Héctor Carreto. Entrevista de Grissel Gómez Estrada

hector-carretoAfirma el poeta mexicano entrevistado que su condición de poeta, detrás de un escritorio, es semejante no al superhéroe sino al Clark Kent incomprendido y solitario. Lamenta que los poetas mexicanos opten por el rollo antes que por la elaboración de conceptos. El humor, dice Carreto, os hará libres ¿o liebres?

 

 

«Superman, el hombre más solo de la Tierra».
Charla con Héctor Carreto

Grissel Gómez Estrada

La obra de Héctor Carreto no puede entenderse sino desde la trasgresión que implica observar al mundo desde la perspectiva del humor. Debate que quizás inició cuando Quevedo se burlaba del estilo afectado de Góngora, en sus versos que condenaban al culterano poeta:

            Ya que coplas componéis,
            ved que dicen los poetas
            que, siendo para secretas,
            muy públicas las hacéis.

En muchas ocasiones, nuestro poeta se ha referido a la necesidad de crear una poesía «viva», en movimiento. Y así es su obra: compleja y culta, aunque en apariencia sencilla, sin rebuscados juegos, con un lenguaje transparente, pero reflejo de una inteligencia irónica. Su voz lírica tiene la consistencia de un personaje que se burla de las instituciones. En su obra oscilan personajes reales o ficticios de la Grecia legendaria y del santoral católico, mezclados con elementos modernos. Es, en fin, una poesía que desacraliza instituciones empeñadas en la inmortalidad, por medio de la ironía, el sarcasmo, situaciones cómicas y juegos temporales, y en muchos momentos erótica.

Carreto ha sido galardonado con los premios Efraín Huerta (1979), por Naturaleza muerta; el Raúl Garduño de Tuxtla Gutiérrez (1981), por Tentaciones; el de Poesía Carlos Pellicer (1983), por La espada de San Jorge; el de Poesía Luis Cernuda (1991) en Sevilla, España, por Habitante de los parques públicos, el famoso Premio de Poesía Aguascalientes, por Coliseo, en 2002.

En esta breve entrevista, Carreto nos habla de su más reciente publicación: Testamento de Clark Kent, el cual nos sorprende en cada página.

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Héctor Carreto

 

Sabes que es raro encontrar a poetas que cultiven el humor, por eso, aunque quizás ya te han hecho esta pregunta muchas veces, es importante insistir, hablar de ello: ¿qué te movió, cuáles fueron las razones por las cuáles elegiste este tono para hacer poesía?

El humor nunca me lo propongo, así se da, está en mi personalidad. Nunca lo racionalizo. Nunca digo; «voy a escribir un poema con humor», pues así se me da, así se me ocurre.

¿Y por qué será que no es tan común en poesía?

Respecto a la poesía mexicana, porque el mexicano es solemne en general. Y respeta demasiado a la poesía, a la literatura. El escritor mexicano le habla de usted a la poesía, entonces todavía piensa en ella como en algo superior, inalcanzable. El respeto provoca miedo, por ejemplo, le tememos, en la primaria, en la secundaria, a un profesor, incluso nos da miedo hasta hablarle. Y por eso hay mucha poesía solemne. Una cosa es la poesía seria, que tiene otro nivel, y es la que yo respeto, la solemne. Pero la personalidad del mexicano es así, muy solemne, entonces le da miedo… Pero el humor, creo que uno lo tiene, lo lleva en la personalidad. Afortunadamente, muchos jóvenes de las nuevas generaciones están escribiendo con humor: son más desenfadados, son más irrespetuosos en el buen sentido de la palabra.

¿En otros países no hay dicha solemnidad? ¿Qué tanto se da el humor en la poesía de otros países?

Por ejemplo hay un poeta rumano llamado Marin Sorescu que maneja mucho el humor, el absurdo. Hay otro poeta holandés, no recuerdo el nombre, pero la crítica incluso dice que soy como él. Los poetas brasileños como Manuel Bandeira manejan mucho también el sentido del humor. En muchos poetas norteamericanos también está el humor, pues el norteamericano es antisolemne completamente.

En su vida cotidiana…

Sí, la ironía que tiene Raymond Carver cuando escribió este poema que se llama «El vino», el paralelismo que tiene con la historia de Alejandro Magno cuando estaba borracho. Toda esta ironía de Carver, ¿no?, como dolorosa.

Testamento de Clark Kent no sólo continúa en la misma línea de otros libros, como Coliseo y La espada de San Jorge, sino que además la refuerza, fortalece, por así decirlo, y ya es mucho decir, tu estilo, mediante un texto además original. Eso es muy difícil de logar sin parecer repetitivo y tú lo logras. Personalmente, confieso que me encanta tu estilo y, de hecho, he tratado de escribir así y no puedo, a lo mejor porque soy solemne…

No eres solemne, eres seria, insisto. Toda esa orgía de sangre que hay en tus poemas no tiene que ver con lo solemne.

Yo me preguntaba qué seguiría, por dónde seguiría Héctor Carreto, qué escribir para no autocopiarse pero también sin abandonar su estilo, y lo lograste de una forma perfecta con Superman, un súper héroe.

Superman es el primer héroe prototipo, y el más aburrido. Batman tiene una personalidad, tiene claroscuros, tiene una vida privada, una verdadera vida privada. El Hombre Araña también tiene una personalidad. Pero Superman no, nunca sabemos. Yo lo veo todo serio, nunca ser ríe, nunca come, nunca se toma nada de beber, se ve que no le gustan, pues, ni las mujeres ni los hombres, no le ves algún rasgo, es como un robot, le ves pocas expresiones de sus sentimientos. Entonces yo pensé: «Bueno, pues vamos a investigar qué hay en la vida de Clark Kent, digo, de Superman. Vamos a suponer que está angustiado por la vejez, por estar solo, y que le gusta una mujer, Lois Lane, Luisa, pero no lo ves ni en las películas, ni en la televisión, ni en los comics… En ese sentido, yo creo que es hora que en la televisión o en el cine ya le den más volumen.

Tú tomas diferentes supermen que ha habido para jugar con las imágenes forjadas sobre ellos, como de la de Reeve, quien además se quedó parapléjico.

¡Ah, sí! Eso es un pequeño homenaje a Christopher Reeve. Es muy triste lo que pasó en su vida. Este pequeño homenaje quedó bien para el texto. Fue una gran ironía: de poder volar a andar en silla de ruedas.

Bergson, en sus estudios sobre el humor, afirma que detrás de la risa siempre hay un evento doloroso o trágico. Creo que esta afirmación se aplica sobre todo a este nuevo libro. ¿La soledad del súper héroe?

Sí: del hombre más solo de la Tierra. Te puedes reír, pero es un personaje totalmente solitario, no puede tener una relación con una mujer, quién sabe qué tipo de espermatozoide saldría de eso. En cualquier película de ciencia ficción donde hay una caída de un extraterrestre, hay un momento clave: viene todo el pánico, sobre todo en las películas de los años 50.

Incluso en E.T. los niños se asustan.

Sí, se asustan cuando viene algo, las invasiones del espacio, y viene el «vamos a acercarnos a ver qué es», pero cuando cae Superman, cuando cae su nave no hay ese extrañamiento. Parece un gran descuido, como si los padres de este planeta dijeran: «Ah, mira, un extraterrestre, pues vamos a cuidarlo como a un niño de la Tierra». Ahí, la historia se sale totalmente de la tradición de las películas de invasiones del espacio. Por eso, en mi poema «Una familia de Kansas», se dice finalmente que tenían miedo. Dije: «Viene el anticristo. ¿Qué será? ¿Qué cayó del cielo?»

Y es que tus poemas son pequeñas historias, epigramas.

Esto otra vez dentro de la tradición del epigrama, que bebe de la antología palatina de los griegos, de ese pueblo formado por muertos donde habla cada uno de ellos, y van contando su historia. Son poemas totalmente narrativos, llenos de ironía. El soldado, por ejemplo, cuenta uno de los poemas con humor, con ironía. Todos hablan en primera persona, «por no meterme en una cosa de trabajo, por huir de estar en un establo de puercos, me metí al ejército en la guerra civil y morí a la primera batalla, me mataron en la primera batalla».

Y al mismo tiempo, todo el libro es una sola historia, como pasa también, de alguna forma, en Coliseo.

Pero, aunque en este libro es más evidente, al mismo tiempo, la historia es como un poliedro, tiene muchas caras.

Claro, porque ha habido varios supermen, a quienes retomas, desde el de la serie Smallville hasta el interpretado por Christopher Reeve. Entonces es una obra todavía más compleja. ¿Cuánto tardaste en escribirla? Cuéntanos del proceso.

Escribí los primeros poemas hace mucho… La verdad es que tardé unos veinte años o más, y de repente escribí otros poquitos, otros dos o tres, y pasaron otros diez años, después formé otro libro y salieron otros diecisiete, hasta que me dije: «Este tema da para más, me voy a clavar en escribir un libro independiente, que ya no sea parte del otro». Es cuando te metes de lleno en algo y ya no sales, se te ocurre uno y otro. Eso fue hace un año. Hace muchos años ya, Almadía me había pedido otro libro, después de Poeta regañado por la musa, que salió en 2006. Me tardé mucho tiempo: diez años, pero después ya le hable al editor, a Guillermo Quijas, y le dije: «Bueno, pues, tengo otro libro».

A pesar de que pareciera que tu obra es muy sencilla, por el lenguaje, en realidad hay que tener muchas referencias culturales. En ese sentido, ¿cómo te consideras, culterano o conceptista?

Conceptista. Bueno, es algo que falta en la poesía mexicana, manejar las ideas poéticas, lo que son los conceptos… A veces, los poetas nada más empiezan a tirar rollo, pero faltan las ideas poéticas, como el concepto… Y yo, cuando ya tengo la historia, ya se me ocurre el poema, es decir, todo esto es como al revés, al mismo tiempo… No es que diga «Tengo esa historia, la voy a hacer», sino, todo se va haciendo al mismo tiempo, pero pensando siempre en una idea, lo que se relaciona con lo conceptista; por ello tiene un vínculo más directo con el cuento, con la narrativa que maneja un concepto, y no sólo se propone la aventura de explorar el lenguaje, la cual en Góngora me gusta muchísimo, en Sor Juana, y nada más.

Sí, claro. En México hay una tradición de poesía muy oscura, y a lo mejor esa es también una de las claves del porqué se vende tanto tu libro, porque no es oscuro, aunque su escritura sí haya tenido su dificultad…

Es que ahorita está a la moda lo de la poesía como aventura del lenguaje, la poesía neobarroca. Yo no estoy en contra de ella, simplemente es para un público mucho más selectivo, y no digo que la poesía sencilla no sea para éste, pero es mucho más amplia.

Esto que mencionas me recuerda al mismo Lorca: sus poemas, varios narrativos, y cuya estructura y recursos poéticos eran sencillos sólo en apariencia, sí se acercaban mucho al grueso de la gente, era muy popular, como tú. A mí me sorprendió mucho, gratamente, no encontrar tu libro en varios establecimientos, a menos de seis meses de haber salido a la venta. Tenemos la creencia de que la gente no lee poesía y resulta que tu libro se está agotando. Realmente me parece un gran logro por el cual te felicito.

En específico, es tu poesía, además del concepto, están las referencias: es una especie de ficción de la ficción. La voz lírica, casi siempre es como un personaje con características propias, como en Coliseo. ¿Y la voz del poeta? Es decir, ¿dónde encontramos al poeta, a través de Clark Kent?

No lo sé, sí estoy yo, pero eso que lo descubra el lector. Por ejemplo, yo trabajé mucho en oficinas, y ahí está Clark Kent, hombre de escritorio. Y las fantasías de los niños que juegan en la azotea…, esa es una historia personal también: nosotros jugábamos en la azotea, poníamos casas de campaña, etcétera. Ahí está de alguna manera esa identificación, no por el súper héroe, sino por Clark Kent como hombre de rutina, hombre de escritorio, hombre de periodismo, que también he hecho, y por Superman como un hombre solitario, como el hombre incomprendido.