Ofrecemos una selección de poemas del libro Obra poética Poemas y prosas del destacado poeta colombiano Óscar Delgado, uno de los fundadores del movimiento literario Piedra y Cielo, cuya poesía permaneció olvidada por casi cuatro decenios y fue descubierta de nuevo en 1982.
Óscar Delgado (1910-1937) es el autor de una veintena de poemas y prosas publicados en la prensa colombiana en la década de 1930, que lo sitúan como una de las mejores voces de la poesía de su tiempo. Por no haberse recogido en volumen, la obra de Delgado fue relegada al olvido hasta 1982, cuando el entonces Instituto Colombiano de Cultura publicó una muestra de su trabajo poético y periodístico bajo el nombre de Campanas encendidas. Desde ese momento el poeta costeño ha ido recobrando el lugar que merece en la poesía colombiana, y su protagonismo en el movimiento literario vanguardista de Piedra y Cielo.
Luís Elías Calderón
Poemas y prosas
Óscar Delgado
Canción morena
En el olor desnudo de la luna morena
vibran los cocoteros, ágiles de tambores
y de candelas vírgenes que pigmentan el viento
cautivo en los retoños fluviales de mi flauta.
Ya la luna morena viene por la corriente
gruesa de nuestro río como una fruta joven
que picaron los pájaros nuevos de las estrellas
y nutrirán los jugos calientes de tu risa.
Derretida en los dedos fluviales de mi flauta
la noche se retuerce sobre tu cuerpo duro.
Tú muerdes el perfume de la luna morena…
Y yo exprimo tu cuerpo como un gajo de lunas.
Paz
Va por la senda tenue del silencio la sombra
musical de tus pasos. Pretéritas corolas
en una red de pálidas fragancias aprisionan
el fantasma del eco de las difuntas horas.
Tus manos convalecen de añoranzas propicias,
tu voz entra en la bruma de otoñales sordinas
y tus cabellos plúmbeos, enhebrados de enigmas,
se atedian bajo el éxodo de las hojas antiguas.
Radia en la geometría galante de tus joyas
la lenta arquitectura de las nubes absortas.
Y para el rito flébil de tus últimas glorias
en el viento de oro del crepúsculo vibra
tu nombre como una luz sagrada encendida
sobre el aceite lírico de la tarde infinita.
Invitación a la Costa
Iremos a extender el collar de soles de las danzas rojas
dentro del arco rotundo de una estación ágil
que tiñen luces polifónicas de mar.
El sonido mulato de los tambores ebrios
correrá por tu piel como agua de lujuria: y tu cuerpo
veré quebrarse como los acordeones cuando sufren
la morosa nostalgia de los sones cálidos.
Vientos brillantes hundirán en tus cabellos
un salado ritmo de olas.
Colgaremos horizontes flexibles de alcatraces
para mecer el color viajero de nuestros ojos.
Multiplicado en frutales imágenes de olores alegres,
el mediodía sembrará sueños frondosos.
Trenza de noches atará tus senos.
Y candelas insólitas tostarán la sombra
que abrigue nuestro grito enorme, clavado en la tierra marina,
hipnotizada por el agudo zodíaco de las estrellas violentas.
Breves canciones de antes
I
Yo vi crecer tu nombre
como una flor de ausencia y de silencio
bajo la madrugada de tus ojos.
(Yo vi crecer tu nombre…)
Los espejos nocturnos del silencio
cantan su líquida caligrafía,
y el hilo trágico de la distancia
va enhebrando sus gotas,
lloradas al amparo
de un recuerdo solar donde diciembre
abre sus abanicos
de pájaros
azules.
Yo vi crecer tu nombre
como una flor de ausencia y de silencio
bajo la madrugada de tus ojos.
II
Abramos la ventana de tu ausencia.
Y la brisa miriágona de un sueño
se plegará a la forma
celeste de los días
que me vieron sorber en tus cabellos
el perfume del sol.
Abramos la ventana de tu ausencia.
Y hacia la lontananza de tu nombre
como un ritmo de nubes
partirán
los pájaros alegres de la infancia
tras el acorde azul de tus pupilas.
Canción lenta
Ventana de tu voz sobre la ausencia
de la tarde en tus manos y en las hojas claras.
Abrir sobre tu ausencia la ventana del sueño
y escuchar la forma final de los perfumes
que medían el ritmo líquido de la estrella.
La tarde iba en tus manos y en las hojas claras.
La tarde lenta y fácil
sonaba en el paisaje de tu voz
como una campana de la infancia.
Jardín
Sobre la noche ondulante
inclina el viento de la luna
su canción de hojas.
El brillo de los perfumes alarga
la memoria vegetal
de la sombra.
Sobre la noche ondulante
de las hojas
el agua flautista
extravía en el tiempo de la luna
su música indescifrable.
Vieja canción
Los jazmines encienden su perfume de luna
y apagan las guitarras.
Fin
de la honda canción de alguna noche.
La lenta sombra de las hojas mide
las distancias del tiempo y de la música.
Mujer,
vieja canción de alguna noche:
apaga la memoria lunar de los jazmines
y enciende las guitarras.
Esquema de diciembre
Ante los espejos del alba
la aldea
gris
se perfuma
con el agua de oro
de las campanas.
Pulveriza
vidrios
de frío el sol nuevo.
Va
la neblina
teñida en cantos de pájaros.
El río
falsifica
estatuas de nubes.
De extremo a extremo
de la mañana
el trópico
cuelga
sus hamacas de colores.