Carlos Vitale, traductor y poeta asentado en Barcelona nos brinda estos poemas del siciliano Quasimodo (1901-1968), quien fue miembro del movimiento hermético italiano.
Salvatore Quasimodo nació en Modica (Ragusa, Sicilia) en 1901 y murió en Nápoles en 1968.
Entre otros de sus libros podemos considerar: Giorno dopo giorno, La vita non è sogno y La terra impareggiabile.
A UN POETA ENEMIGO
Sobre la arena de Gela color de la paja
me tendía de niño a la orilla del mar
antiguo de Grecia con muchos sueños en los puños
apretados y en el pecho. Allí Esquilo exiliado
midió versos y pasos desconsolados,
en aquel golfo árido el águila lo vio
y fue el último día. Hombre del Norte, que me quieres
mínimo o muerto para tu paz, espera:
la madre de mi padre tendrá cien años
en la nueva primavera. Espera: que yo mañana
no juegue con tu cráneo amarillo por las lluvias.
A UN POETA NEMICO
Su la sabbia di Gela colore della paglia
mi stendevo fanciullo in riva al mare
antico di Grecia con molti sogni nei pugni
stretti e nel petto. Là Eschilo esule
misurò versi e passi sconsolati,
in quel golfo arso l’aquila lo vide
e fu l’ultimo giorno. Uomo del Nord, che mi vuoi
minimo o morto per tua pace, spera:
la madre di mio padre avrà cent’anni
a nueva primavera. Spera: che io domani
non giochi col tuo cranio giallo per la piogge.
DE LA RED DEL ORO
De la red del oro cuelgan arañas repugnantes.
DALLA RETE DELL’ORO
Dalla rete dell’oro pendono ragni ripugnanti.
Y DE PRONTO ANOCHECE
Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra
traspasado por un rayo de sol:
y de pronto anochece.
ED È SUBITO SERA
Ognuno sta solo sul cuor della terra
trafitto da un raggio di sole:
ed è subito sera.
EN LAS FRONDAS DE LOS SAUCES
¿Y cómo podíamos cantar
con el pie extranjero sobre el corazón,
entre los muertos abandonados en las plazas
sobre la hierba dura de hielo, ante el lamento
de cordero de los niños, ante el alarido negro
de la madre que iba hacia su hijo
crucificado en el poste del telégrafo?
En las frondas de los sauces, como ex votos,
también nuestras liras estaban colgadas,
oscilaban leves bajo el triste viento.
ALLE FRONDE DEI SALICI
E come potevamo noi cantare
con il piede straniero sopra il cuore,
fra i morti abbandonati nelle piazze
sull’erba dura di ghiaccio, al lamento
d’agnello dei fanciulli, all’urlo nero
della madre che andava incontro al figlio
crocifisso sul palo del telegrafo?
Alle fronde dei salici, per voto,
anche le nostre cetre erano appese,
oscillavano lievi al triste vento.
Traducción de Carlos Vitale