Carlos Yescas entrevista al director de cine, autor de otros filmes multipremiados como Heli. En la charla lo acompaña su padre el artista plástico y músico Oscar Escalante.
Amat Escalante: entre vagos e historias
Carlos Yescas Alvarado
De pocas palabras, con un aire sereno, Amat Escalante presentó recientemente en la ciudad de Durango su nueva película: La región salvaje.
Amat nació en Barcelona durante uno de los viajes de sus padres por Europa, ha crecido en Guanajuato y lo unen ciertos motivos a Durango: la familia y los vagos.
Óscar Escalante es su padre, y ahora, también actor en la película de Amat. Esto nos lleva a un capítulo de la historia, pues a Óscar, su padre, don Evodio Escalante Vargas trató de inculcarle otro camino, y recuerda: «yo quería ser ingeniero, pero mi papá no me dejó. Él quería que fuera un vago, que fuera artista».
El caso de Amat fue diferente. Óscar quería que estudiara una carrera, pero finalmente se decidió por un camino de vago: el cine. Por fortuna, su andar lo ha llevado a vagar con gran éxito por lugares como Cannes y Venecia, donde sus películas han sido celebradas.
A pesar del éxito, el joven director ha conservado el equilibrio, la creatividad, y no se ha dejado llevar por la fama. «No me gusta hablar mucho. Lo hago porque tengo que presentar las películas, pero si pudiera tener a alguien que lo hiciera por mí, para mí estaría mucho mejor», dice.
Regiones salvajes
Esta película se filmó en Guanajuato. Al respecto, Amat comentó: «la forma como me ha gustado siempre hacer cine es con gente bastante cercana, con equipos pequeños y hablar de cosas personales, de alguna manera. Esta no es una película aterrizada en la realidad, pero sí es íntima y personal». En este equipo también está su hermano Martín Escalante, quien hace la música y se encargó del casting, como lo ha hecho en las otras cintas de Amat.
«Esta es la primera película, de las cuatro que llevo, que se desprende mucho más de la realidad que las otras. Ya entrando a un género pudiera ser terror o ciencia ficción, pero manteniendo firmemente mis interés, mis aversiones, lo que me preocupa», agregó.
Amat ha encontrado en las imágenes una manera de contar sus historias, sin necesidad de explicar demasiado con palabras; «si pudiera explicarlas totalmente, ya no las haría. Hablo de lo que siempre se habla, del amor, las relaciones, los celos, la sexualidad pero aquí hay un elemento diferente y sorpresivo».
El hecho de incluir a su padre como uno de los actores principales, constituye ya un elemento de sorpresa, pues al nivel que ha alcanzado, pudiera recurrir a actores de «renombre» o «comerciales». Al respecto, el director subraya: «fue lo que iba pidiendo el proyecto y el guion. Había un montón de escenas complicadas dramáticamente, y no me sentí tan flexible como antes, que decía vamos a ver cómo sale, porque la fuerza de los actores y los no actores era suficiente para llevar la película por el rumbo que a mí me gusta, y en esta me enfoqué más, tal vez por trabajar con un guionista, un dramaturgo, salió esta historia, que veía que iba a ser complicado lograr, de la forma en que había trabajado antes».
«Mi papá no es actor; entró en un momento, de hecho iba a ser otra persona que luego decidió que no lo iba a hacer. Fue difícil dirigirlo de repente, porque como es tan cercano, no sabía si iba a funcionar. Me ayudaban para eso», dice Amat, y por su parte, Óscar agregó que su hijo es un buen director, y lo hizo sentirse cómodo, a pesar de que no es actor.
El desorden que se puede generar al trabajar con personas que no son actores, subraya Amat, se contrarresta con una enorme planeación, «y eso ha sido mi aliado siempre, la vida real que se filtra en la película, pero todo tiene que estar muy bien planeado, para filmar lo que planee, y en ese momento estar alerta para obtener cosas frescas y naturales, y es lo que más me gusta de mis películas, esos accidentes, y por eso elijo no actores, por esa cosa que tienen, accidentada, que puede haber frente a la cámara».
Filmar en México
Para La región salvaje, Amat tuvo contacto con creadores de otras latitudes, como el fotógrafo de las últimas películas de Lars von Trier, y a través de estas experiencias, comenta que la situación en México para hacer cine no está tan mal.
«Gracias a eso yo he podido desarrollarme y tener una cierta continuidad de hacer película. Mis primeras dos películas no tuvieron apoyo gubernamental; las últimas dos sí, y hay muchas películas mexicanas que tienen esos apoyos y por eso hay tantas ahora, y alrededor del mundo ya se siente, se nota, la gente dice ‘ah, es cine mexicano’. Las posibilidades de que salgan más cosas buenas son mayores», explica.
Con los pies en la tierra, para seguir andando
Finalmente, Amat encontró su camino, del vago creador, como soñaba su abuelo, y así camina, con calma, observando, pensando cada palabra, guardándolas como un preciado tesoro.
Su padre, también sereno, da un resumen exacto, fiel a la personalidad de estos dos Escalante, de la carrera de su hijo, cuando se le pregunta cómo ve la carrera de Amat, los reconocimientos, sus películas. Simplemente subraya: «ahí la lleva».
Y es cierto, en esta apuesta por lo íntimo, por las historias cercanas, crudas y entrañables, Amat sigue andando, con pie forma sobre la tierra. Ahí la lleva.