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Carina Sedevich, Argentina, 1972. Poemas

carina-sedevichPoeta, especialista en semiótica, autora de una abundante obra poética traducida a varios idiomas nos comparte poemas de cinco distintos libros de su autoría.

 

 

 

Carina Sedevich

 

1

Bebé:

El sol se aleja como un globo de helio.

Siempre es de día en el invierno.
La luz es dura, vertical, probada,
como la herida de un puñal.

También son fuertes tus encías
aunque sean rosadas, todavía.

*

Bebé, esta mujer cruza la plaza
con una taza vieja en la cartera.
Piensa en usarla para alimentarte.

*

Bebé, esta mujer escribe
sentada a la vera de tu cuna
mientras la vida no deja de escurrirse.

Se acerca a la ventana
donde sólo ve techos y palomas
y piensa que eso es todo.

Y es bastante.

 

2

Miro dormir al bebé.
Sus dedos arman figuras fabulosas.
Sus ojos trazan trayectorias trémulas.

*

Reparo en sus zarcillos diminutos.

Pienso en las verdes volutas
que rematan los tallos del zapallo
y en los doloridos hortelanos
hincados en la tierra, con ternura.

*

Los ojos fijos en el cielorraso.

En mi pecho,
tumbada como el corazón de un toro,
se calienta la desdicha.

*

Ha muerto un niño.

Ambarino,
el pabellón de su oreja
se trasluce bajo el sol

en mi memoria.

 

3

Mis ojos fijos en el cielorraso.

Los del bebé que duerme,
en cambio, blancos
como la escarcha cerrada
sobre un cardo.

[Poemas del libro Un cardo ruso, 2016 – Ediciones del Movimiento, Maracaibo, Venezuela / Alción Editora, Córdoba, Argentina]

 

1

Dice el maestro
que si dispongo el corazón
para transcurrir cada jornada
como si el cuerpo ya estuviese muerto
podré concebir la libertad.

*

Regreso a casa.
Atiendo mi frágil organismo.  
Lo nutro
con vegetales poderosos.
Por más que ya no río
y ya no lloro
procuro, a diario,
estirar mis músculos.

*

Es acuciante
elegir entre vivir o morir,
dice el maestro.

*

Pero es verano.

Tremolan, invisibles,
las cigarras.
Una vez encontré una
entre la arena.
No parecía
dispuesta a morir
aquella tarde.

*

Dice el maestro:
una cigarra
puede vibrar intensamente
hasta morir.

 

2

Tarde de enero.
Enjuago mi ropa y mi vajilla.
El agua viene tibia.
Es un mal día.
Hace diez años
perdimos un bebé.

*

-Si cocino cebolla
mis fluidos son dulces
y mi piel se vuelve
más sedosa.-

*

Hay sitios donde guardan una piedra
por cada ser perdido. Una piedra
por alguien no nacido
es demasiado sólida, quizás.
Podría procurarme una ligera,
que hubiera sido alisada por el agua.

*

-Con un ancho cuchillo cebollero
rebano mi repollo colorado.
Abro sus fibras blancas y violetas.
Cuando las mojo el agua se azuleja.
Cae la tarde. Lenta. Encapotada.-

*

Así escribió el guerrero apuñalado:
si no supiera que me encuentro muerto
lamentaría perder la vida hoy.

 

3

Somos menores que una piedra.
De ahí que elijamos una piedra
para señalar las sepulturas.

*

-Sobre la hierba seca corre mejor el viento.
Sobre las grandes extensiones de hielo
es sólido el silencio.
Sobre la piedra
reverbera el sol de la estación
y guarda el frío
el paraje umbrío
en su interior.-

*

En medio de una gran catástrofe
la complexión del tiempo
se revela.
Provisoria, siempre,
hasta el final.

-¿Es distinta la vida cualquiera
a la de un prisionero de batalla?-

[Poemas del libro Cuadernos de Lolog, 2016 – Pasto Ediciones, Córdoba, Argentina]

 

1

La mariposa vuela
en el granizo.

Ocre
bajo la infausta pedrería
de verano.

*

«Ayer estuve delicada
pensando en él
como sobre el ala
de una mariposa.»

*

Cayó el granizo y escribí.

Hay que escribir
cuando no pasa nada.

 

2

El olvido es un fruto que requiere trabajo.

Casi siempre tardío, pero rara vez dulce.
No es uva ni es la parra donde pende el racimo.

No es como la sombra que daría la parra
ni como sus raíces contraídas y bruscas.

Se parece a la piedra del cantero y la fuente
que apisona la parra, que la ordena y la ciñe.

*

Hay que hacer saltar el olvido de un golpe
como a una piedra caliza en la cantera.

Que se entibie en la mano que quiera tallarla.
Sea opaca a los ojos. Sea venérea y ajena.

*

Una piedra tan blanca es casi como un niño.
Casi un sacramento para mí.

Inclino mis huesos como panes ácimos
sobre cunas que guardan el amor ajeno.

Qué fue de la ternura que pude sentir.
La siento en la garganta bajar como una hostia.

 

3

Tarde de otoño.
Si él muriese
por fin sabría
dónde está su cuerpo.

[Poemas del libro Gibraltar, 2015 – Dínamo Poético Editorial, Córdoba, Argentina]

 

1

Sola
es difícil tajar una sandía.
Pero si alcanzo el corazón
lo como entero.

 

2

Lavo la espinaca para mí.
Separo los tallos que se anudan
en su botón rosado
semejante a un pezón.
El agua fría sacude sus olores:
hierro, tierra.
Parece que enjuagara
algún rencor.

 

3

Ahora que voy hacia mi cuerpo
el sexo es inocente y triste
como la infancia
para el hombre.

Ahora
que voy hacia mi cuerpo
apena ver la carne
con el alma.
Emparejadas.
Hartas.

[Poemas del libro Klimt, 2015 – Suburbia Ediciones, Gijón, España / Club Hem Editores, La Plata, Argentina]

 

1

Los días se acortan y vuelven a alargarse
del invierno al verano.

Pero no la vida.

 

2

Hoy disolví un amor.

Algunos signos se vieron desplazados.

Algunos otros
quedaron en el aire.

Podría pensarse que es un día distinto.

Lo único cierto es que empezó el invierno.

 

3

El pasado es la tierra más lejana.

Es, también
como el frío del invierno:

en verano se olvida.

Pero el invierno vuelve.

[Poemas del libro Escribió Dickinson, 2014 – Alción Editora, Córdoba, Argentina]

 

Carina Sedevich nació en Santa Fe en 1972 y reside en Villa María, Córdoba, Argentina. Ha publicado los libros «La violencia de los nombres» (Ediciones Fe de Ratas, Santa Fe, 1998), «Nosotros No» (Lítote Ediciones, Santa Fe, 2000), «Cosas dentro de otra cosa» (Lítote Ediciones, Santa Fe, 2000), "Como segando un cariño oscuro" (Llanto de Mudo Ediciones, Córdoba, 2012, con reedición en España), «Incombustible» (Alción Editora, Córdoba, 2013, con reedición en España),  «Escribió Dickinson» (Alción Editora, Córdoba, 2014), «Klimt» (Suburbia Ediciones, Gijón, España y Club Hem Editores, La Plata, Argentina, ambos en 2015), «Gibraltar» (Dínamo Poético Editorial, Córdoba, 2015). En 2016 aparecerán «Un cardo ruso» (Ediciones del Movimiento, Maracaibo, Venezuela y Alción Editora, Córdoba, Argentina) y «Cuadernos de Lolog» (Pasto Ediciones, Córdoba, Argentina). Parte de su obra ha sido editada en antologías y publicaciones literarias de diversos países y traducida al italiano, al portugués y al mallorquín. Es licenciada en comunicación y especialista en semiótica.