Originaria de la provincia mexicana, Durango, Lucero Mercado es autora de «Delirios Oníricos» poemario editado por la Fundación Guadalupe y Pereyra, en el 2012.
Laura Lucero Mercado Rodríguez, poeta nacida en Durango, fue participante del Tercer encuentro de Jóvenes Creativoz, realizado en el Centro Literario Olga Arias. También ha participado en diversas actividades literarias de la Red de Escritores de Durango, A.C., así como en programas de televisión y en el encuentro de la Asociación Latinoamericana de Poetas, en el mes noviembre del año 2009. Actualmente, es Socia Fundadora de la Red de Escritores de Durango, A.C.
Publicaciones en la Primera Antología de la Red de Escritores de Durango, en la Revista Redacciones de la Red de Escritores de Durango, en los periódicos El Siglo de Durango y El Sol de Durango; en la Revista Cantaletras de la Fundación Cultural Amaya de Durango, A.C y «Delirios Oníricos» Poemario, por la Fundación Guadalupe y Pereyra. Primera Edición 2012.
Poema al desnudo
Aquí estoy:
Con la lluvia en mis ojos
y mis castillos al borde del abismo.
Aquí estoy:
Con mi alma descalza
e indefensa atiborrada de penurias.
Aquí estoy:
Con la casa vacía
y mi sangre en la cima de la montaña congelada.
Aquí estoy:
Con mi lengua enredada entre los dientes
y la saliva durmiendo los desiertos.
Aquí estoy:
Con la carne vestida de llagas
y mis demonios peinando los miedos.
Aquí estoy:
En el aquí y ahora,
y mañana,
a todo galope trepada en las tierras de la nada.
Sin regreso.
Caminé hacia atrás,
intentando girar el mundo al revés,
para regresar a casa de mis papás:
Escuchar la risa de papá y contemplar la mirada
de mamá mientras le servía el café…
Camine hacia atrás,
con mis brazos rodeando montañas y mares
para girar el mundo al revés,
para regresar a casa y escuchar los regaños
de papá y sentir las lágrimas de mamá
mientras su mano derrama al piso
el polvo que inicio el fin de mi vida.
Camine hacia atrás,
con mis pies enlodados de tanto enterrarlos sobre
pantanos para regresar a casa y escuchar
los gritos de papá y mirar, cuando mamá
rasgó su vestido al verme marchar de su morada.
Camine hacia atrás,
con mis dedos amarrados a las piedras
para disolver el minuto que separó mi vida
de la vida, por un fajo de billetes y drogas
infernales.
Camine hacia atrás,
con espinas brotando de mis ojos y colmillos
destrozando mis mejillas
pues me perdí y no me di cuenta cuando dejé de ser
humano.
Camine hacia atrás,
mirándome tirado en la banqueta,
con pedazos de ropa y los pies descalzos,
secos y ampollados,
cargando con la culpa de no escuchar a papá
antes de irme y de no ver a mamá a los ojos.
Camine hacia atrás,
intentando girar el mundo al revés,
pero solo logre encontrar
el camino a la muerte.
Tiempo cercenado
El valle de tus ojos dormía
tus recelos.
El odio despojó tu libertad
y despertó los minutos
al cercenarlos sin piedad.
Los mares te engendraron prodigo,
profano del amor.
Promiscuo delirante,
tu gracia envenenada
escuchó tus latidos precarios.
Tu oleaje disoluto lamenta:
La amargura de tu desierto.