Sobre los credos del escritor brasileño Rubem Fonseca y su formación como el gran exponente del género de la novela negra reflexiona Jussara Teixeira.
Rubem Fonseca de la vida a la pluma
Jussara Teixeira
Para escribir es necesario estar loco, alfabetizado y motivado, es necesario ser creativo, imaginativo, inventivo, es necesario zanjar, imprimir y desdoblar las huellas de los pasos por la vida reinventado sentidos, para llegar a una narrativa que urde llamas, tramas, dramas de las pasiones de los seres y de sus búsquedas por encontrar algo de su deseo. Requisitos ampliamente despegados en la habla y en las palabras de Rubem Fonseca, nacido en Minas Gerais, Brasil, en 1925, que encontramos en la escucha y en la lectura atenta en sus desbordes narrativos. Fonseca, hombre de acción y de letras, novelista, cuentista, crítico cinematográfico, desarrolla una verticalidad moral y con un sentido fino del humor, frente a la descomposición de los sujetos en las grandes diferencias sociales. Navega a través de las reglas de la novela clásica hacia la novela del enigma, la novela negra, transformándose en el gran exponente del género. Gran competidor de Jorge Amado y en plena dictadura militar resurge después de la muerte de su contrincante con una literatura incendiaria con una dureza extrema.
En sus cuentos Fonseca desarrolla, a través del recurso de la palabra, rescatando sus normas para transgredirlas, el desvelamiento de los misterios de lo extraordinario de la vida cotidiana, sus búsquedas de sentido, sus absurdos en sus signos usuales y terribles en los sujetos. Ello privilegiando el rescate de la pluralidad de las versiones y formas de encarar la vida y sacar de ella algún placer, goce, llama Lacan, una de las facetas ineludibles del ser.
Develar, revelar, rescatar la vida de la oscuridad, de la intimidad, abriendo la posibilidad de vernos más allá de la rutina que nos lleva a la incapacidad de preguntarnos, por su carácter fantásticamente absurdo. En una llamada a verlo, vernos y tratar de descifrarnos. Ello, Rubén lo hace a partir de retomar estéticamente a experiencia de su vida, incluyendo y sobre todo cuando fue abogado y policía, donde los misterios estaba en su retina del sujeto atento en el día a día, a través de palabras de narrativas. Magnifico escritor y sujeto del momento, narrador de largo aliento, cuentista del alma, defendió como policía y abogado a los pobres. Desarrolla la provocación en el espectador aunando la ineludible responsabilidad por sus lecturas, palabras y actos. Deja como tarea, completar la experiencia para ser tomada en el tiempo, para reflexionar y nunca quedarse con lo pactado, sino estar atento a buscar una nueva armonía en el contraste del mundo exterior en la nueva estética asignada al hecho.
Atento a nunca caer en la tentación de la visualización del mundo desde la perspectiva binaria de blanco y negro, bueno y malo, de las leyes simplificadoras de causa y efecto, cada pensamiento, palabra, observa sin un juicio definitorio de lo relatado para vislumbrar con empatía que cada acción puede contener una torrente de reacciones, fruto de la combinación de factores de lo diverso para traducir lo vivido, así escuchar, sentir, absorber, reflexionar, generando emociones con el recurso de la palabra en búsqueda de sentido. Transformándose en uno de los primeros u grande exponentes de la novela negra.
En su retrato de lo cotidiano urbano de Rio de Janeiro, entrega al espectador, lector, creador una polisemia llena de lagunas para ser completadas. Su objetividad cruel se diluye como naturalista de la imagen no visible de los centros urbanos actuales, en sus formas complejas y sus posiciones humanas, en sus los lazos psicológicos y sus justificativas imaginarias en donde se va desplegando la ruptura con los códigos sociales establecidos en la sordina del anonimato, como testimonio social de una época que prometió y sigue su curso en formas de vida frente al miedo y a la impotencia. Por ello los acontecimientos apenas nombra lugares, porque son representantes de la violencia actual y actuante en el mundo contemporáneo. La sequedad de sus palabras, su humor profundo y negro confiere a la narrativa la capacidad de atraer a juegos ensayísticos diversos. La escucha los personajes, de los desenlaces inesperadamente sombríos, la clave, combinando ingenio para dar lugar a las palabras de los otros, por ello, plantea, toda gran visión de la realidad es producto de la imaginación en soledad.
Escritor tardío, el primer de sus libros «Los prisioneros» fue escrito a los 38 años ya planteaba una la visión astuta y pesimista de la realidad. Casi todos sus libros publicados en español por la editorial Cal y Arena con muchas reimpresiones posiciona sus escritos como éxito desde punto de vista estético y documental constante.