Enrique Arturo Diemecke, destacado director de orquesta y violinista mexicano, nos comparte sus reflexiones en torno al Concierto No. 2 para violín de Serguéi Prokófiev, recordando los años de su juventud musical.
Danzas y canzonettas: de Bach a Prokófiev
Enrique Arturo Diemecke
El Concierto No. 2 para violín de Serguéi Prokófiev es una obra que me trae gratos recuerdos y cada vez que la interpreto vuelvo al momento —y a la emoción— cuando vi la partitura por primera vez, cuando la compartí con mis jóvenes compañeros que, igual que yo, estaban empezando a vivir y abrirse al mundo. En aquella época el Concierto No. 2 representaba para nosotros algo novedoso, algo fuera del repertorio que estábamos estudiando y que contenía principalmente las obras deBach, Mendelssohn, Beethoven, entre otras «más clásicas».
La más reciente interpretación que hicimos de este concierto fue en abril de 2019, y después de ver la respuesta cálida del Centro Cultural Kirchner, en Argentina, reafirmé que esto se debía a unaejecución adecuada, buena. La entrega del público fue extraordinaria, pese a que no es una obra del repertorio clásico popular. Se estableció una verdadera conexión entre los músicos y el auditorio. Fue un gran éxito para el solista Fredy Varelay la Orquesta Estable del Teatro Colón.
La primera vez que trabajé el Concierto No. 2fue en 1971, cuando nuestro maestro Enrique Espín Yepes nos indicó que preparáramos esta partitura para la clase magistralcon el gran violinista Henryk Szeryng de origen polaco que,después de haber vivido muchos años en México, recibió la nacionalidad mexicana.
En aquel entonces éramos muy jóvenes, ninguno había cumplido veinte años.La obra de Prokófiev era muy fresca, muy reciente para nuestro repertorio, no estábamos expuestos a la música contemporánea. Prokofiev murió en 1953; no tenía ni veinte años de fallecido. Sin embargo conocíamos su estilopor obras como Pedro y el lobo y nos dábamos una idea de cómo manejaba sus melodías que no eran donde una nota sigue después de la otra, por grados conjuntos, sino que hay muchos saltos, y pasa también de una octava a la otra creando una atmósfera distinta, con intervalos que uno no estaba muy acostumbrado a tocar; pero con armonías muy nuevas, muy modernas, lo mismo con orquestaciones distintas a las conocidas.
En cuanto al Concierto No. 2, no teníamos ninguna referencia más que la partitura. No había grabaciones. En Guanajuato, donde vivía yo, ni siquiera había tiendas de música clásica. Para adquirir lo necesario teníamos que ir a la ciudad de León, cuyas tiendas tampoco disponían de grandes colecciones, menosde grabaciones de compositores como Prokofiev.
Conseguir partituras era una tarea difícil. Teníamos que viajar a la Ciudad de México. Aún allá la compra de las partituras no estaba garantizada: antes que a nosotros, las tiendas las vendían a los músicos capitalinos. Pero con la ayuda del maestro Szeryng y de su asistente, logramos obtener las partituras, y conocimos ese lenguaje que para nosotros era una exploración y entrada a un mundo desconocido. Gracias a Szeryng fue posible este encuentro con una obra plena de modernidad, que exigía una manera de interpretación del violín muy distinta.
Posteriormente, mis hermanos y yo fuimos a vivir a Toluca para trabajar con la Orquesta Sinfónica del Estado de México (OSEM). Sin embargo, nunca perdimos el contacto con Henryk Szeryng, así como con sus colegas y alumnos que heredaron su técnica pedagógica. Por cierto, Espín Yepes, que nos acercó a Szeryng, también tocaba en la OSEM. Esta orquesta era una de las mejores orquestas en Latinoamérica. Trabajar con sus maestrosque ya conocían el mundo de las grandes tradiciones musicales, así como con otros músicos, jóvenes en su mayoría, pero con gran vocación y aspiración, fue una etapa de verdadero aprendizaje.
Junto con los "retos" de Prokófiev y Shostakóvich, en las clases trabajábamos conciertos de Mozart, Beethoven, Mendelssohn, Tchaikovsky, Brahms, Bruch, Sibelius, y, por supuesto, Bach. Henryk Szeryng nos hacía tocar todo el repertorio, pero sobre todo, las sonatas de Bach. Él decía que sin saber tocar una partita o una sonata, no podrías desarrollarte profesionalmente, porque técnica y mentalmente no estarías "estructurado" para poder comprender todo lo demás. Grandes conciertos románticos, obras de Henri Vieuxtemps, Henryk Wieniawsk, Aram Khachaturian, Caprichos de Paganini— todo ello, concebido como estudios, llevaba la técnica a otro nivel.
La metodología de enseñanzade Henryk Szeryng consistía en lo siguiente. Primerotocábamos –ante todos:alumnos, profesores de otros instrumentos y otros instrumentistas—con un pianista acompañante. Muchas veces era la gran Erika Kubascek, quien también nos ayudaba mucho por su gran experiencia musical. Tocábamos de memoria. Mientras tanto, Szeryng, sentado en una mesita con la partitura, escuchaba y hacía anotaciones. Cuando la obra terminaba (a veces nos detenía antes para hacer alguna observación) nos entregaba la partitura con sus apuntes, que se convertía en nuestra Biblia, la cual había que leer, atender y seguir religiosamente. Al mismo tiempo nos decía: «Ahora hablemos de música. ¿Qué te dice el inicio de esta obra? ¿Por qué empieza con el violín solo; porqué se debería tocar de esta manera, y no más lento o más rápido? ¿Por qué no intentas tocarlo de otra forma?» Al final nos hacía recapitular todo: cuáles son las indicaciones de tempo, de metrónomo, dinámica. Todo.
Hablemos pues de la música y la conformación de Concierto No. 2.
El primer movimiento es el más complejo de los tres porque parte de distintas secciones.Varios temas se van presentando, y a veces el principal está semiescondido, de manera subyacente, cuando el violín está haciendo muchos adornos y ornamentaciones. Este es el reto mayor para los solistas en los conciertos virtuosos como este. La forma puede parecer ambigua, pero tiene una estructura, su exposición, su desarrollo,su reexposición, y su coda. Es decir, tiene una organización formal, una forma clásica, aunque puedes pensar que busca un concepto de variaciones en el desarrollo, porque la melodía aparece en diferentes instrumentos, nos da una sensación de variaciones tímbricas. También tiene muchos cambios de tempo que le dan complejidad: por ejemplo, en los acelerando, todos debemos estar muy coordinados y precisos para que salga como está escrito.
El segundo movimiento completamente contrastante al primero, se trata de una canción básicamente; una canzonetta, es una andante cantabile, y lo compuso con un acompañamiento muy simple, muy sencillo, para que el violín se explaye con una gran belleza y tranquilidad extraordinaria. Este movimiento me recuerda mucho a otros conciertos; podría ser una reminiscencia, un homenaje ciertamente lejano; pienso en Mozart, en Beethoven, pero más puntualmente en el segundo movimiento del Concierto en La menor de Bach, quien fue una referencia no sólo como músico compositor, sino como gran violinista. Bach también nos enseñó que la música no es sólo acompañamiento, es algo más, donde los distintos participantes, sujetos musicales, tienen sus papeles importantes. Bach fue quien elevó la música, así como la técnica violinista, a otro nivel casi científico, musicológico, porque fue un investigador apasionado de la música de la antigüedad; recopilador y estudioso de las obras de sus contemporáneos, y llevó, como nadie, el temperamento y la tonalidad a sus últimas consecuencias en plena etapa del barroco tardío.
El tercer movimiento es muy dancístico; una danza aparentemente rústica y sencilla, en donde encontramos unos enlaces armónicos muy atrevidos para su época. Estamos ante una especie de Rondó, en donde en cada episodio da una nueva idea rítmica, primero en un 3/4, luego en 5 tiempos; estructura rítmica que rompe con los esquemas tradicionales. Estamos ante ritmos más incisivos, de gran fuerza. En el transcurso de la obra presenta también una variación rítmica de 7 tiempos, creando un espacio distinto, pero manteniendo una cierta inestabilidad, una ambigüedad entre un compás de 3/4; así como la presencia de compases compuestos, y hasta una emiola.
Prokófiev propone una forma rítmica distinta a las que nosotros, los estudiantes de aquel entonces, estábamos acostumbrados, y eso requería una concentración enorme.Ya en la coda hace mucho más tangible la presencia rítmica de los 5 tiempos, cambiando el flujo de la adrenalina cambiando el pulso y llegando a un éxtasis muy particular. En esta combinación de ritmos bailables, y en el empleo de las castañuelas me atrevo a decir que no sólo estamos ante una danza, sino quizá ante una danza española. Una danza folclórica española modernizada con compases compuestos.
Ahora bien, este concierto está hermanado a los del siglo XIX porque todas estas obras parten de dos ideas: primeramente tenemos el manejo del instrumento; y eso es que la mayoría de los conciertos están escritos en la tonalidad de Re mayor o menor, o en alguna de las tonalidades vecinas a Re; porque ésta permite que las cuerdas en cierto momento hagan «simpatía», «vibren por simpatía». Quiero decir que si yo toco la cuerda de Re, el La responde con una vibración de reflejo, resuena indirectamente. Igual con el Sol, entonces la sonoridad del instrumento resalta, destaca. Tiene una proyección más rica y llena de armónicos.
Además, por supuesto, el aspecto virtuoso. Podemos mencionar los puntos culminantes del violín solista con nombres de Paganini, EugèneYsaÿe, Sarasate, y ya más hacia el siglo XX, Kreisler. Sarasate era un violinista español, considerado uno de los grandes genios de la interpretacióncon arreglos y obras con melodías y ritmos españoles. Paganini era considerado medio diabólico y compuso muchas obras para este instrumento, y esto atrajo a muchos compositores del norte de Europa, para hacer patente el carácter gitano del violín, ese sabor mediterráneo. Pero también el vínculo con los gitanos de Europa central; intérpretes de czardas, rapsodias, cientos de géneros populares.
Así este segundo punto es importante para la composición de repertorio vituosístico para violín, que tiene que ver con lo gitano, sea español o de Europa central, ese aspecto exótico, misterioso.Tal trascendencia la hemos visto con Stravinsky, por ejemplo, en donde el violín interpreta la parte del diablo en La historia del soldado, con un carácter gitano, rompe reglas, es irreverente, sugiriendo algo»oscuro».
A manera de conclusión, quiero destacar de nuevo la escuela de Szeryng y decir que para comprender la música de modernidad, incluyendo la música de Prokófiev, para dominar los aspectos técnicos, para poder entrar a los terrenos del dominio musical armónico, rítmico, contrapuntístico, primero se tiene que dominar a Bach, como mencionaba arriba. Entenderlo, estudiarlo, porque es quien nos abre a todos esos caminos interpretativos de la música. Sabiendo de donde procedía el violín, cuáles son sus antecedentes, Bach nos enseña cómo interpretar primariamente esas danzas sintetizadas en suites.
No dejo de admirar los compositores de antaño con su gran respeto por la tradición y, a la vez, con la permanente aspiración de aportar, estudiar, leer, investigar; viajar, caminar de una ciudad a otra en búsqueda de nuevos músicos. Por eso Bach es el punto de partida del desarrollo de la técnica y de la comprensión musical.
Enrique Arturo Diemecke (Ciudad de México, 1955) es un director de orquesta, violinista y compositor mexicano de origen alemán. Se desempeñó como director artístico de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, la Orquesta Filarmónica de Bogotá, la Orquesta Sinfónica de Long Beach, la Orquesta Sinfónica de Flint, en Estados Unidos, y la Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional en México. Ganador de múltiples premios internacionels. En 2014 fue declarado "Personalidad Ilustre de la Cultura" por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
En 2019 fue nombrado Presidente Honorario de la Sociedad Mahler México.
En 2019 fue reconocido con el Premio Konex 2019 como uno de los 5 mejores Directores de Orquesta de la última década en la Argentina.