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Eva Vaz. Huelva, España, 1972

eva-vazPosee un discurso crudo, descarnado y un humor corrosivo que viene desde los olores de un hospital o de una clínica psiquiátrica, desde el fondo de sí misma. Una muestra de su obra.

 

 

 

Eva Vaz (Huelva, 1972)

CARNE
Hoy vi a la mujer de la que heredo
toda mi ropa de niña.
No estaba en el hospital de los locos,
pero era ella.
Y yo, vestida de ella era otra
porque su cuerpo era todo de hueso
y yo, como Platero,
no tengo huesos.
Solo soy carne por dentro.
Mi esqueleto es de carne.
Nada óseo a la vista.
Cuando me muera, las cenizas
serán de nada
y solo quedarán estos ojos
incombustibles,
estrábicos , enfermos.
Inservibles, implacables, mis ojos.
Ojos que confunden los números
de las balanzas y de los almanaques
como madres malas.
Ojos que se empeñan en hacerlo mal.
No quiero curarme.

Mientras, mastico sal
y me relleno de agua.
Ya me sale agua por los ojos.
Por eso no sé como soy por fuera:
un enredo de neurotransmisores
tontos
buscando, como afluentes,
salida entre la carne.

Mi cuerpo es carne envasada
en el vacío.­­­­­

 

EL ORGASMO
Los psicotrópicos anestesian mi deseo.
Yo me amaba a menudo
y mi sexo temblaba sagradamente.
Mi coño era feliz y desafiante
y ahora dormita en un limbo de espuma.
Y ya no es una flor carnívora,
hambrienta y hermosa.
Ahora es un cactus, una flor de plástico,
un bebé dormido y sin conciencia.
Y acabo arañando mi coño
como un suelo seco y con grietas
un suelo de piedras.
Drogada no puedo correrme:
mi saliva no moja y mis dedos
ahora  son espinas en mi entrepierna.
Mi coño ya no tiembla,
también mi sexo está drogado
Y ya no llora obscenamente
Porque yo ya no soy yo.
Y mi sexo es una jaula.

 

LA MUÑECA
Soy una muñeca hinchable.
Por mi boca, siempre abierta,
los curanderos de la seguridad social,
los terapeutas salvavidas,
lo socorristas de las piscinas,
lo jardineros y los electricistas
meten:
amitriptilina y medacepam
y mirtazapina y alprazolam y  paroxetina,
y una polla y un teléfono y una lámpara.

Y mi estómago me esconde los libros
y  las sartenes y la despensa y los platos.
Y los dientes.
Todo para ellos, qué solidaridad.

También esconden mi fe en la vida,
pequeña y privada,
la vida mínima: mi pequeña isla
soy yo.
Soy
inundada de pánico,
asustada,
como las muñecas hinchables
que tampoco pueden cerrar
los ojos.

 

NARCOLEPSIA
No es una desdicha:
es solamente un sueño autoinducido.
Está bueno este sueño,
me gusta el viaje
hasta que caigo donde sea.

Mi mente se ahoga
como en un limbo de morfina.
No siento. Mi cuerpo es de otra.

Al día siguiente, el bebé gigante
se despierta y encuentra marcas
del viaje al país de los niños muertos.
No hay drama, soy un pájaro comiendo
migas de pan en el suelo de la casa,
tan fuera de mí como un cliente.

Yo sé, sí, claro, que no puedo
drogarme tanto,
comer tan poco
y beber así.
Nada me exime de este trastorno.
Pero es un trastorno de juguete.

Si mi narcolepsia empieza temprano,
mis recuerdos terminan temprano.
Nunca sé cómo me voy
a la cama ni con quién.
Al día siguiente busco rastros
del cortocircuito.
A veces me asusto
pero cada vez menos,
es como jugar a los detectives.
Todos lo hemos hecho ¿no?

Pero sois jueces implacables,
vosotros y vuestros consejos.
Qué, sí, que estoy capacitada para vivir.
¡Qué pensabais, malditos perros viejos,
saboreando mi desdicha!
Esto mío es una mancha:
un poco de sangre,
la saliva de un beso,
un lunar.
O un tumor diminuto.

Y yo ya sé los resortes de la histeria
y sé vivir entre bisagras.
¡Dejad de darme consejos!
Yo no os los pedí. No es un escándalo.
Y sí, me estoy envenenando, y qué,
posiblemente muera más tarde
que vosotros.

Y, seguramente, de lo mismo.

 

MOMENTO CONCIENCIA PLENA
Corre la gota sin aluminio.
Hay que ser precisos:
la adicción no es peor
que la soledad entre tanta gente.

8 gotas.

Convulsiono, vomito y lloro.
Síndrome de abstinencia
o el final de una aguja de ansiedad.
Una liposucción de paz imposible.

Una gota más me abotarga
como un trozo de carne cruda,
un grumo de 24 horas.

Mientras, mis delirios tienen
distinta vehemencia cada día.

Y el sueño, el sueño, ese privilegio
para los recién llegados al mundo de la histeria
se esconde fuera de mí.

Soy un cordero viejo.
Mi mente huele mal
Nadie come ya de mí.

La semana que viene,
yo seré, nuevamente, otra:
7 gotas.

 

Daparox 33mg.ml gotas orales en solución
Caen las gotas transparentes
como los ojos de mi abuela,
lágrimas de veneno
en la boca de un bebé amamantado
con leche rota.
Cada gota es una piedra de seda
y una derrota propia.
Cada gota el apocalipsis, el suicidio
de un neurotransmisor ebrio e inútil.

Mi caldo de serotonina es amargo,
el lamento de una plañidera;
y esas gotas de salmuera hieren
mis heridas abiertas como flores carnívoras.

Ya no duelen porque estoy muerta.

Tengo las venas llenas de muerte
y mi cuerpo es estúpido y blando,
una madeja de lana fluorescente,
una nube de algodón venenoso y negro,
el final de un párpado
rendido y drogadicto.

Caen las gotas sobre el agua
como aceite para morir.
Caen las gotas sobre el aceite
como el agua para seguir viviendo.

 

HORMIGA
Ya sé, querida, entre tus cápsulas
podríamos nadar  a mariposa.
Yo sabría merodear sin escándalo:
me las he escondido tantas veces
sabiendo dónde están.
Esos suicidios de juguete
qué paz amor, qué paz.
Tu vida va dando vueltas
pero tú debes dormir y olvidar,
cenicienta de dos casas,
la única niña que no se remangaba  la falda
en el colegio,
la niña buena, la hija perfecta.

Ahora escuchas ruidos de noche
y  la pastilla  es la mejor hostia,
la que calienta tu lengua
y te quema la garganta.
Pero traga, querida, verás qué bien.
Yo te peinaré mientras te mueres
esta noche.
Mientras la estufa te habla
o te mira con ojos de rata,
mientras los libros del abuelo
se vuelven y te miran estrábicos.

Cariño, duerme, ya pasó,
mañana te pondré una cocacola
en el desayuno
mientras le grito a tus piernas
que su  detengan su convulsión.
Querida, ya duermes
y  todas las persianas te persiguen
con ojitos pequeños
mientras el pasado te atraca:
«fui más joven y más hermosa.
Fui perfecta: ¿quién soy ahora?»
Has ingresado en el mundo
de los ruidos de venenos…
Bienvenida, pequeñita mía,
ahora duerme.
Mañana no serás

 

 

BREVE NOTA BIOBIBLIOGRÁFICA
Eva Vaz (Huelva, 1972) es licenciada en Filosofía y gestora cultural. Ha publicado los libros de poemas Ahora que los monos se comen a las palomas (2001), La otra mujer (2003), Leña (2004), Metástasis (2006), Ruido de venenos (2013) y Trabajo sucio (2016). Su obra aparece en diversas antologías, como Carne picada, Poetas del extremo, La verdadera historia de los hombres, Hankover, 21 de últimas, Femigrama, Poemas a toda plana y 23 pandoras, entre otras. Es columnista en diversos medios.
En 2010 publicó una antología de toda su obra poética, con el título de Fragil, en la editorial Baile del Sol.