Les presentamos un ciclo de poemas en prosa de la poeta y académica mexicana Eva Castañeda.
Te diré que hice una ficción de todo esto
Eva Castañeda
Yo no sabía qué era reverberar. Me sonaba a un panal de abejas, al zumbido de esos animales grandes que te vuelan cerca de los ojos y te espantan. Luego me enteré que era brillar mucho entre dos, que era tenerte enfrente y devolverte algo de lo que tu cuerpo reflejaba en mí.
Por eso creí que esto podía ser una historia de amor.
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Retomando el hilo, fuimos nosostros los que le dimos continuidad a esta historia, y te diré que hice una ficción de todo esto. Encontré lo que me quitaron. Dejé mi nombre como última palabra.
Yo era como tú o podía ser tú; así de hermosa o el más fuerte.
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Me empeñé por sobrevivir, pero tú también. La idea de que todos somos parte del daño estructural, no. La persistencia de que debemos dejar de ser el daño estructural, sí. Jueguemos entonces a construir un cuerpo no rigído, no tensado. Desafíame a creerte todo: que un error no se reitera, que si un día una herida ya no me acuerdo, ya no me duele, pero ah, cómo sangró.
Así, engarza tu voz a estas palabras.
Es verdad que algo te están dicendo,
escucha:
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Yo era un satélite. Satélite mujer. Satélite hombre. Te acompañaba: si tú dabas vuelta, yo también. Si te perdias, yo también. Tu órbita, es decir tu trayectoria, fue la mía. Te seguí, porque era una satélite, qué otra cosa podía hacer. Me gustaba decir que era un cuerpo orbitante. Yo orbitaba. Me necesitabas como yo a ti. Piensa en ello: me necesitabas como yo a ti. Piensa en ello.
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Pasa que esta historia no es sólo mía, porque aquí, donde estás ahora, si miras de reojo verás que alguien igual que yo está buscando. Alguien igual que tú le da vueltas y vueltas al mismo cuento. Había una vez una mujer y un hombre que más tarde fueron muchos. Te concentrarás en aquellas partes que no comprendes. Es la historia de la trama rota. Yo he mirado tanto los pedazos y ni así embonan.
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No usar el cuerpo, ni la defensa o la batalla. Abandonar el lenguaje como posibilidad de construcción crítica.
Aquí empieza una metáfora: empezaré por acordarme de todo.
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No tengo palabras. Entonces no hables de más, mejor acuérdate del día en que descubrimos algo parecido a una promesa.
¿Cómo se le dice? Juramento es una palabra larga que se cansa en la lengua.
Tú y yo nos juramos todo y para siempre.
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Digamos que tenían razón, que fue así como nos lo contaron, que tanta sumsión no era un castigo. Digamos que el amor sin descanso ni piedad nos arrasó. Digamos que fue así:que él, ella, ustedes y luego nosotros atravesamos algo que no era un lugar.Digamos que hice a un lado todo el ruido y muchas voces me llamaron, pero ninguna era la tuya.
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La evidencia que les entregué fueron mis palabras, se las puse todas.
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Pero no, el amor son las cosas que pasan en la horrible ciudad que siguen construyendo y esa manía de vender flores en cada esquina, carísimas. Nunca me alcanzó para llevarte ni un ramillete de hierba adornada con listones. Mi amor fue la intención de hacerlo, aunque tú nunca lo supiste. Luego esa canasta de frutos rojos: zarzamoras, fresas, arándanos, cerezas, madroños y moras; las veías como si fueran algo importante, como si en cada una de ellas brillara la verdad.
Mi amor estuvo en ti todas las veces que miraste lo trivial.
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Venimos de hacernos fuertes. Llegamos hasta aquí,
y nos ha costado mucho.
Llegamos hasta aquí porque nos aprendimos
de memoria estas palabras:
Podemos perder ese miedo ancestral y dar
un solo paso a la orilla del camino y sentarnos
tranquilamente a ver pasar el sol por nuestros ojos.
Podemos tú y yo,
habrá que repetirlo.