La guerra de las estrellas. Slavi Avik Harutyunyan

slavi-avik-haryutyunyanCarlos Vitale, poeta y traductor argentino, nos hace llegar la presente selección del poeta armenio Slavi Avik Harutyunyan, originario de Nagorno-Karabaj. La traducción es de Nariné Ayvazyan.

 

 

 

La guerra de las estrellas
Slavi Avik Harutyunyan

 

La guerra de las estrellas

sé todo de lo que hablan
cuando se ponen a hablar en voz alta
también sé de lo que se callan

 

La salvación

Dios nos salvará en el cielo
¿por qué lloran en la tierra?
nadie ha vuelto del cielo

 

El tiempo

no consigo llegar a vivir aquí
el tiempo es demasiado largo

 

Abandonado

convivimos solos
con mil millones
de personas iguales
que nosotros
moviéndonos a tientas

como el planeta Tierra
en este universo infinito
que aún se gira
abandonado por Dios
para siempre

 

El ocaso

El ocaso se alejaba
hacia el horizonte,
dejando atrás las hojas
quemadas del sol
en ese día de otoño
arriba brillaba fuerte
la lámina colorida de cielo

 

La ciudad

a veces
casi al azar
en los brazos de una mujer
te das cuenta
de que la vida es para triunfar
y en tu pecho vuelve arder la ciudad

 

El futuro

todo el mundo nos ha deseado un futuro
suponiendo que iba a ser infinito
que sería un amor presente

 

Caza

aquí  cazan
a las aves
que vuelan alta
para otros
han tendido trampas
en los matorrales

 

En Siberia

en las heladas
bajo los pies
cruje la nieve
con conspiración

para que tus pies
no se deslicen
tienes que mantener
tus hombros erguidos

 

Los caballos

en el horizonte
los caballos rojos que se alejan
parecen ser unas gotas de sangre

Los caballos son mis amigos heridos

 

Ese día

cuando la niebla y la lluvia
abrazados gañen fuera
el cielo, enfadado con la tierra
la oscuridad mezclada con el día
aúllan
el asfalto mojado,
las ventanas mojadas
la pantalla de la lámpara sola mojada

no te vayas ese día
ese día es para estar juntos
en calcetines de lana
albornoz de algodón
con un vino tinto
pasteles
café
la habitación con velas
es para vivirla
no te vayas ese día
simplemente los que se van
nunca vuelven
madrugarás solo
sin pensar en ellos
sin llamarles
para preguntar
¿cómo iban vestidos
ese día de otoño frío?

gañen
el asfalto mojado
las ventanas mojadas
la pantalla de la lámpara sola mojada

ese frío
y ese día de otoño
es para estar juntos

no te vayas

 

El silencio

el silencio en Armenia
tiene otro ritmo
como la fluctuación de la cigüeña

 

La Patria del armenio

dicen que donde tienes tumbas
esa tierra es tu patria
¿para qué sirve tener tantas patrias?

 

En el Artsakh

altas montañas
un cielo bajo
Dios
se ha perdido
entre nosotros

 

Pueblo natal

verano
viento flojo
las colinas parecen
a unos vasos puestos bocabajo
el cielo predecía la suerte
de miles de años
las hierbas son como unas velas
si soplas
se quemarán los caminos de vuelta
el amor es como una noche perdida
olvidada
todas las casas
están dormidas tranquilamente
las ventanas se citan
con los rayos de luna
el murciélago me suplica triste
desde los desfiladeros
el viento con sus dedos
me cierra la boca
me dice que me calle
al parecer al río le duele la muela
cuántos movimientos es

capaz de hacer
cuando le duele algo
quiero callarme
pero se pinta en mis ojos
la imagen de mi pueblo
de su río

 

Armenia

un país a donde viajas sin pasaporte
sin miedo
vives
amas
oras por la luz dominical
por una esperanza
sin esperanza
sin esperanza
las mujeres en el borde de la noche
vestidas de luna
conducen a sus maridos
hacia la peregrinación
huele tanto el aire de la mañana
los ríos saltan hacia los abismos
en esos desfiladeros está nuestro estrago
hablo sobre las mujeres
como unos ángeles de vida y de la muerte
y también la tierra es la sabiduría
las escalas
los abismos
incluso la noche
estas noches han dado unos ojos
para que las mujeres sollocen por la pérdida
digo que las heridas no son los miembros
de nuestro cuerpo
las piedras son para mirar
a aquellos que se alejaban
el planeta está hecho de estas piedras
digo que es el agua con la nieve de esta primavera
incluso la noche
las mujeres que se revuelcan en sus camas
que Dios volviera a bajar en ese momento
empapado de jugo de amanecer
en estos campos de la viña medio dormidos
estirados en la cima de Ararat
que amara alguien en el silencio
consolando a veces
hablo de las cosas
que solemos perder siempre
en la respiración de estos árboles
en el ardor de estas piedras
en los brazos sin el gemido
de estas mujeres solitarias
sigo hablando aún de aquel pájaro
que había cruzado el océano sin aterrizajes
pero sigue mirando atrás
sigue mirando atrás
sigue mirando atrás
a estas piedras

Traducción del armenio de Nariné Ayvazyan

 

Slavi Avik Harutyunyan nació en 1965 en Nagorno-Karabaj. Durante sus primeros años colaboró en el periódico "Pioneer Kanch". De 1983 a 1985 sirvió en el ejército soviético en Siberia. En 1988 se graduó en la Facultad de Filología de la Universidad Estatal de Stepanakert. En el cuarto año de graduación fue admitido en la Unión de Escritores de la URSS (actualmente miembro de la Unión de Escritores de Armenia). En 1997 se graduó en la Facultad de Dramaturgia Cinematográfica del Instituto Estatal de Cinematografía del Estado de Moscú, y en 2000 terminó su doctorado en la Universidad Estatal de Cultura y Arte de Moscú. Sus poemas han sido traducidos al ruso, inglés, español, alemán, francés e italiano. Ha publicado los libros El cielo y la tierra (en armenio), Telegramas tardíos (en español), El cielo sin pájaros (en español, inglés y francés), L’uccello solitario (en italiano),  Las fronteras semióticas del arte (en ruso y armenio) y Días de paz (en español y armenio).