El autor de estos comentarios al poemario “Informe”, de Castillo afirma que hay dos maneras de leerlo para aceptarlo o rechazarlo: como paisaje o como pasaje. La primera forma es horizontal, la segunda es estrecha, pero en ambas se vive la ciudad de Medellín, Colombia.
INFORME* DE OMAR CASTILLO: DE PAISAJE A PASAJE
G. Leogena
Cuando uno pretende escribir acerca de una obra, es importante aclarar el contexto desde el cual se decidió escribir sobre esa obra y cuál ha sido la relación que uno ha tenido con la obra. Cuando me preguntaron si estaría interesado en escribir sobre la obra de Omar Castillo inmediatamente pensé en su poema / libro Informe y en mis conversaciones acerca de este poema con lectores y poetas en Medellín a fines de los años noventa.
Ha existido cierto desacuerdo entre las visiones de estas personas y la mía acerca de Informe.Para la gente con que he hablado, Informe es un poema quizás demasiado brusco y áspero, que en sus peores momentos no es más que una lista de cosas cotidianas y desagradables, que traiciona al poeta que lo escribió y lo muestra como alguien desesperado por encontrar nuevo material. Para mí, al contrario, Informe es uno de los únicos poemas tangibles de la poesía colombiana contemporánea. Es lo que dice, y se deja ver sin la neblina de emociones enunciadas y retórica que cubre tanto de nuestro pantano poético de inexactitudes y metáforas prestadas.
Nada se ganaría en comparar estas visiones tan diferentes, y al final este comentario no sería más que otra polémica lanzada hacia el lector para ganar su voto que, de hecho, nunca debería ser exclusivo. No, mejor intentaré ir entrando a este poema por puertas estrictamente mías (quizás no compartidas por el poeta) y dar una especie de diario de un viaje en el cual he vivido experiencias nítidas y conmovedoras y así entender para mí mismo qué fue la experiencia de leer Informe.
Primero, miremos los materiales de Informe. Este poema da la impresión de haber sido recogido poco a poco. Debajo de los momentos netamente suyos, es decir, los momentos que parecen ocurrir en Medellín, hay un andamio de citas de otros poetas. Estos poetas son Apollinaire, Eliot, Huidobro, Mallarmé, Amílcar Osorio, Pound, Pignatari y Vallejo. Lo que une a todos estos poetas es una visión del proceso poético como algo sintético, aunque para cada uno el proceso y los resultados hayan sido completamente diferentes. Sintético aquí significa recoger y juntar, tomar dos o más estímulos y hacer de ellos una cosa nueva y mayor a los ingredientes. Sería otro ensayo comprobar esta tesis con cada uno de los poetas mencionados, pero con sólo resaltar el poema ideal como periódico de Mallarmé, la teoría de imagism de Pound, el concretismo de Pignatari, y la naturaleza extraña y nueva de Trilce de Vallejo, se puede insinuar la cualidad a la cual me estoy refiriendo.
En el mismo Informe encontramos las líneas “Avión recortado / Al aire con sus nubes / Y llevado al álbum familiar”, y el poema está lleno de brazos y rostros sin cuerpo, monedas y números solos sin contexto, al parecer recogidos o recortados y llevados como madejas con las cuales tejer el tapiz de variables texturas que es Informe. Es muy fuerte en el poema la sensación de un ser deambulando, cuyo oficio es mirar y amasar objetos, texturas, colores y hasta hechos para hacer o grabar algo que sea un total.
Todo es inmediato, y las citas de los otros poetas funcionan como instancias de una inmediatez interior relevante pero también traída desde afuera, que a medida que ese ser deambula por la ciudad va recogiendo en sus adentros. Inmediatez interior aquí significa que sensación incluye pensar y recordar. El escritor alemán Arno Schmidt ha afirmado que si uno está dispuesto a tomar la idea de realismo en serio, es imposible representar un hecho sin representar todos los pensamientos, juegos mentales, y recuerdos que pasan por la mente de él que está viviendo ese hecho. De este modo la superficie de Informe no distingue entre lo que ocurre externa e internamente, y el paisaje interno parece estar regado con citas de los poetas incluidos.
Informe se puede leer como un paisaje o como un costal lleno de cosas. Como lectores nuestra tendencia es de leerlo primero como paisaje. Este paisaje es particular en que no es un movimiento por una serie de impresiones sino por una serie de sensaciones. Las citas de otros poetas que sirven como impresiones en este paisaje son de terceros y están puestas en el texto como si fueran sensaciones a otro nivel, inmediatas como reflejos. Esta cualidad permite que el lector viaje por este paisaje en carne propia y no a través de un protagonista. Desde el primer verso, en que los pies no le pertenecen a nadie, el lector tiene que decidir si se adueña de todo lo vivido. A medida que el lector sigue explorando esta realidad hay brincos, aeropuerto a calle urbana a museo a parada de bus, que nunca le dejan olvidar que es una realidad hecha de retazos siempre simultáneos. Aunque hay hipotaxis, o sea sustantivos relacionados de modo claro por preposiciones, lo normal en un paisaje poético sería una progresión metafórica, la comparación de una cosa con otra para llegar a sus cualidades esenciales o trascendentales. En Informe no hay comparaciones, sólo la metonimia, cosas representando a otras, tomando el puesto de otras en un ya eterno y sin memoria. Las palabras están relacionadas, pero una no explica a otra. Si hay metáfora o representación, sólo existe al comparar el paisaje del poema con algún paisaje en el cual el lector se mantiene el resto del tiempo. De este modo leer Informe se parece más a ir a un lugar geográfico que a leer un texto. No se explica, ahí está. Como cuando uno viaja a otra ciudad, uno vuelve de Informe con la maleta llena de objetos. Es un poema repleto de sustantivos sin artículos: “Vigas de concreto…”, “Niño chupa paleta…”, “Vendedor ambulante insiste…”. Como en una instalación de artes plásticas, el poeta tiene libertad total para escoger cómo llena la “superficie vacante” que menciona el poema con lo que él ha recogido, o reflejado en los casos de poetas como Andrea Zanzotto u O.V. de Milosz, en los que el poeta es una esfera reflectiva sobre la cual el mundo calca su imagen.
Al leer Informe como un paisaje por donde uno camina y también como una serie de objetos que uno va levantando del piso e inspeccionando uno por uno, lo que se vive es una experiencia tangible. Un paisaje es algo que lo contiene a uno físicamente y objetos son cosas que uno puede tocar físicamente. Escribir es el arte de insinuar con signos abstractos sobre una hoja un mundo concreto y real. Informe logra ser visceral. Con visceral no quiero decir histriónico sino cerca al cuerpo. Esta cercanía me parece una cualidad esencial en la poesía y ciertamente excepcional en la poesía colombiana contemporánea. Una vez en una conversación con el poeta japonés Gozo Yoshimasu, yo le pregunté cómo sabía cuándo había terminado un poema. El respondió que él se imaginaba el poema en el que estaba trabajando escrito sobre el cielo, y que si el poema parecía que pertenecía a ese fondo, entonces lo había terminado. Las citas en Informe de Golpe de dados de Mallarmé y de la obra de Decio Pignatari dan evidencia que Castillo también comparte esta concepción de un periódico celestial, algo que en la poesía empuja hacia lo netamente físico y concreto.
Si se trata de lo físico y concreto, se entra al poema a través de algún tipo de contacto. ¿Cómo es tocar en Informe? El mismo título nos da la impresión de que la información dada no es más que eso, información, dada por un testigo imparcial y sin carga emocional. Pero al mirar los ejemplos de contacto en Informe, las marcas dejadas sobre el texto y sobre la voz resultan ser más profundas. Las vigas se entierran, un fuerte frenazo, una figura mutilada, un rostro incrustado, otro rostro se estropea, ojos se retuercen, una figura rebota contra un camión. Estas son las primeras instancias de contacto en Informe, y vemos el título ya de otra manera, posiblemente de un modo irónico o como un objetivo inalcanzable. A medida que sigue el poema llegan las puntas de navajas tratando de dejar alguna marca en las superficies cubiertas por pintura u oxidadas. Pero esto que se ha tallado se convierte en números sin sentido. Y los números se convierten en vallas y pantallas anunciando promociones y catástrofes y más bulla de explosiones. Esta bulla se vuelve bulla humana, todo el tiempo siguiendo una moneda rodando extraviada, y el poema termina con un vendedor ambulante, un pastel de pollo, una llamada por un teléfono público, y los hombres empacados como paquetes en sus vestidos. Estas imágenes son de sitios cotidianos que, aunque sean los más improbables dentro de nuestra tradición poética, son los más cercanos a nuestros cuerpos. En este libro estamos muy lejos de la doncella y del espejo de la eternidad. Estamos más cerca a la crisis de Robert Walser, cuando sus cuentos se vuelven listas largas de objetos debido a la excesiva presión de la realidad. Estamos muy lejos de la ansiedad existencialista del poeta “comprometido”. Estamos más cerca al mismo Yoshimasu cuando me dijo, “La poesía no es desde aquí (cabeza), ni desde aquí (boca), ni desde aquí (corazón). Es desde aquí (mano)”. Estamos muy lejos del poeta chamán. Estamos más cerca a la presión que César Vallejo ejerce sobre las palabras. Estamos muy lejos en este libro de Simón Bolívar y de Álvaro Mutis. Quizás la raíz del disgusto que ha provocado este libro está en que leerlo es atravesar un pasaje y llegar aquí. En este libro estamos en Medellín.
*La primera edición de Informe de Omar Castillo se publicó en Medellín en septiembre de 1987. En 1998 es recogido en el libro Relatos del mundo1983-1998, primera recopilación de la poesía de Omar Castillo. Nuevamente en 2011 en su Obra poética 2011-1980. Y en 2012 en Huella estampida, obra poética 2012-1980. Así, hasta el momento, son cuatro sus ediciones.
G. Leogena, heterónimo de Mario Angel Quintero, nace en 1964 en San Francisco, California. Estudia literatura en la Universidad de California y es becado en creación literaria en la Universidad de Stanford. Publica poemas, prosas y ensayos en revistas literarias estadounidenses, y dos libros en inglés: Globo (1996) y The Fifth Season (1996). Desde 1995 reside en Medellín donde publica los libros de poesía Mapa de lo claro (1996), Muestra (1998), Tentenelaire (2006), El desvanecimiento del alma en camino al limbo (2009) y Keselazboga (2014). En 2014 reúne su obra poética en el libro Mapa de las palabras. Es director y dramaturgo del grupo Párpado Teatro.