo prehispánico. Lo que pasa es que en el lenguaje que se habla en México sobreviven voces indígenas, al tiempo que el español de México convive con las lenguas nativas de nuestro país y sería tan artificial rechazarlas como buscarlas.
No creo que en el poema "Fútbol" haya tenido en cuenta la historia o la cultura mexicana. Creo que este poema se refiere a una experiencia humana universal: la rebeldía del pie frente a la mano (las manos limpias viven de los pies sucios); el colocar el mundo del trabajo de cabeza, que caracteriza al juego y, dicho sea de paso, a gran parte de la poesía.
Viga de oro: La crítica ha observado que usted ha encontrado en la poesía la voz del público inmediato, de la algarabía de la vida, de los ruidos de la calle, de la historia, pero también de la búsqueda solitaria del sentido. Este proceso de individuación yo lo veo y lo siento como liberación de las voces opresoras de la comunidad y aceptación de una peculiar responsabilidad no solo en la poesía como punto importante de la cultura, sino también en la emancipación del individuo, ¿comparte esta opinión?
Hace poco leí que el verdadero pecado de un poeta era seguir la tendencia dominante de la época, el mandato del poder y de la mayoría. Cada poeta tiene que ser radical de una manera única, a su manera, y no seguir el camino trazado: ir contra la ley de la gravedad de los usos y de las costumbres; ser un individuo. En ese sentido, creo que tiene usted la razón: al poeta le corresponde inventar nuevas posibilidades del ser ("Se miente más de la cuenta / por falta de fantasía / también la verdad se inventa", decía Antonio Machado), aun sabiendo, que a la postre, lo más que logramos es decir, como decía un poeta mexicano, Rubén Bonifaz Nuño, "de otro modo lo mismo"; es decir, ser como todos.
Vivimos en un mundo habitado y diverso, inabarcable, asombrosamente rico en posibilidades y diferencias; pero cada uno es irremediablemente uno: no tenemos el don de la ubicuidad y sin embargo mediante el lenguaje podemos ser esto y lo otro, hombre y mujer, árbol y pájaro. Creo que al poeta le corresponde dar el doble testimonio de la comunión y de la soledad. Creo, con Borges, que "un hombre es todos los hombres" y, con Antonio Machado, en "la esencial heterogeneidad del ser". La experiencia de estar vivo entre los otros es común, lo mismo que la experiencia de la soledad esencial que resaltan las dos fechas que acotan toda existencia.
Viga de oro: Una gran figura de la poesía mexicana es Octavio Paz. Muchos dicen que es el creador de toda una época en la poesía mexicana y muchos consideraban que él con su grandeza y su presión literaria y moral había impedido varios fenómenos dialógicos en la literatura mexicana. Después de su muerte, se dice, en México todo es diferente. ¿Qué podría significar esto?
No creo que Octavio Paz, por grande e innovadora que sea su herencia, sea un punto final, ni mucho menos un punto de inicio. Es el más conocido poeta, escritor e intelectual mexicano en el extranjero, yo soy un ferviente y frecuente lector de su poesía y de su obra ensayística, pero Paz no es un caso aislado; todo lo más: es el Everest de un Himalaya. Se apoya en la rica tradición poética mexicana: en López Velarde, Xavier Villaurrutia, José Gorostiza, para nombrar sólo a tres poetas muy grandes anteriores a él. Hay poesía mexicana para rato. Sin ir más lejos, Eduardo Lizalde, para nombrar solamente a un poeta posterior al creador de Piedra de sol sigue, de otra manera, enriqueciendo la gran tradición poética mexicana.
Viga de oro: ¿Cuál es su relación con la cultura y la literatura latinoamericanas? ¿Se siente perteneciente a este continente literario único o cree que, como mexicano, debe realizarse de manera diferente, específica e irreductible a dicha experiencia? ¿Cómo ve el papel de los autores como Huidobro y Vallejo, Neruda y Borges, Lezama y Eliseo Diego, etc. en su personal emancipación literaria?
Creo que en México se leen con atención y devoción los poetas latinoamericanos que usted cita, además de otros poetas mexicanos poco conocidos en otras partes de Latinoamérica. Yo tengo escritos ensayos sobre la mayoría y soy un lector agradecido de sus poemas.
Afortunadamente, ni en México, ni en el resto de América Latina, necesitamos emanciparnos de nada: escribimos después de Rubén Darío y el modernismo: ya estamos literariamente emancipados, somos, como decía Paz, "contemporáneos de todos los hombres". Otra cuestión sería si habláramos de política.
Hace algunos pocos años descubrí a Eliseo Diego, ahora estoy descubriendo a un poeta peruano, José Watanabe: afortunadamente, en la poesía y lengua española no hay fronteras, ni itinerarios de lectura o de escritura canónicos.
Viga de oro: ¿Cómo ve el papel de la política en la poesía? Su preocupación por los temas ecológicos de nuestra supervivencia en el planeta es también una inquietud explotada políticamente que nos atañe a todos y cada uno de nosotros. ¿Considera que la poesía debe mover estas inquietudes escondidas de las que la política se apropia quitándonos el derecho de hacernos responsables por nosotros mismos?
Hay que huir del imperialismo y del reduccionismo de la política. No toda preocupación social y humana tiene que desembocar en la política: en la lucha por el poder. Creo que poesía es más grande, más profunda y misteriosa que la política. Estudie Economía porque creía que sólo comprendiendo la forma de funcionamiento del capitalismo se podría trasformar la sociedad, milite políticamente. Ahora, con la misma incomodidad ante las injusticias y abusos del poder, hago poemas; creo que estoy más cerca de los demás y de mi mismo.
Antonio Deltoro nació en la Ciudad de México en 1947. Ha publicado, entre otros, los siguientes libros de poesía: Algarabía inorgánica (La Máquina de Escribir, 1979), Los días descalzos (Vuelta, 1992), Balanza de sombras (Joaquín Mortiz, 1996), con el que obtuvo el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes de 1996, Poesía Reunida (Coordinación de Humanidades de la UNAM, 1999), El quieto (Biblioteca Sibila, Fundación BBVA, Sevilla, 2008), Los árboles que poblarán el Ártico (coedición editorial Era y UNAM en México y Visor, en España, 2012), con el que obtuvo el Premio Iberoamericano de Poesía Carlos Pellicer. Favores recibidos (F.C.E., 2012). Este último es un libro de ensayos. También en España ha publicado Poemas en una balanza (selección y entrevista de Francisco José Cruz Pérez, Editorial Palimpsesto, Carmona, Sevilla, 1998). Se publicó en francés y en español, la antología Constancia del asombro, (selección de Eduardo Hurtado y prólogo de Fabio Morábito (UNAM/Aldus/Les Ecrits des Forges, Quebec, 2000). En agosto de 2006 la editorial Juan Malasuerte publicó Zurdo. En 1994 se publicó, con prologo y selección suyos, en Textos de Difusión Cultural de la UNAM, La vida básica. Antología mínima de Josep Pla. A finales del año de 2009 apareció en la Editorial ERA Un sol más vivo, antología de la poesía de Octavio Paz, también con selección y prólogo suyos. A principios de 2012, en colaboración en la selección con Christian Peña y con prólogo suyo salió a la luz otra antología: El gallo y la perla. México en la poesía mexicana (UNAM).
Desde el mes de febrero de 2001 a mayo de 2007 fue Coordinador Cultural de la Casa del Poeta Ramón López Velarde.
Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte y actualmente es tutor de poesía en la Fundación para las Letras Mexicanas.
Jovan Zivlak (1947) es poeta, ensayista, crítico, redactor-jefe de revistas literarias y editor. Actualmente está al frente de la editorial Dirección (Adresa); es creador y redactor-jefe de la revista Viga de Oro (Zlatna greda) (desde 2001) y fundador y director del Festival Internacional de Literatura de Novi Sad (desde 2005); durante ocho años (2002-2010) presidió la Asociación de Escritores de Vojvodina (provincia del norte de Serbia).
Tiene publicados unos diez libros de poesía y tres antologías, de las que la más exhaustiva es Poemas 1979-2005, tres libros de ensayo y, como editor, una decena de antologías de poetas serbios modernos. Su poesía también está publicada en muchas antologías de poesía serbia y en revistas, así en el país, como en el extranjero.
Ha sido traducido a alemán, polaco, italiano, rumano, húngaro, eslovaco, macedonio, búlgaro y francés. Entre 1974 y 2014 ha sido galardonado con más de una docena de premios literarios.
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