Jaír Cortés ensaya sobre la poética de Marco Antonio Murillo, poeta mexicano, caracterizando su prosodia como un ritmo “muy similar al de las mareas”.
La poesía y sus mareas
Jaír Cortés
En Derrota de mar, Marco Antonio Murillo se lanza al agua de la poesía como el clavadista que deja, en su salto, toda certidumbre y se convierte en un marinero que sobrevive al naufragio de la soledad. De esta experiencia poética, que tiene mucho de suicida, nace este libro, cuya intensidad nos conmueve y nos seduce: la página es un abismo y las palabras son esas sílabas, esquirlas de agua, que salpican y humedecen la conciencia humana.
La poética de Marco Antonio Murillo, quien nació en Mérida, Yucatán, en 1986, se rige por un ritmo muy similar al de las mareas, en su punto más alto intensifica su visión hasta que un anzuelo de sentido nos atraviesa, y en su punto más bajo se vuelve un poeta reflexivo que nombra al mundo desde la calma y la contemplación. Por ese motivo puede ir del verso breve a la prosa, pasando por el versículo, siempre consciente de que la musicalidad dicta, como las brisas o ventarrones del verano frente a la playa, el grado de emoción en cada poema. Así, el lector comprenderá que Derrota de mar es un libro que zarpa desde el lenguaje:
Soñé con la poesía,
la soñé pequeña y temblorosa como una salamandra,
negra, como la sed de no haber visto el mar desde hace años.
El bosque del lenguaje ardía toda la noche en el vientre de mi madre
y la poesía corría y el fuego la alcanzaba.
La piel de la salamandra era el humo
de un enorme madero que ardía como una hermosa muchacha […]
Y llega hasta las costas de lo femenino, de aquello que se presenta como un continente inexplorado:
La lluvia arrecia, cae sobre la carta y corre la tinta. La mujer la arruga y la tira a un charco donde un par de ramas de limón flotan. Nunca será leída por nadie más. La casa ha quedado abierta, su vacío será morada eterna para el mar […]
Entre esos dos puntos, Derrota de mar es una bitácora, cuya estructura permite al lector contemplar la totalidad de un viaje, en la que se registran paisajes mentales y geográficos (En la música del oleaje/ el agua corre la tinta de su mirada/ y le abre los párpados al alba), naufragios íntimos e históricos (Es el 15 de septiembre de 1988 y el huracán Gilberto acaba de asolar la costa yucateca.), meticulosos estudios sobre el vuelo (Los pájaros entran y salen del agua como una adivinanza), extraños oficios (Esta labor de pulir la tristeza contra un mineral) y tragedias imborrables (Quien a pesar del frío ama a una mujer y escucha su voz abrirse, siente el mar despedazarse en su corazón). Un recorrido lleno de amenazas y desventuras, pero nutrido por la emoción de la sorpresa.
Derrota significa camino, rumbo, destino, pero también significa vencimiento; en estos dos sentidos es que Marco Antonio Murillo cifra su poética: el hombre que se hace a la mar y que en su intento de recuperar lo perdido (la infancia, el amor, el tiempo) se pierde a sí mismo para luego encontrarse como un hombre diferente, cuyo corazón, ahora, ha sido recompensado por la gran lección de haber trazado una ruta propia.
El tono de la mayoría de los poemas de Marco Antonio Murillo procede, unas veces, de una nostalgia (hermana de la poética de José Carlos Becerra) con sabor a salitre: el recuerdo destruye lentamente lo vivido y le va dando otra forma en la memoria:
Descenso al naufragio: la realidad apenas toca los pulmones del buzo y los días del agua son más largos en la oscuridad de la madera. Allí abajo la luz pesa menos que la sombra de los muebles sumergidos.
Otras veces, su tono proviene de la fuerza de los elementos (a la manera de Saint-John Perse), y lo que nombra se torna poderoso, insondable e incluso amenazante:
Lo que siguió es un norte que me adensa la sombra y los ánimos,
un mal tiempo que no permite que nada ya duerma en esta casa:
el crujir de muebles,
las goteras,
el silbido de las cortinas
y los moscos que traspasan el miriñaque.
Pareciera que las cosas hacen más ruido cuando uno está solo
y solo lo acompaña su sombra.
Esta casa ya no me tolera,
ni yo tolero su peso sobre mi espalda.
Marco Antonio Murillo es un brillante poeta y ensayista, consciente de su tradición, que antes ha publicado los libros de poesía Muerte de Catulo (2011) y La luz que no se cumple (2014) y que, con Derrota de mar, demuestra una temprana madurez poética, que se aprecia en su maravilloso poema “Discurso sobre las ballenas”, en el que podemos leer cuáles son sus afortunados alcances literarios: precisión en el lenguaje y una gran carga emocional que cimbra y asombra a un mismo tiempo:
Destrozada a golpes por los colores de la tormenta,
un pedazo de madera de junio emerge
y extiende sobre el aire húmedo sus islas volcánicas,
no quema este ancho mar, no quema la espuma que brota de la espalda, busca
sin embargo el silbo el canto el olfato el atisbo y luego el incendio
bajo las aguas: así es su amor,
como cuando niños descubrimos lo poderosos que son los sonidos del mar,
amor que pesa
en la nota que dejó hace días un ahogado y que ahora vuelve a su extraño país monocorde, amor […]
Jair Cortés. Nació en Tlaxcala en 1977. Poeta. Licenciado en Literatura Hispanoamericana. Fue becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Tlaxcala y de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de poesía. Ha impartido talleres y cursos de poesía en diversas partes de México. Ha colaborado en diversas revistas de circulación nacional e internacional como Alforja, Anémona, Biblioteca de México, Casa de las Américas, Crítica, La voz de la Esfinge, Mala vida, Oráculo, Reverso y Tierra Adentro. Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta 2006 por Caza.