Manuel Illanes, escritor chileno radicado en México, ensaya sobre El libro centroamericano de los muertos de Balam Rodrigo, galardonado con el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2018.
Paisaje con ruinas:
El libro centroamericano de los muertos de Balam Rodrigo
Manuel Illanes
El 12 de noviembre de 2018 se publicó una investigación realizada por un grupo independiente de periodistas (El país de las dos mil fosas:
https://adondevanlosdesaparecidos.org/2018/11/12/2-mil-fosas-en-mexico/) en que se señalaba la existencia de casi dos mil fosas clandestinas en México. En la investigación se hacía un detallado seguimiento de la evolución del fenómeno de las fosas desde su aparición (circa 2006) hasta el presente, incluyéndose una serie de estadísticas para ilustrar la presencia y extensión de las narcofosas en el territorio mexicano; que, en conjunto con varios testimonios de personas que descubrieron algunas de estas fosas o tuvieron contacto con ellas, nos hablan de un panorama desolador, un verdadero paisaje con ruinas del que apenas estamos tomando conciencia en la actualidad.
La publicación del reportaje tuvo escasa, por no decir nula, repercusión en la opinión pública mexicana: no se produjo ningún tipo de discusión en torno a la exactitud de los datos entregados, no se cuestionaron las fuentes ni la magnitud que alcanza la extensión del fenómenos (24 de los 32 estados presentarían inhumaciones clandestinas), el gobierno no se vio en la obligación de desmentir la información publicada ni aclarar su postura frente a los hechos. Nada. Ese mismo día, por la tarde, se confirmó la noticia de la muerte de Stan Lee, reconocido autor de cómics estadounidense, hecho del cual la mayor parte de los noticieros del país dieron parte; otro tanto pudo verificarse en redes como Facebook y Twitter donde los mexicanos compartieron y comentaron largamente los pormenores del deceso, valorando la importancia de Lee y ensalzando su obra. El contraste entre la casi nula difusión del reportaje y la rápida viralización de la muerte de Lee constituye una paradoja sorprendente y exhibe, muy bien, el agujero negro en el que cierta información acerca del estado del país cae desde el momento mismo de su publicación.
Precisamente en este no-espacio, este lugar de la borradura de los nombres y los números, es donde se inscribe la escritura del Libro centroamericano de los muertos de Balam Rodrigo (FCE, 2018). Desde un inicio, el libro del escritor chiapaneco busca convertirse en una instancia de visibilización, de denuncia de las condiciones de vida que deben enfrentar los migrantes centroamericanos que realizan la travesía hacia Estados Unidos en pos de una existencia distinta, que son expuestas a través de un conjunto de poemas que recrean las voces de migrantes de toda condición y nacionalidad, sobrevivientes o muertos durante este viaje. Esa condición del texto, su cualidad acusatoria, queda enfatizada con el papel que se reserva a la figura de fray Bartolomé de las Casas, el así llamado apóstol de los indios, en el Libro centroamericano de los muertos, por cuanto Balam Rodrigo toma prestadas del fraile dominico varias citas y la estructura misma de su libro, que sigue de cerca el ordenamiento geográfico dado por Las Casas a la Brevísima relación de la destrucción de las Indias, texto con el cual el poeta chiapaneco dialoga constantemente. Así el Libro centroamericano… incluye secciones dedicadas al testimonio de migrantes de Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y México, de igual manera que en el libelo de fray Bartolomé se pasa revisión a los crímenes de los conquistadores región por región.
Es interesante hacer notar que la Brevísima relación…, publicada en 1552 y dedicada al rey Felipe II, tiene esta misma cualidad acusatoria a la que me referí antes, puesto que corresponde a una feroz diatriba dirigida contra los conquistadores y encomenderos por sus excesos en el proceso de conquista y expansión de las armas españolas por América. Esto marca, desde mi punto de vista, el tono del texto de Balam Rodrigo, ya que éste pretende reactualizar la voz del fraile dominico y su denuncia de los crímenes de la Conquista en el Libro centroamericano de los muertos, pero haciéndolo desde la reescritura (el palimpsesto mencionado en la «nota del autor» que precede al texto) de ciertos párrafos de la Brevísima relación…con los cuales Balam Rodrigo construye el collage que conforma la trama de El libro centroamericano…en el que a las recreaciones de los testimonios de migrantes, se suma la voz del propio autor, algunas imágenes fotográficas y las variadas inserciones periodísticas que aluden a la violencia ejercida contra los migrantes en distintos puntos del país.
El territorio que se dibuja en los poemas de El libro centroamericano de los muertos es uno claramente infernal: Balam Rodrigo apela a la imagen del Xibalbá, el inframundo maya, para caracterizar a México en uno de los primeros textos: «Este es el origen de la reciente historia de un lugar llamado México. / Aquí migraremos, estableceremos la muerte antigua / y la muerte nueva, el origen del horror, el origen del holocausto, / el origen de todo lo acontecido a los pueblos de Centroamérica, / naciones de la gente que migra.» (14° 40′ 35.5» N 92° 08′ 50.4» W – (Suchiate, Chiapas), p.28). En este escenario infernal, la historia tiene un papel preponderante: en muchos de los textos del libro se alude al turbulento pasado político de la región (gobiernos de Ubico y Efraín Ríos Montt en Guatemala: guerra civil salvadoreña, etc) y su costo en vidas de disidentes e indígenas, lo que no sólo revela el conocimiento que el poeta chiapaneco tiene de los problemas políticos de la zona, sino que también la influencia de vates como Ernesto Cardenal y Roque Dalton en el enfoque planteado en el Libro centroamericano… en torno a esta cuestión (este último poeta es mencionado explícitamente en 16°07’12.1»N 93°48’11.7»W- (Tonalá, Chiapas), p. 52).
Pero también el presente se encuentra atravesado por la violencia causada por los carteles, que explotan a los migrantes y los utilizan como mano de obra esclava, como sicarios, en labores de prostitución, o a los que simplemente esquilman mediante la extorsión o el secuestro, arrebatándoles bienes y dinero con la excusa de hacerlos cruzar hacia Estados Unidos, y cuyo fin, desgraciadamente en muchos casos, es una muerte anónima en algunas de esas casi dos mil fosas clandestinas señaladas en el informe independiente publicado en noviembre de 2018 (no es casual que se mencione en el libro -p. 106- la fosa de San Fernando en Tamaulipas, descubierta en 2011): los zetas y las maras centroamericanas son nombrados en distintas ocasiones en tanto causantes inmediatos de esta violencia, así como beneficiarios del terror que ella produce, auténticos gobernantes de la zona de catástrofe en que se ha convertido el país, lo que emparenta la escritura del Libro centroamericano… con el relato que realiza la película La jaula de oro de Diego Quemada-Díez, con la que comparte una misma visión desolada, apocalíptica sobre el destino de los migrantes en tránsito hacia los Estados Unidos.
Si existe, además de la violencia inveterada existente en la región, un denominador común a todos estos poemas, ese sería el de la presencia de La Bestia, el tren de carga que une el sur de México con la frontera norte, permitiendo a los migrantes alcanzar el límite para intentar el cruce hacia los Estados Unidos. En tanto México ese ese «país de pesadilla» (p.90) donde los migrantes deben enfrentar un largo vía crucis de sufrimiento, explotación y muerte, La Bestia se transforma en la representación de esa travesía, la encarnación de todos los males que ella acarrea, tal como se refleja en Álbum familiar centroamericano (3), en que se resumen esquemáticamente las diversas estaciones (y peligros) de esta Pasión (adelantada en Sermón del migrante (bajo una ceiba), poema inaugural del conjunto): largas esperas y hambre, riesgo de caídas con su posibilidad de mutilación o muerte, amenaza de secuestro por parte de la migra o los grupos criminales, entre otras situaciones adversas: «He visto a los ángeles caer y desplumarse / sobre rieles quemados por hileras de sangre (…) Avanzo con remos de sal / entre una y otra frontera. / Cabalgo sobre un cetáceo de hierro / y recorro una distancia sólo medida / por el sueño de los pájaros. / La luna es el tronco de mi cuello amputado: / yazgo en el charco de mi sangre, / redondo espejo del cielo (…) Alguien grita con ácidos ladridos de huracán: / ¡Ahí vienen los narcos! / Y el silencio crece, crece con aterradora inmensidad. / La Bestia se detiene, exhala su último aliento, / se queda sin aire, muere entre los árboles. / (Adelante nos esperan los bárbaros.)», (pp. 89-90). Porque lo más terrible es que la muerte es una posibilidad (muy) real: de ahí los títulos de varios de los poemas del libro, que aluden a las coordenadas geográficas donde se pueden hallar los cuerpos de los fallecidos / asesinados durante la travesía. Así, por ejemplo, en 19° 35′ 29.9» N 99° 09′ 03.3 W – (Tultitlán, Estado de México): «En vida me llamé Walter. Y heme aquí, con mis huesos blanqueando / el basurero municipal de Tultitlán, Estado de México. / Crucé medio México y su odio entero montado en La Bestia, / y a veces a pie, sin respiro, para seguir mi sueño: / escapar de la cuota serial de las pandillas y comprar con dólares / algunos trastos y una estufa para mi madre. / Jamás llegué, truncaron mi destino. Ahora no tengo descanso / ni sepulcro.», (p. 100). México como un cementerio inmenso en el que resuenan las voces de los muertos (como en la Antología de Spoon River de Edgar Lee Masters, Pedro Páramo de Juan Rulfo o, más recientemente, Cementerio general de Tulio Mora), una fosa gigantesca donde cotidianamente se descubren nuevos cadáveres.
A mi juicio, la parte más débil del libro corresponde a cierta exploración formal que Balam Rodrigo pretende realizar en la última parte de El libro centroamericano… (de alguna manera, pienso, influida por la obra de Raúl Zurita): me refiero a algunos de los textos englobados en la sección Del reino e comarcas de Méjico donde el poeta experimenta con variaciones de frases («Zólo VeracruZ eZ bello. / Zólo VeracruZ es miedo. / Zólo VeracruZ eZ violazión», p. 112, refiriéndose a los zetas) o con definiciones de organizaciones o conceptos provenientes del narco (la serie dedicada a los kaibiles o aquellas en que se habla de los delegados estatales de la oficina de migración acusados de apoyo a los grupos criminales, cfr., pp. 114-120), puesto que estos textos no ensamblan con el carácter testimonial-acusatorio que presenta el resto del libro y quedan excluidos de él; incluso si se piensa éste como un collage construido con diversos materiales, es notorio que esta exploración queda reducida al papel de excrecencia, sin integrarse ni armonizar con los otros poemas.
Lo anterior no demerita, para nada, el trabajo llevado a cabo por Balam Rodrigo en el libro: el gran mérito de El libro centroamericano (mérito no menor si se considera el gran silencio que hay en torno a este tema) es visibilizar las experiencias que deben enfrentar los migrantes, labor que se efectúa de forma consistente a lo largo del libro a partir de la recreación de una polifonía de voces cuyos testimonios apuntan en una misma dirección: señalar la zona de catástrofe, el paisaje con ruinas que es México hoy por hoy, y buscar comunicarlo, transmitirlo para que nos conmovamos y actuemos frente a ella. Porque como indicaban Jorge Pimentel y Juan Ramírez Ruiz, integrantes de Hora Zero, en su primer manifiesto, escrito allá por el año de 1970: «Necesario es, pues, dejar las nubes en su sitio. Si somos iracundos es porque esto tiene dimensión de tragedia. A nosotros se nos ha entregado una catástrofe para poetizarla.» Si esa no es una de las principales tareas de la poesía, la de aullar la tragedia, entonces no sé cuál es.
Manuel Illanes nació en Santiago de Chile en 1979. Maestro en Letras Mexicanas por la UNAM. Ha publicado algunos libros de poesía, como Tarot de la carretera (Fuga, Santiago de Chile, 2009), Crónica de Tollan (Piedra de Sol, Santiago, Chile, 2012; La Ratona Cartonera, Cuernavaca, México, 2013), Memorias del inframundo (Mantra Ediciones, Ciudad de México, 2016), Paraíso inc. (Ediciones Ojo de Golondrina, Ciudad de México, 2018) y Diario de la peste (Go Ediciones, Santiago, Chile, 2019). También figuran poemas suyos en las antologías Chile mira a sus poetas (Pfeiffer, Santiago de Chile, 2015) y Residencia temporal: seis poetas chilenos en México (Aldus, Ciudad de México, 2016).