Eduardo Cerecedo realiza esta entrevista a uno de los poetas y agentes culturales más destacados en la escena mexicana, cuyo eje rector ha sido el fomento a la lectura. Para Juan Domingo, autor de la más ambiciosa y más reciente antología de poetas mexicanos, ve en la poesía todo, menos un pasatiempo.
Entrevista al poeta, ensayista, crítico literario, compilador de antologías, Juan Domingo Argüelles. Publicada previamente en La Jiribilla de Jalapa, Veracruz.
Eduardo Cerecedo
Juan Domingo Argüelles nació en Chetumal, Quintana Roo, en 1958. Es poeta, ensayista, divulgador literario y editor. Hizo estudios de Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha publicado varios libros de poesía y una veintena de ensayos literarios y estudios sobre la lectura, entre ellos ¿Qué leen los que no leen?, Historias de lecturas y lectores, Antimanual para lectores y promotores del libro y la lectura y Escritura y melancolía. En 2004 reunió su obra poética de dos décadas en el volumen Todas las aguas del relámpago (Universidad Nacional Autónoma de México). En 2009, la Editorial Renacimiento, de Sevilla, España, publicó su antología poética de cinco lustros La travesía: Antología ultramarina (1982-2007). Su más reciente libro de poesía es Final de diluvio (Hiperión/Universidad Autónoma de Nuevo León, México, 2013). Su más reciente libro de ensayos es Un instante en el paraíso: Antimanual para leer, comprender y apreciar poesía (Ediciones Laberinto, 2016). Ha publicado diversas antologías, entre ellas: Dos siglos de poesía mexicana. Del XIX al fin del milenio: Una antología (Océano, 2001, 2011), Antología general de la poesía mexicana. De la época prehispánica a nuestros días (Océano/Sanborns, 2012), Antología general de la poesía mexicana. De la segunda mitad del siglo XX a nuestros días. Poesía del México actual (Océano/Sanborns, 2014), Cuentos inolvidables para amar la lectura (Ediciones B, 2014) y Breve antología de poesía mexicana impúdica, procaz, satírica y burlesca (Océano, 2015). Trabaja en la promoción y el fomento de la lectura con maestros, bibliotecarios, promotores y estudiantes. Ha impartido conferencias y cursos sobre la lectura en México y el extranjero. Entre otros reconocimientos ha recibido el Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta, el Premio de Ensayo Ramón López Velarde, el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen y el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes.
Buena tarde Maestro, Tú eres parte de esta serie de entrevistas que estoy realizando para la «Jiribilla» Dominical, Suplemento cultural de el diario, El Gráfico de Xalapa, esta entrevista realmente es sobre el quehacer del escritor, su manera de ser, su forma de actuar, de ver a su alrededor. Ese mundo cotidiano que para los lectores será, descubrir su entorno, así como apreciar la literatura desde el pulso de quien escribe.
¿Al escribir cómo es ese acto, en tu caso, doloroso, feliz, siniestro, gozoso, cuéntanos?
Más bien hay distintas disposiciones para escribir de acuerdo con lo que se escribe. No es lo mismo escribir poesía o, más ampliamente, creación literaria, que escribir algún texto anclado en el ejercicio profesional, por mucho que este ejercicio profesional esté vinculado al oficio literario. Puede tratarse de un deber para el que se tiene facilidad pero no necesariamente mucho entusiasmo ni gran pasión. La disposición de la escritura tiene que ver con el gusto o con el compromiso. Pero una cosa es cierta, al menos para mí: el acto de escribir puede ser o no gozoso, puede no ser feliz inclusive, pero siempre es necesario para el auténtico escritor, independientemente de su talento o su mediocridad. Incluso un muy mal escritor, si es un escritor auténtico, siente necesidad de expresar su más profundo yo, a diferencia de autores de mucho éxito comercial que escriben lo que les pide el mercado y lo que les marca su casa editorial. Quien no necesita escribir auténticamente como una exigencia casi fisiológica, quien no siente necesidad de expresar su espiritualidad mediante la escritura puede ser cualquier cosa, menos escritor. En cuanto a mí, mi mayor disposición para la escritura está en la poesía y en la reflexión sobre la vida y la poesía y sobre la lectura y el acto de escribir.
Sabemos, has escrito varios libros de poesía, ensayo. Estudios críticos y, realizado varias antologías de poesía ¿En qué género te sientes más cómodo, es decir, más confiado, seguro? O feliz si es el caso. ¿Cómo alternas tu quehacer? ¿Eres disciplinado?
Entre todos los géneros literarios creo que el de la poesía es el más íntimo. No digo que no lo sea la prosa narrativa, pero en la prosa narrativa es más fácil distinguir el yo literario del yo personal. En cambio, en la poesía, incluso si no es autobiográfica, el yo poético del yo personal tiende a fundirse. Pensemos en Neruda y en Borges. Podemos abstraernos en lo poético, pero no hay duda de que en sus poemas están presentes siempre las experiencias personales de Neruda y de Borges. Para mí, escribir poesía es siempre algo más intenso e íntimo y no obedece a urgencias ni a compromisos. Puedo tardarme cinco o siete años escribiendo un libro de poemas, conforme van llegando a mí, y no me urge publicarlo. En cambio, el trabajo de antólogo es un trabajo de investigación, lectura y relectura, con cierta necesidad de cronograma. Si no se propone uno un límite, todo se queda a medias. Otro ejercicio es el del ensayo y la reflexión sobre temas de cultura escritura. Después de la poesía, éste es mi trabajo más personal y más disfrutable. Por lo demás, poesía y ensayo, ensayo y poesía, son vertientes de lo mismo: reflexión sobre uno y sobre el mundo.
Soy muy disciplinado para lo que exige una disciplina: los trabajos de edición, investigación, estudio. Pero no lo soy, para nada, en la poesía.
¿Por qué?
Porque la poesía no es un trabajo; la poesía es un milagro. La poesía sucede. Por ello no deja de ser algo extraño que alguien se proponga hacer un libro de poemas sobre esto o sobre lo otro, a menos por supuesto que esa sea la obsesión de su vida. De otra forma, la disciplina, con un tema determinado, sólo puede producir ejercicios poéticos, pero no necesariamente poesía.
La poesía ¡qué te ha dado?, ¿Con qué otras artes se siente más cercano tu trabajo de poeta?
La poesía, como te he dicho, más que un trabajo es una epifanía. No importa qué tan mal o buen poeta seas. Si la poesía no es una imperiosa necesidad emocional e intelectual, será simplemente un juego, un pasatiempo. Y no está mal que lo sea, pero como pasatiempo puede ser también bastante aburrido. Hay pasatiempos más divertidos. Por otra parte, la inteligencia es maravillosa, pero se enfrenta a un drama ineludible, el cual fue definido y descrito, lúcida y poéticamente, por Antonio Machado: «El intelecto no ha cantado jamás, no es su misión». A partir de esto te respondo la otra parte de tu pregunta: la poesía, para mí, siempre me lleva a la música. Y creo que no hay nada, ningún arte, ninguna manifestación estética más integral que la música. La poesía intenta ser música o al menos integrarse a la música desde los tiempos en que era acompañada por la lira. Pero la virtud de la música es que no necesita de palabras para ser poesía. Carlos Edmundo de Ory, el poeta español, dice en un poema: «Maldito sea yo, que no sé tocar ningún instrumento». Lo reivindico. Aunque, por lo demás, quizá sea mejor no tocar mediocremente un instrumento. Escuchar la música, gozarla, amarla, debe ser un mejor destino que echarla a perder.
Define ¿Qué es la inspiración?
Después de lo que dijo Octavio Paz en El arco y la lira cualquier intento de definición es ingenuo. Dijo: «La voz del poeta es y no es suya. ¿Cómo se llama, quién es ese que interrumpe mi discurso y me hace decir cosas que yo no pretendía decir? Algunos lo llaman demonio, musa, espíritu, genio; otros lo nombran trabajo, azar, inconsciente, razón. Unos afirman que la poesía viene del exterior; otros, que el poeta se basta a sí mismo. Mas unos y otros se ven obligados a admitir excepciones. Y estas excepciones son de tal modo frecuentes que sólo por pereza puede llamárselas así». Nadie sabe qué es la inspiración, pero existe. El endecasílabo perfecto de San Juan de la Cruz «un no sé qué que quedan balbuciendo» es un milagro del espíritu. Millones de individuos que saben mucho sobre poesía y didáctica de la creación poética, académicos y lingüistas muy capaces, nunca podrán igualar algo así, aun si dedicasen cada minuto de su existencia a conseguirlo. No solamente no es probable, sino que, definitivamente, no es posible.
¿En tu caso como la transformas, crees en ella?
Como te he dicho, la inspiración existe aunque sea indefinible. De pronto, un mal poema se transforma en aceptable por un accidente. Hasta los peores poetas tienen sus buenos versos. Dijo Borges: «Al cabo de los años he observado que la belleza, como la felicidad, es frecuente. No pasa un día que no estemos, un instante en el paraíso. No hay poeta, por mediocre que sea, que no haya escrito el mejor verso de la literatura, pero también los más desdichados. La belleza no es privilegio de unos cuantos nombres ilustres». Por ello, es natural que uno se sorprenda de escribir a veces algo de lo que no se avergüence. Lo más probable es que eso que se salva se deba al influjo de algún demonio; sólo lo demás es nuestro.
Cita a tres autores que hayan influido en tu creación literaria.
No sé si hayan influido, pero sí sé que me acompañan siempre: Antonio Machado, César Vallejo, Luis Cernuda. Decir por qué sería muy prolijo
¿El Quijote, crees que tenga cierta presencia en tu obra, si es así en cuál?
No, el Quijote, no. Soy lector y relector del Quijote, pero creo que el Quijote se ha convertido, desgraciadamente, en un cliché. Es un libro maravilloso, pero sólo para quienes tienen una disposición para sumergirse en él. Es un libro más conocido que leído, más nombrado que amado. Y la mayor parte de la gente que habla del Quijote como hablar del clima, jamás ha leído una versión íntegra de él. ¿No fue acaso un funcionario idiota de este gobierno quien tuvo la ocurrencia de darle a leer el Quijote al Chapo Guzmán, según esto para atenuar su estado depresivo? ¿Qué idea tienen de la lectura en el gobierno? Estoy seguro que el Chapo no lo leyó. Hubiese sido para él una tortura. Pero si se trataba de torturarlo, no le hubieran dado a leer el Quijote; mejor le hubieran puesto a ver, todo el día y toda la noche, en la televisión, el Canal del Congreso.
¿Qué proyectos editoriales te han dejado más satisfecho, si es el caso?
La Antología general de la poesía mexicana fue un intento de poner en manos de los lectores algo de lo mucho que se puede leer de la obra poética de los autores mexicanos. Y toda antología es esto, una antología, y por tanto una muestra. Fue demasiado trabajo, pero disfruté la lectura y la relectura. Salí sabiendo que no hay nada (salvo el tiempo, es decir los lectores) que garantice la permanencia o el olvido de los poetas. Mis mayores satisfacciones están en mis estudios y ensayos sobre lectura y cultura escrita. Me interesan los lectores y la lectura, y en esta medida me interesan cada vez menos las vanidades literarias, incluida la mía.
Describe lo que estás leyendo actualmente
Estoy releyendo Shakespeare en las ediciones bilingües de la Fundación Shakespeare de España. Unas bellas ediciones publicadas por Cátedra que se hicieron con motivo de los 400 años de la muerte del gran escritor. Llevo ya Hamlet, Romeo y Julieta, Macbeth y los Sonetos y estoy empezando Sueño de una noche de verano. A mis casi 58 años son relecturas menos inocentes, pues las ediciones anotadas aclaran muchas cosas sobre las fuentes de Shakespeare y sobre el idioma original que es, por supuesto, un inglés distinto del moderno.
¿Cita tres autores que recomiendes por lo trascendente de su obra?
Indudablemente, Shakespeare, que, como dijo Harold Bloom, no sólo es un autor, sino toda una literatura. Y dos rusos indispensables: León Tolstói y Antón Chejov. Lo malo es que hoy la gente se conforma con Paulo Coelho y con Yordi Rosado, con novelas sobre el narcotráfico y hasta con libros para colorear (son el éxito entre los adultos). Recomendar a Shakespeare, Tolstói y Chéjov puede ser una inutilidad en un tiempo en el que hasta los menos jóvenes andan jugando a los pokemones.
¿Cómo ves la Poesía actualmente, es decir, la escrita en la actualidad?
La virtud de la poesía actual es lo que muchas veces consideramos su defecto: su falta de público lector masivo, su ausencia en el circuito comercial. Lo maravilloso de la poesía hoy es su diversidad y su excelente salud, gracias a que la empresa editorial no influye para nada en lo que se publica, a diferencia de la prosa narrativa a la cual ya le marca pautas para su publicación. Hay narradores a quienes ya no les interesa en absoluto escribir una obra literaria: lo que quieren es vender libros, muchos libros, y lo están consiguiendo con la ayuda de los editores que saben convencer al público de que aquello es estupendo. En cambio, en la poesía, los autores escriben lo que se le pega la gana: saben que no venderán ni mucho ni poco, y por ello no se pliegan a ninguna exigencia editorial. Por eso la poesía goza de excelente salud.
¿Qué recomiendas leer en este verano?
Mencionaré más bien, para quien pueda interesarse, tres libros recientes que me han gustado mucho y que he leído con gran satisfacción. En poesía, También la noche es claridad. Antología personal 1984-2015 (Fondo Editorial Estado de México, 2016), de Félix Suárez; en ensayo, Elogio de la educación (Taurus, 2016), de Mario Vargas Llosa, y en narrativa La cola del diablo (Laberinto Ediciones, 2015), de Bruno Estañol.
¿Qué opinas sobre los premios literarios?
Los premios literarios por concurso de obra inédita son importantes alicientes especialmente para los autores jóvenes. Importan no sólo por el monto económico (que puede ser de gran ayuda para un escritor incipiente), sino también por el ánimo que les dan a los autores. Llegado un momento, pienso yo, los autores tienen que ir dejando los premios literarios para las nuevas generaciones. Y una cosa es cierta: el autor no es mejor o peor porque tenga más o menos premios o ninguno. En cuanto a los premios que se dan por trayectoria y méritos literarios, se trata de otro tipo de reconocimiento, pero tampoco consagran a nadie. Ni siquiera el Premio Nobel de Literatura ha conseguido que algunos de sus recipiendarios sean olvidados, lo cual demuestra que los premios literarios están al margen de la literatura.
¿Cómo nacen los títulos de tus libros?
Nacen por inspiración, si pudiéramos decirlo así. Me siguen gustando, como títulos, Como el mar que regresa, A la salud de los enfermos, Todas las aguas del relámpago y Final de diluvio.
¿Cómo ves la cuestión política del país en estos tiempos de cambios?, ¿políticas educativas?
Alguien decía que hay que hablar mucho de política para no tener que escribir de ella. No sé qué tan conveniente sea eso. Yo escribo frecuentemente sobre temas educativos y de lectura, que son también, de algún modo, temas políticos. En términos generales, no hay políticas educativas ni culturales eficaces en México, porque también en términos generales la política y la economía de este país está por lo suelos. Corrupción, hipocresía, demagogia y cinismo. Es lo que tenemos en abundancia. No creo que con esto se pueda construir un país mejor. Es necesario ser realistas y saber, como lo supo Borges, que los políticos (salvo excepciones) son las personas menos admirables de cada nación. Si partimos de esto, sabremos que no podemos esperar demasiado de ellos. O, como afirmó Rob Riemen: «Hay que entender que en los políticos no está la solución a los problemas, porque ellos son el problema».
De esta manera hemos leído la propuesta de trabajo, con las palabras, así como el descubrir el pensamiento del poeta de voz propia. Quede pues el testimonio de uno de los hombres más activos dentro del panorama literario en México. Su manera de ver el mundo a través de su trabajo.
EDUARDO CERECEDO
Tecolutla, Veracruz, 1962. Actualmente vive en Ixtapaluca, en el Estado de México. Es Lic. en Lengua y Literaturas Hispánicas por la UNAM, donde realizó la Maestría en Letras. Sus poemas y notas críticas, se han publicado en los principales diarios del país y en revistas especialidades en literatura. Así como en Alhucema, (España), La Casa Grande (Colombia) y Maestra vida, en Lima, Perú. Poeta. Ha publicado los libros: Cuando el agua respira, 1992; Temblor mediterráneo, 1993; Marea del alba, 1995; Atrás del viento,1995; La dispersión de la noche,1998; Luz de trueno, 2000; Agua nueva, 2004; Hoja de cuaderno, 2005; Nombrar la luz, 2007; Festejar la ruina, 2011, La misma moneda, 2011, Condición de nube, 2012, Caracol vanidoso, 2013 y Asombro de la sombra, 2014, Trópicos I Antología personal, 2015, Trópicos II Tu cuerpo como un río (Poesía amorosa), 2015, Destrucción del amor (Cuentos), 2015 y Trópicos III. Zoología poética, 2016. Ganó El Premio Internacional de Poesía «Bernardo Ruiz» 2010 Nezahualcóyotl, Estado de México y El Premio Nacional de Poesía Alí Chumacero 2011 Toluca, Estado de México y El Premio Nacional de Poesía Lázara Meldiú 2012, Veracruz. Así como la Beca de Escritores con Trayectoria, por el Instituto Veracruzano de la Cultura/CONACULTA/Gobierno del estado de Veracruz, en 2002, 2006 y 2008. Fue colaborador de Sábado, Suplemento Cultural de Uno más uno. Colabora para la revista Bitácora. Imparte talleres de creación literaria en distintas instituciones del país. Fue director del Centro Municipal de Artes Aplicadas (CEMUAA) en Ciudad Nezahualcóyotl en 2012. Condujo el programa de radio Memoria y Celebración: Vuelo de palabras- por más de tres años- en Radio Faro 90.1 FM. Poemas suyos se ha traducido al Portugués y francés.
Está incluido en Círculo de Poesía, Revista de poesía de Escritores Latinoamericanos, en Poetas del siglo XXI antología de poesía del mundo, 2015, por Fernando Sabido Sánchez en España.