Stefano Strazzabosco, poeta y traductor italiano, nos presenta sus traducciones de poemas de su compatriota, la poeta Anita Guarino.
Todo estaba listo
Anita Guarino
Todo estaba listo para el reading de poesía.
En la Vinería, el vino tinto le enrojecía el rostro y
los discursos se entablaban entre las personas.
Él se exhibió primero, pero uniformaba los pensamientos del público con
sus versos y su voz temblorosa: su lectura era
un lento fluir de tiempo igual.
El Poeta se alternaba con él en la exhibición.
Los labios de ella estaban evidentemente hinchados de tristeza.
Él no escondía los momentos y los espectadores se distraían y
otra vez se difundía el vocerío de frases inconexas.
El Poeta esperaba, sentado, paciente, su turno entre
los fragmentos de los discursos que oía.
Después se levantó y difundió el sonido de sus versos en el ambiente.
Su presencia sólida y la voz más
segura lograron callar al público insensible.
Una muchacha, con sus ojos, estaba sentada en el rincón,
sin dar muestras de impaciencia y
paladeaba distraída el vino, luego se levantó y
se recargó en la pared para concentrarse mejor.
Suavemente, una vez más, la voz de él empezó la lectura,
ahogando su incertidumbre, para el final.
Pero de regreso estaba borracho y desilusionado en las escaleras.
Decía que él había escrito otro poema y
ya no se lo acordaba, ¡justo ahora que quería recitarlo!
– «¡Yo te atormentaré y tú me amarás!», dijo al fin, entrecerrando
los ojos contra el rostro del paseante inconsciente.
Tutto era già pronto per il reading di poesie.
Nella Vineria, il vino rosso le arrossava il volto e
i discorsi s’intrecciavano tra le persone.
Lui si esibì per primo, ma uniformava i pensieri del pubblico con
i suoi versi e la voce tremante: la sua lettura era
un lento scorrere di tempo uguale.
Il Poeta si alternava a lui nell’esibizione.
Le labbra di lei erano evidentemente gonfie di tristezza.
Lui non scandiva i momenti e gli spettatori si distraevano e
ricominciava a diffondersi il vociare di frasi sconnesse.
Il Poeta aspettava, seduto, paziente, il suo turno tra
i frammenti dei discorsi che udiva.
Poi si alzò e diffuse il suono dei suoi versi nell’ambiente.
La sua presenza solida e la voce più
sicura riuscirono a zittire il pubblico insensibile.
Una ragazza, con i suoi occhi, se ne stava seduta nell’angolo,
senza mostrare segni di insofferenza e
sorseggiava distratta il vino, poi si alzò e
si appoggiò al muro per essere più concentrata.
Dolcemente, ancora una volta, la voce di lui cominciò la lettura,
soffocando le incertezze, per il finale.
Ma al ritorno era ubriaco e deluso sulle scale.
Diceva d’aver scritto un’altra poesia e
non la ricordava più, proprio ora che voleva recitarla!
-«Io ti tormenterò e tu mi amerai!», disse, infine, socchiudendo
gli occhi dritto sul volto del passante inconsapevole.
*
Ella en lo alto aparecía,
mientras, en el carro, apretaba entre los labios a J. B. con el que había hablado
de toda la Belleza,
– la estética de Boecio, Holderlin, Hesse, Mann, Platón, Zeffirelli y Bertolucci –
mientras yo me volvía su patético, persiguiendo a Siber, el auténtico,
perfecto gran amor no correspondido.
Y J. B. miraba con mis mismos ojos. Mirarlo y de reflejo esconderme,
porque mirar es más que entender, dada esta iluminación.
Ya la nieve, por purísima, Siber, no puede no ser tú.
Luego la música, y ya apareces de todas formas,
inútil sacrificar tu presencia, alivio y escalofrío en cada mirada tuya.
El cabrito se ha detenido, ahora, Dioniso, ¡desgarra sus carnes y recúbrete de sangre!
¡Y amaba tus caninos! Me haces falta como no puede hacerme falta nadie,
porque tú no puedes volver, y yo no te puedo buscar.
Y Descartes, dejándome desde el ’68 una herencia de eslogan se hacía después
cada vez más viejo en mi recuerdo, y yo lo amaba más, mientras me exprimía.
Toda mi vida está adolorida, y adolorida está mi regresión. Grave, si años después
vuelvo a buscarte, falsa guía mía para encontrarme, todavía falsamente.
Grito: lo rojo, la sangre: el asesinato está todo en su cuarto y yo no logro
salir. Soy como tú y no me libero. Gritan, y no puedes impedirlo.
Gritamos toda la sangre, cortes, vomito y perdida virginidad
desde tiempos inmemoriales.
Grito aún tu pretención, grito aún mi sangre
en todo tu cuarto.
De él, ni la sombra.
Lei in alto compariva,
mentre, in macchina, stringevo tra le labbra J.B. con cui avevo parlato
di tutta la Bellezza,
-l’estetica di Boezio, Holderlin, Hesse, Mann, Platone, Zeffirelli e Bertolucci-
mentre io diventavo la sua pateticità, nell’inseguire Siber, l’autentico,
perfetto grande amore non corrisposto.
E J.B. guardava con i miei stessi occhi. Guardarlo e di riflesso nascondermi,
perché guardare è più che capire, data questa illuminazione.
Già la neve, in quanto purissima, Siber, non può non essere te.
Poi la musica, ed ecco che compari comunque,
inutile sacrificare la tua presenza, sollievo e brivido in ogni tuo sguardo.
Il capretto si è fermato ora, Dioniso, dilaniane le carni e ricopriti di sangue!
E amavo i tuoi canini! Mi manchi come non può mancarmi nessuno,
perché tu non puoi tornare, ed io non ti posso cercare.
E Cartesio, lasciandomi dal ’68 un’eredità di slogan poi, diventava,
nel mio ricordo sempre più vecchio, ed io più l’amavo, mentre mi spremeva.
Tutta la mia vita è dolente, e dolente è il mio regredire. Grave, se dopo anni
ritorno a cercarti, mia falsa guida per ritrovarmi, ancora falsamente.
Urlo: il rosso, il sangue: l’assassinio è tutto nella sua stanza ed io non riesco
ad uscire. Sono come te e non mi libero. Urlano, e non puoi farci nulla.
Urliamo tutto il sangue, tagli, vomito e perduta verginità
da tempo immemorabile.
Urlo ancora la tua pretesa, urlo ancora il mio sangue
in tutta la tua stanza.
Di lui, neppure l’ombra.
*
La Luna es una uña enganchada entre las ramas secas y desnudas.
Siempre me dan miedo los que se unen y desplomada en el sofá busco
esconderme porque las personas me invaden, pero la luz ya crea
un fuerte contraste entre la noche y el día al este.
Al amanecer, la Luna queda aún enganchada entre las ramas.
Víctima de cierta desesperanza, nos mira, melancólica y rendida.
Y recito su nombre-mantra, y me quedo inmóvil, en la anchura del
cuarto, simulando la muerte con los dedos que hacen una pistola en la sien
y lo último que veo es el falso azul de un cielo de los Ramones.
La Luna è un’unghia impigliata tra i rami secchi e spogli.
Ho sempre paura di quelli che fanno gruppo e accasciata sul divano cerco
di nascondermi perché le persone mi invadono, ma la luce crea
già un forte contrasto tra la notte ed il giorno ad est.
All’alba, la Luna resta ancora impigliata tra i rami.
Vittima di una certa disperanza, ci guarda, malinconica ed arresa.
E recito il tuo nome-mantra, e resto immobile, nell’ampiezza della
stanza, a simulare la morte con le dita che fanno una pistola alla tempia
e l’ultima cosa che vedo è l’azzurro finto di un cielo dei Ramones.
*
Un hombre con el impermeable caminaba descalzo bajo la lluvia.
El viento, más cálido, se casaba con las hojas secas
con una danza propiciatoria, en la banqueta resbalosa.
Me recordaba el siroco de marzo hacia el centro social.
Se precipitaron los ojos más allá de los antepechos,
superando también las flores en las macetas y subieron
al reloj pegado a la torre.
Se detuvieron, por un momento, sorprendidos por el azul del cielo en invierno,
como las cumbres de los Alpes de Occidente que, claramente,
tan blancas, raras veces se veían.
Pero el paseante que, solo, movía su gris silueta,
apiadaba y sacudía más que toda grandeza.
Un uomo con l’impermeabile camminava scalzo sotto la pioggia.
Il vento, più caldo, sposava le foglie secche
con una danza propiziatoria, sul marciapiede scivoloso.
Mi ricordava lo scirocco di marzo verso il centro sociale.
Si precipitarono gli occhi oltre i davanzali,
scavalcando anche i fiori nei vasi e salirono
sull’orologio attaccato alla torre.
Si fermarono, per un momento, sorpresi dall’azzurro del cielo d’inverno,
come le vette delle Alpi d’Occidente che, chiaramente,
così bianche, si vedevano di rado.
Ma il passante che, da solo, spostava la sua grigia sagoma,
impietosiva e scuoteva più di ogni grandezza.
*
No existe Naturaleza sin una mano.
Un paso vuelve significativo al mundo.
El hombre era un evento esperado por doquiera.
Los saludos siempre son transparentes y desperdiciados.
Amerigo se levanta de golpe y agarra su mochila dejada en la silla:
– «Parto», dice.
– «Voy a dar nuevos nombres, como Adán, a los continentes,
así, probablemente, para mí tendrán un sentido y
me sentiré arraigado a la tierra,
como tener un chicle pegado
entre la suela y el asfalto hirviendo.»
Non esiste Natura senza una mano.
Un passo rende significativo il mondo.
L’uomo era un evento atteso ovunque.
I saluti sono sempre trasparenti e sprecati.
Amerigo si alza di scatto e prende lo zaino appoggiato sulla sedia:
-«Parto», dice.
-«Vado a dare nuovi nomi, come Adamo, ai continenti,
così, probabilmente, per me avranno un significato e
mi sentirò legato alla terra,
come avere una gomma da masticare attaccata
tra la suola e l’asfalto bollente.»
Versiones de Stefano Strazzabosco
Anita Guarino nació en Italia en 1982. Vive en Turín. Se licenció en Filosofía y Comunicación en la Universidad Oriental de Nápoles, y ahora enseña en una escuela primaria. Publicó un poema en la antología Le più belle poesie del premio letterario Il Club degli autori 2003-2004. Participó en la edición XVI del Festival Internacional de Poesía «Voci Lontane, Voci Sorelle» y está presente en el libro Nuova Generazione? Poeti nati tra gli anni 80 e 90, ed. de F. Vasarri. Participó en la edición XXXI del Premio Lorenzo Montano con un poemario inédito, premiado con mención. En ocasión del festival InediTo, edición XVI, recibió el Premio Especial «Borgate dal vivo». Algunos textos suyos se publicaron en la antología Poeti italiani nati negli anni ’80 e ’90, vol. 1 (ed. de Giulia Martini, con una nota crítica de Davide Zizza, Interno Poesia, 2019).