Presentación La Otra 119

La velocidad no es prisa ni ansiedad. Conversación con Floriano Martins
José Ángel Leyva

El cambio de percepción del tiempo y el espacio estaba allí, en la mirada de Baudelaire sobre la transformación de una ciudad, La llamada Ciudad de las Luces, en el Paris de la segunda mitad del siglo XIX, con las reformas Haussmanianas, la aparición de los bulevares, lo privado público, los anuncios, los escaparates.

La revolución industrial desnudaba otras partes de la realidad cultural que ojos menos perceptivos no alcanzaban a descubrir. Baudelaire advertía que la imágenes de un mundo moderno se aceleraban también en el lenguaje y la imaginación. Un fabulador como Julio Verne las imprimía en relatos extraordinarios, un espíritu rebelde como Rimbaud las poseía, las poesía, los futuristas las pintaban y las anunciaban, Picasso las sintetizaba, Van Gogh las alucinaba, Huidobro y Lautremont resurgían del vacío. Hoy esa velocidad suele congelarse en un gesto estúpido, donde parece que hay preguntas, pero en realidad sólo hay movimientos automáticos. La curiosidad languidece en los aparatos donde la velocidad es un espejo que nos deslumbra y enceguese, nos lleva más rápido al misterio, pero sólo vemos los muros de la Red, los muros del egocentrismo, los muros de simplicidad más escalofriante donde la vida no vale nada y la sabiduría, dudosa sabiduría, es pisoteada por una multitud de zombis. ¿Qué se mueve en esta nueva evaluación de lo humano, de creencias y reacomodos?

Aquí una conversación con el poeta y promotor cultural brasileño Floriano Martins sobre el vértigo de la ola.