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Mariella Nigro. De voces imaginadas o amables imposturas

mariella-nigroLa poeta Mariella Nigro, originaria de Montevideo, nos propone su lectura de Antología invisible de su compatriota, escritor Rafael Courtoisie. El libro fue otorgado el XXVIII Accésit Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma.

 

 

De voces imaginadas o amables imposturas
Mariella Nigro

«No soy yo. / No eres tú. / No es nadie.»
Rafael Courtoisie
(Canción del espejo, de Música para sordos)

        La extensa obra literaria de Rafael Courtoisie es unívoca, unitaria, autosuficiente, en su forma y en su fondo, en su estilo y en las materias de su poesía y su relato, donde resplandecen razón y sueño bajo la luz de la indagación del lenguaje y del derrotero filosófico.
        Antología invisible constituye un nuevo corpus escritural del autor que rompe con ese principio de identidad, al fundar un nuevo territorio semántico en el que textos inventados, adjudicados a personajes reales (Lao Tse, Sylvia Plath, Paul Celan, Emily Dickinson, entre muchos) y también a personajes imaginarios (así, Wen Li Fu, Clarke Woody, Judy Higgins James y más), emergen, errantes, desde el fondo de la historia, o advienen desde la «fría luz» del futuro imaginado… Me recuerdan aquellos versos del poeta Enrique Fierro: «Textos que vuelan irreales / textos que vuelan y reales».
        Como Fernando Pessoa, célebre cultivador de la heteronimia, que en su poema Autopsicografía dice del poeta que «Finge tan completamente / Que hasta finge que es dolor /  El dolor que en verdad siente», Rafael Courtoisie es «un fingidor». Con el uso del humor, la paradoja y el erotismo, instrumentos habituales en su escritura, este autor acá cultiva una heteroglosia que nace de su voz y en la que refractan otras voces, presentando así un desdoblamiento del yo en base a una fingida heteronimia, diríase a una benévola, amorosa impostura. Con apócrifos, anacronismos y citas inventadas, en esta ventriloquia literaria de Courtoisie, las voces del Otro, como en Rimbaud o Enrique Vila-Matas, son deposiciones del propio ser, voces traslapadas que elevan a la categoría de verdad, o al menos de verosimilitud, aun en el artificio, la visión del mundo de otros, y hacen que el lector necesariamente «suspenda su incredulidad» (en la expresión de Coleridge).
        Equivocidad, ambigüedad, incertidumbre, errancia, son «la clave, el tono», «el tormento / de la duda» –otra vez Fierro- por los que transita Courtoisie para encontrarse a sí mismo –en puridad, a su ser escritural-, con el empeño de travestir la voz –travestimiento en el sentido de práctica hipertextual, variaciones de sí mismo, paráfrasis del propio poeta. Y de travestir el espacio y el tiempo con el larvatus prodeo cartesiano, el avanzar enmascarado que acá, lejos de ocultar su pensamiento, lo encamina a su revelación.
        Así hay, entre otros, poemas y fragmentos adjudicados a Paul Celan (Un asesinato), Ludwig Wittgenstein (De lo que no se puede hablar, es mejor callar), Bob Dylan (Fragmentos de una canción sin terminar), Rubén Darío (Inédito escrito por una médium en el centenario de su muerte), Leonard Cohen (Poema encontrado en la carpeta titulada «Flores para Hitler II. Poemas inéditos. No publicar…»), Franz Kafka (Samsa boca arriba), Juan Rulfo (La noche de Sara Luna, un manuscrito rescatado del fuego), Antonio Porchia (unos poemas «guardados –por el autor- junto a un autógrafo de Zurita, uno de Marosa y otros…»), o un «fragmento inédito» de Jean Paul Sartre titulado Houellebecq desencarnado, referido a un escritor cuyo primer libro en realidad apareció mucho después de la muerte de Sartre, lo que acentúa la fantasmagoría.
        Ese travestimiento textual (en Parranda (2014) el poeta confesaba que «la mujer de mi voz vive en la sombra»), llega a textos adjudicados a mujeres, como la poeta, académica y activista guatemalteca Alaíde Foppa, o la brasileña Clarice Lispector y el «fragmento con que inicia la novela inédita Água branca», datada en Río de Janeiro en 2083, u otros textos, pretendidamente  manuscritos o tipografiados, en la voz de Sylvia Plath, Alfonsina Storni, Emily Dickinson o Virginia Woolf. O aun unos «originales escritos en arcilla con ideogramas arcaicos» de la ideada Princesa Li Dao Po.
        Obra politonal, con la voz de otros y otras, en ocasiones hace resplandecer su estilo y sus tópicos de «soñador de la materia», su palabra justa sobre los procesos de la materia y sobre su fuerza inmaterial: «Cuando no hay fruta en el árbol se toma / la palabra «durazno» y se la pela, se le quita / el vello transparente, se parte / a la mitad y se extrae el carozo metafísico / la semilla de cierta oscuridad / su piedra de pecado original»: Mermelada de duraznos ausentes, de Anne Rosennglad (Maine, 1897). Y así mezcla la voz de la imaginada Rosennglad con la del Courtoisie de Estado sólido (1996), de Música para sordos(2002) o de Poesía y caracol (2004), unos libros en los que los elementos, las cosas y los seres son interpelados en su sustancia por el poeta, para dejarles a trasluz el propio hueso, su génesis y su huella. Entonces, aun advirtiendo en los textos de esta Antología invisible trazas de los estilos y los tópicos de los personajes que son convocadoscon una clara intención de homenaje, las materias y las formas así como la contundencia del registro vehemente del autor, y aun los cruces poéticos y narrativos propios de su escritura, no llegan a doblegarse en este juego fantasmático de voces.
        Pero la hibridación, la boutade y la falsa identidad se llevan al límite al incluirse un inédito del autor (La petite mort, «escrito a mano encontrado entre los escombros de su choza» en Montevideo, en 2016), también un Apócrifo de Rafael Courtoisie – East  rain, de Edward Hopper, y unos poemas que son una especie de secuela de uno de sus últimos libros, El libro de la desobediencia (2017).
        En el Apócrifo de Rafael Courtoisie, la impostura se refuerza: el texto no es de Courtoisie sino de un curador de arte, Tom Hannesman, que no existe, y es sobre una obra que tampoco existe: en el óleo «East rain» está representado quien mira y escribe, esto es, Rafael Courtoisie que es Tom Hannesman que es finalmente Rafael Courtoisie dentro de un paisaje invernal, en unamise en abyme.
        También por ese camino de desdoblamiento y equivocidad, el poeta da voz al Gran Maestro de Aikido, el japonés Morihei Ueshiba, a quien brinda homenaje por las enseñanzas de una disciplina que el autor practicó durante mucho tiempo: «…el universo / nace cada día en mí», dice en A la orilla del río. También desde ese oriente, Lao Tse –Leído en una hoja de bambú- es «pura voluntad de ser», porque «Cada día que pasa vuelvo a mí / vengo de mí, de los seres / que pueblan el mundo…». Con similar armoníazen, Courtoisie hace que Zun Lien Lee le cante al ying y al yang. Y da a conocer los poemas delLibro de las miradas del agua de la Princesa Li Dao Po,inspirados en el «amor y desamor al mismo tiempo» de los «más de cinco mil amantes» que supo tener; todo ello en un entramado de intrigas de corte que recuerda las del Palacio del Emperador Hijo del Cielo de El libro de la desobediencia, y que aquí han sido plasmadas en poemas que fueron guardados secretamente hasta ser traducidos por el antólogo, de una versión francesa, en el año 2099…
        El discurso del autor en varios niveles narrativos exhibe el propio hecho de la creación literaria (también lo hizo en Caras extrañas (2001) con sus digresiones y referencias anacrónicas), con variados paratextos en los que se asientan imaginarias referencias y explicaciones, dejando en evidencia de esa forma al escritor fantasma asomando al abismo que abre la posmoderna metaficción. Sin la univocidad del ser literario y asumiendo la equivocidad de su doble, reconociendo, como le revelara el Traductor del poeta Okoshi en El libro de la desobediencia, que hay «poesía blanca y poesía negra», entonces, toda la literatura es finalmente un juego de espejos para las sombras de las identidades.
        Por eso, Czeslaw Milosz profesa desde el epígrafe que abre el libro: «El propósito de la poesía es recordarnos qué difícil es seguir siendo una sola persona, ya que está abierta nuestra casa, no tiene llaves, y huéspedes invisibles entran y salen a su antojo.»
Huéspedes invisibles,fantasmas que cantan y enmudecen -como en el Inédito de Bob Dylan, Thecrownedghost-dejan aquí sus palabras y sus silencios «soplando en el viento».