La reconocida poeta mexicana, Elsa Cross, narra sobre su primer encuentro con Marco Antonio Campos y nos comparte el poema dedicado al escritor.
Marco Antonio Campos: florentinos reptan perfiles
Elsa Cross
El primer encuentro con Marco Antonio Campos que recuerdo más vívidamente, fue en una cantina —o restaurante— de Cholula, durante una pausa o una escapada colectiva en un encuentro de escritoras que él había organizado en la ciudad de Puebla, hace casi de treinta y cinco años.
Nos conocíamos muy poco, y todavía no sé bien por qué cada uno sabía que el otro tenía una predilección especial por los poetas provenzales y toscanos, y por la Florencia de los Medici. Quizá a través de lecturas mutuas sobre el tema; pero fue un punto de confluencia que dio lugar a una plática entusiasmada, al menos de mi parte, pues con muy poca gente en aquella época podía compartir estos gustos.
Por lo pronto, Marco Antonio bien podía haber sido uno de los personajes de los largos cortejos de Benozzo Gozzoli o de Gentile da Fabriano. Era un joven delgado y parecía florentino por su aspecto, su perfil, su cabello, y también por su temperamento – impulsivo, introvertido y vivaz.
No creo que entonces hubiera yo bebido vino, pues no lo hacía en esa época; pero de algún modo brindamos por esa afinidad, e hicimos un cadáver exquisito que he conservado y algún día saldrá de un cuaderno; tengo idea que partía de un verso de Cavalcanti.
A lo largo de los muchos años que han transcurrido desde entonces, he visto que la pasión de Marco Antonio por la poesía y el arte, por la belleza, bajo sus muchos rostros, no ha hecho sino aumentar, y esto se ha traducido no sólo en una vasta obra personal, que cubre muchos géneros, sino en la enorme generosidad con la que ha impulsado la obra de otros escritores, a través de publicaciones, de encuentros de poetas, de concursos y premios literarios, de intercambios con poetas de otros países. Este año, por cierto, se cumplen también 20 años de que fundó el Encuentro de Poetas del Mundo Latino, y eso merecerá una celebración. Y algo hay también en esto de aquellos grandes florentinos que alentaron las artes infatigablemente.
En recuerdo de aquella conversación, hace algún tiempo que dediqué a Marco Antonio este poema, que le mando nuevamente, con un abrazo.
Giuliano de´ Medici pintado por Boticelli
para Marco Antonio Campos
Posada sobre una rama seca
esa tórtola habla
de la muerte de Amor.
Y la mirada entreabierta de Giuliano
es la imagen de su propia muerte:
los ojos viendo en su sesgo
la última vida de las cosas;
mirada puesta ya en otra parte–
la tórtola se confunde con su manga
o se refugia en ella.
Ya se cierran sus ojos,
y al filo de la luz
palpitan los cabellos de Simonetta
en la sombra vernal.
Poesía en voz alta. Marco Antonio Campos