Originaria de Madrid, España, especialista en copla y fado, es licenciada en Filología Hispánica, gestora cultural y ha realizado estudios de doctorado en la Universidad Nehru de Nueva Delhi. Entre sus premios por su poesía destacan el Internacional Miguel Hernández y el Accésit del Adonáis, entre otros. Una muestra de su obra poética.
Verónica Aranda (Madrid, 1982).
SELVA
I
No ponía palabras al dolor.
Vivía en la irrealidad, en los jardines
donde crecían árboles de júpiter.
Era bajo las parras
pura escisión, letargo de los nombres,
brecha en la inconsistencia del panal.
Cantaba a media voz
sin asomarme al cráter.
Vislumbraba el sulfuro y el mineral ardiente.
Aún no habías llegado y la locura
era papiroflexia,
un barco de papel que caía despacio
a una jofaina llena de agua helada.
II
La herida-ardor, muy próxima a la soga.
La herida que se encorva en los viajes a pie.
La herida-molinillo de colores.
Selva adentro la herida es innombrable
como el sol fronterizo
o los dedos que miden
los ángulos de un cuerpo.
Una enagua es preludio de absolutos,
vocablos inconexos que rechazan la luz.
V
En la alta madrugada
tus pezones oscuros.
El deseo abisal y sus ajorcas
bajo una luz de templos
con cúpulas azules.
Nada más que la piel
en un ardor de abril y tamarindos.
Nada más que la piel,
su liturgia de helechos.
IX
Selva: explosión de luz,
ardillas grises en los merenderos.
En el acontecer desordenado
de los días de Delhi
conocí a una mujer que tocaba el harmonium
y componía canciones del nordeste.
Su voz sonaba a lluvia
cayendo sobre árboles de nim.
Cruzaba, ausente, los mercados.
En las tardes de abril
traspasaba descalza el umbral de su casa.
XVIII
Estaba oscuro el bosque, sus termitas,
y los restos de lluvia
cayendo de guayabas. Se hizo noche,
y unos hombres hablaban de serpientes
muy cerca de la cima del volcán.
¿Quién conoce sus límites?
En la alta madrugada se oyen pasos de puma.
El insomnio nos deja su extensión de lianas,
la picadura de escorpiones negros.
© Verónica Aranda
De Épica de raíles, Devenir, Madrid, 2016
Verónica Aranda (Madrid, 1982). Es licenciada en Filología Hispánica, gestora cultural y ha realizado estudios de doctorado en la Universidad Nehru de Nueva Delhi. Ha recibido los premios de poesía Joaquín Benito de Lucas, Antonio Carvajal de Poesía Joven, Arte Joven de la Comunidad de Madrid, Antonio Oliver Belmás, Premio Internacional Miguel Hernández, y el Accésit del Adonáis, entre otros.
Ha publicado los poemarios: Poeta en India (Melibea, 2005), Tatuaje (Hiperión, 2005), Alfama (Centro de poesía José Hierro, 2009), Postal de olvido (El Gaviero, 2010), Cortes de luz (Rialp, 2010), Senda de sauces. 99 haikus (Amargord, 2011), Café Hafa (El sastre de Apollinaire, 2015), Lluvias Continuas. Ciento un haikus (Polibea, 2014), Otoño en Tánger (Trabalis-Aguadulce, Puerto Rico, 2016) y Épica de raíles (Devenir, 2016). Ha traducido al castellano al poeta nepalí Yuyutsu RD Sharma, Poemas de los Himalayas, Claros de António Ramos Rosa (Polibea, 2016), Una casa con palabras dentro de Maria do Rosário Pedreira (Huerga y Fierro, 2017) y En la pata del caballo hay siete abismos de Clarissa Macedo (Polibea, 2017).
Ha participado en Festivales de poesía en España, Marruecos, Francia y en varios países de Latinoamérica. Dirige la colección de poesía latinoamericana actual «Toda la noche se oyeron» de la editorial Polibea. Mantiene el blog: Poesía Nómada.
En la actualidad prepara su tesis doctoral sobre la representación de la mujer en la copla y en el fado.