Mariana Bernárdez, En el pozo de mis ojos, México, Ediciones Papeles Privados, 2015.
Cuando en los desiertos
En el desierto blanco
cercano al oasis de Farafra
se erigen los pedruscos de tiza
esculpidos por tormentas
de luna encubierta
en la penumbra del ruaj
Es tal su presencia
que para los beduinos
se oculta entre sus pliegues
el Verdadero
¿Habré de andar sus ramales?
Desconozco si en su geometría
se escucha algún presagio
Su inmensidad no huele a sol
sino a mar furtivo
a vendaval cuando reclama pertenencia
y es muesca del sigilo
vastedad donde se oculta la distinción
entre lo vivo y lo muerto.
También existe el desierto negro
cerca de Bahariya
cuyas montañas se han ido erosionando
cubriendo con su tierra y sus rocas el derredor
Siéntate sobre ésta que he destruido
y llora a mi lado la fortuna echada en dados
por la que hube de ser transitado
por la duda y una corona de laurel
He aquí lo que sé
Tu nombre habrá de cruzar el valle
y allende el mar serás recordado
como el más infeliz de los hombres
aunque luego subyugado por lo celeste
transcribas en los anales del olivo
el misterio del veneno y la ambrosía
Ven
siéntate a mi vera
Admira el mundo vasto
que se extiende bajo nuestros pies
acaricia su cúpula y sus estrellas
Tantos así habrán de recordar tu estirpe
Tantos así repetirán una y otra vez
el movimiento de la desgarradura
por la que se nace a la vida nueva
así lo susurré a Dante
y así lo escribió para la eternidad
l’Amor che move ils solee l’altre stelle.
Y habrás de ir a Jerusalén
en busca del muro y el lamento
y sentirás el rayo
golpear tus entrañas
Serás iniciada en el Misterio de las Orillas
el de la piedra blanca de la Léucade
el de la transmigración de Eleusis
el del asombro y el encuentro
Trémula y arrobada por la borrasca
fácil te será atravesar la muralla del Templo
ceñir el borde del abismo franqueado
por cuatro silencios que nunca duermen
Y así
adormecida por lo insondable
sanada de la pena
de haber dejado partir
lo más querido
volverás a mí
oliendo a mar primigenio.
La caligrafía en arrecifes de tierra
hiende incisión de ramaje abierto
Por entre los riscos de Petra
brota tu figura en asombro hacia el día
como si en la penumbra
al refugio de un calor que induce la locura
hubieras sido alumbrada por lo prohibido
40 días y 40 noches tensando un arco sin flecha
simulando el revoloteo del aire
en pluma desprendida de tu ala rota
para velar y guarecer
Lo profundo no es lo fatuo
ni la rama que renuncia a su materia
es el hueco ahondándose en el pecho
que sube en raudal de estrella
cuando el sueño cierra con su niebla
la calma de todo desatarse
y me cuentas que has visto Getsemaní
antes de haber rozado la piedra de la unción
que el calor languidece hasta el sopor
y que durante el crepúsculo el frío del páramo
te reclama hasta convertirte en cala
Todo escribe en nosotros
aún de la distancia
incluso la mano de Fátima
traída del mercado de Jerusalén
que porta en su hechura los siglos y el acaso
y custodia entre sus lindes
el trance y la fortuna
Soy tu bienamada
y has ido en pos del Huerto de los Olivos pensando en mí.
A lo lejos las notas del chelo se opacan con el sonido de la niebla
la imagen de tu ala quebrada contraponiéndose a otra del siglo XVI
cubre la espalda de mi padre sentado a la mesa con la mirada perdida
y con un vaso transparente entre las manos
la boca apretada para que las pocas frases que le quedaban
defendieran su memoria íntima de la isla de San Simón
de donde su padre partió para ser fusilado
o del primer beso que le arrancó a la muerte
y por el que recibió en prenda su vocación de partero
En el piso de la habitación tengo los cuadros de tus retratos
ella captó tu risa furtiva que mece el péndulo entre el bien y el mal
portas en la zurda la espada como si fuera un aspa de tifón
puntero del estigma en relámpago indómito
llama de amor vivo
las pinturas se desdoblan en el vidrio fatuo al caer de la tarde
para afirmar los planos por donde habita el aliento
de los que no saben atravesar las orillas
Fuiste tú quien recitó el oráculo de la asunción
y entregaste las tablillas de los himnos de Ishtar
y murmuraste con vehemencia la liturgia de Isis
¿serás tú quien asista mi tránsito
recitando las notas incalculables de las esferas?
¿o todo este parloteo es un invento para librar
la pesadumbre
y la angustia
de no soportar
la inexistencia?
Mariana Bernárdez, www.marianabernardez.com, poeta y ensayista, realizó estudios de posgrado en Letras Modernas y en Filosofía por la UIA. Ha sido traducida al inglés, italiano y catalán. Sus últimos libros de poesía son: Trazos de esgrima, México: Ediciones Sin Nombre y UAM, 2011, Don del recuento, México: Parentalia, 2012. Escríbeme en los ojos, México: Ediciones del Lirio, 2013; Nervadura del relámpago, Estado de México: FOEM. Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal. Gobierno del Estado de México. Colección Letras/Poesía, 2013; y En el pozo de mis ojos, México: Papeles Privados, 2015.