Carolina Pihelgas. Estonia, 1986. Poemas de esta poeta a quien el francoluxemburgués, italoextranjero, latinoameritaliano, Jean Portante, nos presenta con sus poemas traídos del estonio al español.
Jean Portante: En el ojo de la ballena
Poemas de Carolina Pihelgas, Estonia
Carolina Pihelgas, nació en 1986, es una poeta, traductora y editora Estonia. Ha publicado cinco libros de poesía, el mas reciente es Pimeduse pisiasjad (Detalles de lo oscuro), que aparecióen el 2017 y del cual provienen los poemas que aquí presentamos. Sus poemas han sido traducidos al alemán, al español, al finlandés, al húngaro y al udmurto. Ha traducido por su parte varios poemarios, entre otros de Constantino Cavafi, de Pablo Neruda, de Tor Ulven y de Nikola Madzirov. Pihelgas es editora en jefe de la revista literaria Värske Rõhk, y editora de la revista online Ninniku, dedicada a la traducción poética. En el 2012 recibió el premio de poesía Gustav Suits. Vive en Tartu, Estonia.
Traducción del estonio por Consuelo Rubio, con Jean Portante y la autora
A ORILLAS DEL EMAJÕGI
El pequeño Sísifo recoge
piedras del suelo y juega con ellas.
Calles, casas, autos.
Una luz suave y menuda en su pelo,
ráfagas de brisa. Las piedras más pequeñas
se pueden poner encima de las grandes,
así sale una torre. Luego lo arroja
todo por tierra y se ríe.
Los otros niños no quieren
jugar con él. Algunas niñas sí.
La que tiene el pelo largo.
Sísifo encuentra una piedra
especialmente linda, es de un rosa suave
con rayas claras. Esa la deja
aparte, se la mete en el bolsillo, no la enseña
a nadie. Los dos van a crecer
y hacerse grandes juntos.
DESCENDIERON
Nubes bajas descendieron de noche hasta la chimenea y el tejado, bajaron a la superficie de la tierra, para enrollar tus raíces resecas en su fresca blandura. Las ramas rascaban las ventanas como mensajeros de los muertos, a quienes has vuelto la espalda.
La mañana se despierta en tinieblas. Con dolor te adentras en el museo vacío del nuevo día. Todo quiere aparecer de nuevo lentamente en la pantalla de tu cuerpo: los contornos tenues de las cosas, el olor húmedo de la cocina sin caldear, los primeros rumores. Tú los dejas llegar, y con ello concedes a los días tu distancia.
A CIEGAS
Tal vez yo quisiera desgarrarme como la luna llena de sí
en el cielo de papel. Quisiera que fluyeras en mí
como se fluye en una vajilla sin fondo, que llenases todas las grietas
y escondites. Las redes se desenrollan, se hunden
en ti sin ruido —embajadoras de una dicha helada, un dedo
sobre los labios. Raíces de oscuridad en el carozo del poema, el carozo
del hombre y la noche en la orilla de ese lejano abismo natal te guían
por el camino un anciano sordomudo y su fétido aliento. Síguelos
con paso seguro, a ciegas como un farol sin prender,
con la debilidad del primer ser viviente.
SIN LÍMITES
Briznas de hierba en el dorso de la mano, sin límites el cielo,
parece hondo, como en la infancia. Una bandera triste
frente a la casa, ella quisiera que el viento la hiciese reír,
desenrollase sus pliegues y dobleces, alisase las arrugas.
En el camino de vuelta: los contornos del bosque no ocultan
el amor a lo radiante, el tiempo regresa a los umbrales
de los recuerdos, como esas bóvedas de sol que brillan en
el rocío. Nada está perdido. En lo alto de un poste un nido
de cigüeña, en la zanja de la senda el viento ondea por ciudades
de correhuela. El atardecer recorre las riberas aterciopeladas
como si fueran pómulos suaves.
HOJA DE GUADAÑA
No se de quién heredé
los ojos – de estrellas ceceosas
o de la hoja de la guadaña. Soy sencilla
como un tallo mojado en el viento, vacía como
una concha que se acuerda de su vida anterior.
Carga de telaraña contra el cuerpo, este grueso
hilo ligero, ancho umbral de los días.
Mi silencio es el silencio de la calle de mi casa
en la noche – igual al de la farola borrosa
que un niño llama obstinadamente luna.
Poemas del libro Pimeduse pisiasjad (Detalles de lo oscuro), 2017