¿Ha muerto la poesía o está en agonía? Es una de las preguntas que Canek Zapata vuelve a exponer a estos poetas, al además catedrático chileno y a la joven literata mexicana.
Tres preguntas para La Otra, revista de poesía + artes visuales + otras letras.
Canek Zapata
Hector Hernández Montesinos (Poeta, editor y catedrático chileno)
1- En los años noventa, el crítico estadounidense Joseph Epstein anunciaba la muerte de la poesía, por lo menos en su país, cuando la vanguardia Beatnik había sido incorporada a los cánones universitarios. En el mundo Iberoamericano la beligerancia entre conservadores y “vanguardistas” de diversa índole continúa ¿piensa que es justificada, o es una forma excluir otras propuestas?
La muerte de la poesía es una cuestión bastante relevante si pensamos que la poesía ha sido desde hace mucho tiempo una forma de conciencia. Sí, una conciencia que tiene que ver en cómo habitamos y cómo nos dejamos habitar por la realidad, el lenguaje y la ficción. A lo que voy es que probablemente la literatura halle un punto de no retorno en lo que se está haciendo actualmente y lo que comienza a germinar para el día de mañana no se parezca en nada a lo que creemos hasta ahora es lo poético. En este mismo sentido, he pensado tres etapas para lo que podríamos llamar este continuum de la poesía. Una primera que tiene que ver con el poema como objeto cultural, monumental, inscrito en una historia formalizada y en el cual la cultura, y sus instituciones, actúa como validación de su éxito o fracaso. Luego, un segundo momento en que el poema se hace en sí mismo una obra de arte gracias a las experimentaciones y ampliaciones de sus sentidos, lenguajes y soportes. Finalmente, una tercera etapa en que entendemos el poema, o ya la poesía, como creatividad pura, en el que ya no hay aura, no hay obra siquiera, sino intervenciones, gestos, agenciamientos incluso sin autoría. Es decir, que cultura, arte y creatividad serían una genealogía, que si bien es cierto se conecta y dialoga, también se tensionan y desconstruye constantemente. Por eso mismo, creo que lo que ha muerto es el poema como reliquia de un campo cultural y en su devenir artístico agoniza, pues es el arte mismo el que agoniza. El momento inaugural hoy es el de la creatividad que se puede expresar en múltiples modos haciendo del poema ya no un fin sino un medio para otras conexiones insospechadas, improbables, anómalas y disruptivas para el engranaje total. En síntesis, la poesía no muere sino que se acaban dos contextos de lectura, interpretación y circulación del poema.
2- ¿Qué opina de la paradoja que muchos poetas y críticos repiten en diversos foros?: “Hoy se lee menos poesía, pero se escribe y se publican más poemas. ¿Cuánto hay de política en el tema?
Tengo la impresión de que hoy se lee más que nunca, salvo que el detalle es que han cambiado los soportes de esa lectura. El libro se encarece cada vez más, pero la edición digital por otra parte adquiere más adeptos y facilidades tecnológicas para su expansión. Por eso, no es que se lea menos, se lee distinto. No es que los jóvenes lean menos que sus padres, de hecho leen más y mejor. Del mismo modo, tampoco creo que se escriba más que antes sino que se hace más visible por el mismo hecho anterior de uno poder editar y publicar su poesía en internet, sus redes sociales, editoriales independientes, cartoneras, autogestionadas, etc. El editor como el librero parecieran ser ya especies en extinción. Internet ha modificado los índices de medición de lo que leemos y a la vez ha hecho más complejo lo que leemos en cantidad y calidad. La paradoja en realidad es que el campo literario no da cuenta de estos fenómenos siendo que son los que lo mantienen vivos y la precariedad de los proyectos independientes, la subvaloración de la edición digital y el empoderamiento del círculo vicioso entre transnacionales, academia y prensa cultural obnubila el real quehacer de la creación y socialización de la poesía.
3- Ha hablado de “una escena apocalíptica de Babel” donde la infinidad de jergas y localismos colapsarían la posibilidad de diálogo, pero ello ocurre también con los mayores avances en comunicación, que han acortado las distancias, particularmente con el Internet, ¿qué papel supone cumple la poesía entre la saturación?
Esta nueva Babel que vivimos hoy es el estruendo de ese derrumbe, es decir, el ruido total acompañado del capitalismo el que ensordece más que la multiplicación de las lenguas como un castigo. El exceso de información como modo de dominación global es una de las primeras señales de este colapso, de esta fatiga de materiales que vive el lenguaje el día de hoy, y en el cual la poesía, como esta conciencia de la que hablábamos antes, abre varias preguntas ya no a las palabras mismas sino a las cosas, a la realidad, a la civilización. Hace casi dos siglos se nos dijo que la Revolución Industrial, la mecanización de la producción laboral, le daría al ser humano más tiempo libre, paradójicamente, más espacios de humanización, de autonomía y vemos hoy que nunca hemos estado tan esclavizados cualitativa y cuantitativamente. Sucede lo mismo con los avances de la telecomunicación, pues se presuponía que la humanidad lograría un idioma universal y podríamos hablarnos y conocernos como nunca antes, siendo que no hay época de mayor soledad, mayor desaliento, mayor angustia que la nuestra. Entonces sucede que con esta Babel, como las estrellas con su luz, tenemos una escisión entre su origen y su fin, como finalidad y como exterminio. Esto es a lo que la poesía se contrapone creativamente singularizándose en nuevas vivencias, nuevas afectaciones, nuevas sensibilidades. Es el punto de no retorno que comienza frente a nuestras narices y muchos no quieren ver, pues aceptar este nuevo paradigma sin la cultura como autoridad y sin el autor como inscripción implica que las obras del futuro serán colectivas y anónimas y en esas nuevas epopeyas cotidianas la civilización y el lenguaje, es decir, la humanidad puede que tenga una segunda oportunidad. Esto es algo que hoy sólo podemos intuir. Nada más.
Tres preguntas para La Otra, revista de poesía + artes visuales + otras letras.
Karen Villeda
1- En los años noventa, el crítico estadounidense Joseph Epstein anunciaba la muerte de la poesía, por lo menos en su país, cuando la vanguardia Beatnik había sido incorporada a los cánones universitarios. En el mundo Iberoamericano la beligerancia entre conservadores y “vanguardistas” de diversa índole continúa ¿piensa que es justificada, o es una forma excluir otras propuestas?
Siempre buscamos erigirnos con la verdad absoluta. Pensemos en la cadena de alteraciones e incluso omisiones que sufrieron las tablillas de arcilla de la Epopeya de Gilgamesh de acuerdo a la versión de la realidad de cada una de las manos por las que pasaron. Considero que la eterna discusión entre conservadores y “vanguardistas” (ahora llamados “experimentales”) es una dinámica bastante torcida para legitimar un único proceso de lectura y no de escritura. ¿Por qué? La poesía, lo hemos dicho hasta el cansancio, obedece a la ley de conservación de la materia: no se crea ni se destruye, sólo se transforma. El típico fatalismo de la “muerte de la poesía” ya es un berrinche.
2- ¿Qué opina de la paradoja que muchos poetas y críticos repiten en diversos foros?: “Hoy se lee menos poesía, pero se escribe y se publican más poemas. ¿Cuánto hay de política en el tema?
Desde hace tiempo, en México, tenemos una infinidad estímulos para la creación literaria. Becas, premios y circuitos (no círculos) de lectura. Esa es una política pública. Por tanto, hay mayor facilidad para publicar un libro de poesía, ya sea en una editorial de renombre o en una cartonera, pero el problema está en la distribución editorial y esa es una política empresarial.
3- Se ha hablado de “una escena apocalíptica de Babel” donde la infinidad de jergas y localismos colapsarían la posibilidad de diálogo, pero ello ocurre también con los mayores avances en comunicación, que han acortado las distancias, particularmente con el Internet, ¿qué papel supone cumple la poesía entre la saturación?
Hay infinidad de idiomas o lenguas y nuestra capacidad para el diálogo no ha colapsado. Esa es la maravilla del Lenguaje. La gran poesía amplia e, incluso, supera las fronteras comunicativas. Lo que debemos replantearnos son los procesos de comunicación: un poema no se lee de la misma manera en la pantalla que sobre una hoja de papel. El acercamiento de la poesía a diversos soportes es necesario para nuestra manera en que leemos hoy en día. Toda literatura es siempre interactiva. La utilización de diversos elementos multimedia permite que el lector interactúe aún más. Lo importante, a mi parecer, es lograr el equilibrio entre contenido y presentación en estos ejercicios creativos. De lo contrario, este micro-diálogo no será posible.
Karen Villeda
Tlaxcala, 1985
Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 2013