Les ofrecemos una muestra de la obra de Pierre Joris, destacado escritor de origen luxemburgués, galardonado recientemente con el prestigioso premio Batty Weber Prize (Luxemburgo). La traducción es de Mario Domínguez Parra y Joseph Mulligan.
Pierre Joris
Mawqif
La palabra, el Mawqif
palabra comienza/como el mawqif, la estación, el oasis, el momentáneo lugar de descanso.
La caravana de sintaxis la descubre, la palabra nueva, mientras ella, la frase, penetra lo aún-no-escrito, la palabra viene o se da —¿de cualquier forma en que esto suceda, hallada, dada, hurtada o inventada? Y yo me detengo, y si la palabra es nueva o se re-nueva, me sorprenderá y me encantará y descansaré en ella— por un momento, luego el impulso del ta’wil encarrilará, más bien encaminará otra vez frase o verso o caravana, hacia el desierto por venir, en busca de otra palabra-oasis, lugar de descanso, estación.
acceso al clima (toma uno)
ha sucedido mucho desde los días de algas
las tradiciones populares del clima como ciencia de comprensión
crece el clima como lo hace la exigencia
tus gastos operativos dependen de ti
todos a la vez una pila inoportuna
y más conocimientos sobre la atmósfera
es un alivio bien recibido un cobro anual por el servicio
miles de estaciones climáticas y barcos
dividen el resultado por doce y transfieren ese resultado
desde las Islas Shetland hasta el Canal de la Mancha
vigilancia constante en sus apetitos insaciables
una panoplia creciente de instrumentos
ocurre en el cielo sobre nuestras cabezas
Soneto
esta última noche partida de cartas con el hacedor
ningún árbol crece a partir de esta escucha
el suave murmullo del disco
duro pesado golpe plástico de apolíneo
tecleo «eres una carta real» algún diálogo
en la caja de diálogos: elabora, haz, encuentra, ve.
una lengua que casi es inglés
o un inglés que está casi lengüeado
suave carne de las profundidades entre dos lugares duros,
ojos azules en bocadillo mirada tiro rojo
¿de quién el tiro barato que echó la casa abajo?
el arbol de familia un programa shareware software
gastado y un viejo verso sobre venga a la cama ahora
aunque hay un último verso que ya no está perdido.
H. J. R. (fragmentos)
IV
Al atardecer, comenzamos a pasear por la ciudad, intentando hallar una torre que habríamos podido escalar para orientarnos. El sol estaba en posición horizontal con respecto a la ciudad, inclinado en la misma dirección de la que algunos de nosotros habíamos venido, y parecía que todo era horizontal, plano: que no solo el príncipe sino que esta misma torre se hubiera abolido junto con cualquier otra vertical. Las dimensiones han sido reducidas a dos por las cuatros direcciones. Nos habíamos desnortado u olvidado el cénit y vagábamos por la ciudad en la que hombres y mujeres realizaban sus oficios como si no hubiera pasado nada. Recordamos esa vez hace mucho tiempo ya, cuando de noche habíamos subido al tejado del Nomad Hotel y bailado desnudos allí, imitando el descenso en picado de las palomas. Esta vez, habiendo paseado por la ciudad y habiéndosenos negado el acceso a la fortaleza de arruinada torre, llegamos, por fin, a las cuencas aglabíes en las lindes de la ciudad. Nos sentamos junto a las grandes piscinas, aguas de otra época, pero dispustas a desposar las formas disponibles hoy en día.
V
Ya llegado el atardecer partimos por los muros bajos escrutando las cuencas hacia donde se hundía el sol en el oeste y estábamos a punto de ponernos nostálgicos a causa de una indisponible nostalgía del hogar. La vacuidad de nuestro anhelo se cernía inquieta sobre las aguas, se agarraba a o aguijoneaba las reticuladas redes cambiantes de enjambres de mosquitos, como una paloma torcaz agotada tras un largo vuelo sobre tierra desértica mas muy tímida para posarse sobre estas maravillosas aguas contenidas por los límites de una arquitectura no tan diferente a la de la planta de refrigeración de un reactor nuclear soviético. Todas las noticias de casa podrían haberse obtenido por medio de un sucio y rasgado trozo de periódico aleteando a lo largo de la calle; pero antes de que pudiéramos cogerlo, cayó al agua. Un largo rato después, cuando la presencia del agua tranquila había equilibrado el curso del día por el páramo árido, doblamos y regresamos caminando al pueblo en busca de pací, para añadir la dimensión vertical del éxtasis a esta marina demasiado plana.
VII
Comenzaba: «Los pensamientos que llegan en patas de paloma guían el mundo». Y de inmediato supimos que lo ignoto no sería ni jamás será, revelado. Pues, ¿cómo podría ser, si es lo ignoto? Solo lo conocido puede conocerse. Además la carta citaba a alguien que preguntaba: «¿Aceptarás la certeza de que hemos llegado a una bocacalle?». Y alguien que respondía: «Si es una certeza entonces no hay bocacalle».
Variación Rothenberg №. 1
donde el sol aún negro
un pez nos inhala
la larga ciudad
prófuga en la herida
de nuestra vagina encorvada
te conocían
los grillos de viento
el hueco robado
testuces envueltas
partiendo venenosas branquias
sacaron sangre
un triste corazón blanco
netamente allí
buscando el paraíso
Traducción de Mario Domínguez Parra y Joseph Mulligan
Pierre Joris nació en Strasbourg en 1946. Poeta, traductor, ensayista, y antropólogo. Ha publicado más de 50 libros. Ha vivido en Luxemburgo, Francia, Inglaterra, Argelia y Estados Unidos. Entre sus traducciones destacan Paul Celan: Selections (2005), y Lightduress (2005) también de Paul Celan, que recibió el premio PEN Poetry Translation Award de 2005 PEN. Asimismo, editó con Jerome Rothenberg las antologías Poems for the Millennium (volumen I & II) (1995 y 1998), galardonadas con el premio PEN Oakland-Josephine Miles Literary Award y, más recientemente Pablo Picasso, The Burial of the Count of Orgaz & Other Poems.