¿Qué sigue después del terremoto?
José Ángel Leyva
Hace ya más de un mes que los movimientos telúricos azotaron territorio mexicano; entre el dolor y el desconcierto de miles, quizás millones, se volcaron en acciones de solidaridad y entrega desinteresada a sus hermanos, víctimas de la desgracia y el poder de la naturaleza.
Hoy vemos cómo pueblos y ciudades como Juchitán, Jojutla, Xochimilco son focos de destrucción, más allá de la inocultable devastación en la Ciudad de México y las grietas en el patrimonio arquitectónico e histórico de Puebla y Cuernavaca. Hay mucho por hacer, reconstruir, imaginar, erigir. A poco más de un mes retomamos la voz y la imagen para hacer conciencia no sólo de las consecuencias naturales, sino para intentar comprender lo que como sociedad no hemos hecho bien, lo que se avecina, no en un país, en esa gran casa que se llama Tierra, ante una carrera armamentista sin precedentes, un consumismo sin límite y sin razón, el avance predador de las trasnacionales, y también las nacionales, sobre los recursos naturales, la indolencia ciudadana ante su propia responsabilidad histórica. Estos gestos humanos en México son un síntoma de esperanza, pero también de alarma ante esa otra gran proporción de mexicanos que no pierden la oportunidad de pasar por encima de los otros, para borrar al otro de su camino, que es el camino de la destrucción y el miedo. Agradezco mucho a los colaboradores de este número que aportan su propia vivencia y sus palabras para hacer dicho reconocimiento de los hechos y pensar en el mañana.
Aquí replico, además, una entrevista que me hizo la periodista Sofía Castillón para la revista Literariedad
Tiembla el corazón de las palabras
Y también agrego el enlace general de dicha publicación hermana para recorrer los otros textos dedicados a dicho terremoto en México.