Julia Santibáñez, originaria de México, nos ofrece una selección de sus poemas.
Soneto del juguetimiento
Julia Santibáñez
«Los sonetos de Julia Santibáñez de la plaquette Sonetos y son quince son elegantes, son profundos, y son a la vez modernos y fieles a la tradición. Tienen esa sinuosidad discursiva, lógica, del soneto tradicional sumada a una inquietante apertura al infinito, al mundo sin dios, de la sensibilidad contemporánea, que Petrarca jamás habría concebido".
Pablo Maurette, argentino, doctor en Literatura Comparada, Universidad de Chicago
«El poeta es un soñador de palabras decía Gaston Bachelard. En esa aspiración, Julia Santibáñez es osada y curiosa, irredenta y paciente en su vocación lúdica de construir una lengua al deseo, lengua de lamer todos los recovecos del universo, lengua de hacer músicas, balbuceos, callamientos».
Ernesto Lumbreras, escritor y crítico mexicano»Confabulario», El Universal, enero 2018
«En Eros una vez, Julia Santibáñez amplía lo que ya se había leído en Rabia de vida (2015) y Ser azar (2016), en donde el hallazgo verbal súbito, el anhelo de torcer el lenguaje en una dirección saludable y la capacidad de bromear con inteligencia ahora se unen con las posibilidades del cuerpo en función del otro, que somos nosotros. Eros una vez es el poemario que no desdeñarían ni Paz ni Becerra ni Pacheco».
Luis Bugarini, escritor y crítico mexicano, «Asidero», Nexos, octubre 2017
Fábula
El escorpión, vergüenza de mal, lleva a cuestas el veneno, la
memoria de haber sido leve ave que cantaba. Castigado bajo
el signo de algún dios perdió las alas, esqueleto que las busca
entre las piedras, mudo y loco asco de sí mismo, pregunta,
mueve las tenazas.
Dicen que cuando de amargura se desborda, y de agonía,
movido por una cólera ancestral alza la cola, maldice al cielo
y se clava la punta.
Dicen que es un sentimental.
Hecatombe
Los degollaron a la orilla del camino.
Carcasas huecas,
el ano agrandado con cuchillo,
el lodazal harto que moja los zapatos
de una tan roja que es bien negra.
Premonición: no tardan las moscas.
Apesta el calor sin aire,
el pelo que tembló de miedo.
Un dios que sabe de soberbias
recibiría, encantado, esta ofrenda.
Arte
Al centro de la galería, una mujer de mármol, estrepitosamente bella, tan desnuda como si palpitara.
Alguien pregunta el nombre de la modelo.
Alguien más, el nombre del escultor.
Soneto del juguetimiento
Job, el sabio, pensó pero no dijo
que lo que está de veras del carajo
es ser aquel juguete cabizbajo
del todopoderoso niño pijo,
que por deporte sopla vida a un hijo
y por ídem lo transforma en andrajo:
se divierte al voltearlo bocabajo
y verlo así, de nervios amasijo.
Al favorito Job, siendo ya viejo,
un día le arrancó lento el pellejo
llevado del capricho, el muy canijo,
y él, aunque sí débil nunca pendejo,
de rabia y miedo herido el entrecejo
se mordió la blasfemia y nada dijo.
Mashup à la Sada
Para audaciar a pedir de boca,
para insistir a la ciega,
suaves tersurados en su mojadura
aprietan los ojos, los suyos,
y retecarnosos se muy besan
despaciosos
lenguosamente.
Pasajera
De tu trozo de mundo eres dueña,
niña de agua
que tiempo dentro te anuncias.
Con retumbos y piruetas
le borras a mi talle toda forma.
Pesas mis pechos, los estrías,
me amasas como quieres las costuras
hasta que un día,
soberbia, ocupes tu silla
y me dejes hecha una tonta,
sin poder reconocerme en mi cintura.